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CiU lleva los Presupuestos a la campaña para escenificar su proximidad con el PSOE

Los nacionalistas quieren que los socialistas convenzan al PSC para no reeditar el tripartito

Francesc Valls

CiU está dispuesta a lograr la complicidad del PSOE para persuadir al PSC de que no debe reeditar el tripartito si los nacionalistas de centro derecha ganan las elecciones catalanas, según coinciden en señalar fuentes de estas formaciones. Por eso, ayer CiU llevó a la campaña electoral los Presupuestos del Estado para 2007 y retiró su enmienda a la totalidad. Con ello mató dos pájaros de un tiro: evitó la engorrosa fotografía de votar con sus antiguos socios del PP y continuó su ceremonia de seducción hacia un PSOE deseoso de aliados más cómodos que los republicanos de Josep Lluís Carod.

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A medida que pasan los días de campaña se confirma que la formidable maquinaria propagandística de Convergència i Unió es capaz de marcar la pauta informativa y hacerse con los titulares más ambiciosos de la prensa escrita del día después.

La muestra fue ayer bien clara: el pacto logrado entre el líder de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, y el vicepresidente segundo del Gobierno, Pedro Solbes, no es más que la mera aplicación del Estatuto sancionado por las Cortes y refrendado por el pueblo de Cataluña. Eso es lo que ayer trataba de transmitir la maquinaria electoral del candidato socialista a la presidencia de la Generalitat, José Montilla.

Pero los ecos mediáticos no ayudaban al PSC en su cometido. Por un lado, Solbes mostraba su agradecimiento a CiU, asegurando que está dispuesto a corregir el cálculo de la inversión si "cambia la metodología". Por otro, desde la federación nacionalista catalana se presentaba el acuerdo bajo este título: "Duran consigue un pacto con el Gobierno por el que tendrá que acordar con el nuevo Gobierno catalán la metodología para calcular la inversión en Cataluña".

Previsiones del Estatuto

Solbes y el consejero de Economía de la Generalitat, Antoni Castells, ya negociaron antes de la presentación del proyecto de Presupuestos de 2007 una fórmula que fijó una inversión de 3.445 millones de euros para Cataluña, 745 millones más que en los anteriores Presupuestos. Esta metodología pactada entre ambos Ejecutivos incluye tanto inversiones del Ministerio de Fomento como del de Medio Ambiente y transferencias de capital a empresas públicas como Renfe o AENA, además de una partida para el eventual rescate de varios peajes. De hecho, el cálculo debía renegociarse para el ejercicio de 2008.

"Lo que ha pactado Duran con Solbes no es ninguna novedad, es el cumplimiento de las previsiones estatutarias", subrayó ayer Antoni Castells. Pero CiU lo ha sabido transformar en una victoria política al añadir la cláusula de retroactividad de ese cálculo para los Presupuestos de 2007, algo que puede convertirse en un bumerán, puesto que Solbes ha dicho que esa revisión retroactiva puede ser no sólo al alza, sino también a la baja.

Con todo, lo importante para CiU no eran tanto las cifras como el gesto político de acudir en auxilio del Gobierno central, reforzando el sobrentendido que se cultiva en algunos círculos del PSOE y de CiU de que el Ejecutivo que Cataluña necesita es la llamada sociovergencia, para huir de las turbulencias de tres agitados años de tripartito y, al tiempo, que el PSOE logre un aliado político estable en el Congreso de los Diputados.

De las turbulencias del tripartito tuvo ayer una prueba Montilla, quien antes de dirigirse a Madrid para participar en el debate presupuestario se reunió en Sant Sadurní d'Anoia (Barcelona) con empresarios del sector vinícola catalán, quienes le hicieron una petición muy clara: no calentar la campaña con debates esencialistas que puedan provocar un nuevo boicoteo al cava, como ya ocurrió hace un año en pleno debate del Estatuto. A las puertas de la campaña de Navidad, representantes Codorníu y Freixenet le pidieron a Montilla "que nadie grite contra España" en los próximos días, según explicó el propio candidato tras su encuentro con los empresarios.

El líder del PSC intentó tranquilizarles: "Yo esto no lo puedo garantizar. Lo que sí puedo garantizar es que, desde la convicción y la defensa con firmeza de los intereses de Cataluña, siempre actuaremos desde el diálogo y no desde la confrontación".

"Lo hemos pasado bien"

El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, dejó entrever ayer cierta melancolía por abandonar su cargo y no aspirar a la reelección en las elecciones autonómicas del 1 de noviembre. "Nos lo hemos pasado tan bien, tan bien, que a veces pienso: ¿por qué marcharse?", confesó Maragall durante la inauguración de una guardería en Sant Boi de Llobregat.

Pero rápidamente, el presidente se contestó: "Tenemos que marcharnos porque, si no, la sociedad y Cataluña no irían tan bien como deben ir". "Tenemos que dar el relevo a personas que tienen ideas nuevas, que nosotros no podemos ni inventar", continuó Maragall, "que ni aunque las quisiéramos aprender tampoco las aprenderíamos, porque para tener ideas nuevas se ha de ser nuevo y lo que viene ahora son personas jóvenes".

El presidente lo dijo en presencia de la alcaldesa de Sant Boi, Montserrat Gibert, que tampoco se presenta a los próximos comicios municipales, en unos de esos actos que ambos dejarán de protagonizar pronto.

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