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Reportaje:

La evolución de la belleza

Los investigadores de la mariposa 'Heliconius' descubren el 'supergén' que le permite imitar las alas de las especies vecinas

Javier Sampedro

Hay dos formas de esconderse: camuflarse con disimulo y mentir con descaro. Las mariposas son unas consumadas especialistas en la segunda estrategia, y ésa es la razón última -la razón evolutiva- de su cambiante belleza. Los científicos llevan más de un siglo intrigados por ella, pero sólo ahora empiezan a atisbar su extraordinaria naturaleza genética.

La figura está tomada de un trabajo sobre la genética de Heliconius, un género de mariposas del norte de Latinoamérica, recién publicado por Mathieu Joron, del Instituto de Biología Evolutiva de la Universidad de Edimburgo, y otros 15 científicos del Reino Unido, Perú, Puerto Rico y Panamá (PLoS Biology, número de octubre). Cada fila horizontal muestra cinco variedades de una sola especie. Con un simple vistazo se puede apreciar que las dos filas de arriba son parecidas entre sí, como lo son también las dos de abajo.

El parecido es casi total si, en vez de la fila completa, se compara cada variedad individual con la de abajo. Un naturalista novato clasificaría las dos filas de arriba como especies hermanas: formarían juntas un grupo compacto y muy separado de las dos filas de abajo, que también serían hermanas entre sí. Pero la realidad es justo la contraria: las hermanas son las dos filas centrales, que son justo las que no se parecen en nada.

Con estas mariposas, la razón de los parecidos no hay que buscarla en los lazos familiares, sino en los geográficos. Porque su especialidad es evolucionar con inusitada rapidez para hacerse indistinguibles de las mariposas que tienen al lado, sean de la especie que sean. En otros casos de mimetismo, la especie plagiaria se hace pasar por otra especie muy concreta que es tóxica o venenosa. ¿Es éste el caso de Heliconius?

"No", responde Joron en un correo electrónico. "Todas las mariposas Heliconius tienen defensas químicas y un sabor que repugna a los pájaros. El beneficio del mimetismo es el de compartir la mortalidad causada por los pájaros novatos o desmemoriados. Los predadores no memorizan la especie, sino el patrón de las alas. Cuantos más individuos haya con el mismo patrón, menos probabilidad tiene cada uno de ser víctima de una cata. Esto se llama mimetismo mulleriano, por Fritz Muller, que lo predijo teóricamente ¡en 1879!".

La ventaja de plagiar a las mariposas vecinas queda clara. Pero una cosa es tener un motivo y otra saber cómo hacerlo. El diseño de un ala implica a cientos de genes: de los que definen las coordenadas espaciales del ala a los responsables de sintetizar los pigmentos rojos, negros, blancos y amarillos.

Y las alas de Heliconius evolucionan con tal rapidez y eficacia que no se entiende cómo todos esos circuitos genéticos pueden modificarse en el sentido adecuado, y de manera coordinada, antes de que un pájaro asome en busca del desayuno. La respuesta es que esos circuitos no evolucionan: siguen trazando sus coordenadas y sintetizando sus pigmentos como de costumbre. Quien mueve el caleidoscopio es otro gen: un solo supergén -por eso la evolución es tan rápida- que aprovecha las coordenadas y los pigmentos preexistentes, pero que pone bajo su control todos los elementos cambiantes del dibujo. Joron y sus colegas han logrado localizarlo en el genoma de Heliconius, y están a un solo paso de identificarlo sin ambigüedades.

"Ya tenemos aislados buenos candidatos al supergén", dice Joron, "pero las variaciones importantes están probablemente en sus zonas reguladoras [los tramos de ADN que le dicen al gen cuándo y dónde debe activarse], que pueden estar a millas de distancia. Hallarlas requerirá más estudios en las poblaciones silvestres".

Este supergén no puede plagiar un diseño de repente, pero sí generar con rapidez un abanico de propuestas. El sexo es después una forma muy eficaz de seleccionar la mejor. "Los machos y las hembras de Heliconius son muy similares", explica Joron, "pero el color es muy importante en la elección de pareja: los machos prefieren aparearse con las hembras que tienen su mismo color. Por tanto, los patrones de mimetismo están implicados en la especiación".

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