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39º Festival de Sitges

Corea del Sur ya tiene un monstruo

El director Joon-Ho Bong asombra con 'The Host', su impresionante criatura mutante

Como Hitler y Francisco Franco, Kim Jong Il, el dictador norcoreano, también ha hecho sus pinitos cinematográficos. Si el primero le dio a la gran historia del cine la épica grandilocuencia de Leni Riefensthal y el segundo se pluriempleó como guionista en la sombra de Raza, Kim Jong Il prefirió escribir una de las más peculiares notas a pie de página en la historia del cine de... monstruos. En 1978 ordenó a los Servicios de Inteligencia de Corea del Norte que secuestrasen al director de Corea del Sur Shin Sang-ok. Siete años después, Sang-ok estrenó Pulgasari, la primera película de monstruos gigantes en la ignota cinematografía de Corea del Norte: un trabajo que se miraba en el espejo del kaiju-eiga, las películas de monstruos japoneses que lanzaron al star system global a personajes como Godzilla o Mothra, para elaborar una tosca metáfora en clave serie B de los peligros del capitalismo. Su criatura protagonista era un muñeco hecho de arroz que, en contacto con la sangre, crecía hasta convertirse en colosal bestia devoradora de metal. En la realización de este trabajo colaboraron técnicos de efectos especiales de la productora japonesa Toho, el hogar de Godzilla. Cuenta la leyenda que, cuando se estrenó el Godzilla norteamericano y digital de Roland Emmerich, Kenpachiro Satsuma, que era el actor que se calzaba el disfraz del dragón radioactivo en los noventa, declaró que, como película, prefería mil veces Pulgasari.

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Con The Host, tercer largometraje de Joon-ho Bong, director de Memories of murder, Corea del Sur ya tiene a su propio monstruo para contrarrestar el inquietante poder de Pulgasari. La película, inteligente, imprevisible y técnicamente deslumbrante, fue la estrella en la segunda jornada del Festival de Sitges y puede ser una de las más firmes candidatas a premio. "Nunca pude ver Pulgasari, declaró el director a este diario, "pero sí las películas japonesas, aunque debo confesar que no me han influido mucho. Si mi película tiene algún referente cinematográfico antes hablaría de Señales, de M. Night Shyamalan, con su familia enfrentada a una amenaza hiperbólica, o Tiburón, con su grupo de personajes que deben enfrentarse a sus miedos para derrotar al monstruo".

Como Pulgasari, pero de otra manera, The Host también es una película política. Quizá toda película de monstruos lo sea, en el fondo. Si en Memories of murder la trama policiaca tenía, como telón de fondo, la agitada transición de Corea del Sur, The Host construye un mosaico de perdedores con el material humano de la contemporánea sociedad coreana: "Mi trabajo tiene un subtexto social y, en esta ocasión, también quería hablar de política. Mis personajes son los débiles, los perdedores, que, en este caso, se unen por un objetivo común: salvar a la hija de uno de ellos, que ha sido atrapada por un monstruo mutante surgido de las aguas del río Han. El sistema no les ayuda, porque el sistema nunca ayuda a los perdedores. Y, en el clímax final quería insinuar que esta familia no está luchando contra el monstruo, sino contra el mismo sistema", subraya Bong.

The Host aplica todas las reglas de oro para que una historia tan improbable funcione con la precisión de un reloj con emociones en el minutero y calculadas explosiones de espectacularidad en el recorrido de su esfera. Si la técnica acerca The Host a una gran producción americana, su medular heterodoxia lo delata como película esencialmente coreana: Bong combina tonos que van de la comedia grotesca y disparatada a la épica sentimental y puntúa el relato con apuntes de un antiépico costumbrismo. En un momento de la acción, los personajes requieren la ayuda de un mafioso grupo de chatarreros y éstos, acabado el encargo, les leen la cuenta a sus clientes con el rigor de los trabajadores por cuenta propia. "Esos detalles reales y cotidianos rompen con las reglas del género de monstruos", explica el director; "si esto fuera una película americana, los protagonistas serían héroes, pero ser consecuente con la cultura coreana me lleva a hablar de una familia normal, de gente muy humilde".

Joon-ho Bong ha facturado The Host como la pista de pruebas en la que demostrar su solvencia técnica. Las impresionantes escenas en las que el monstruo ataca a las multitudes, atrapadas con un creativo uso del ralentí, parecen remitir al dramatismo de una pintura del Renacimiento o de una ilustración hiperrealista de Richard Corben, pero los referentes del director han sido otros: "A la hora de mostrar el universo de la infancia, me fijé muy especialmente en las fotografías del libro Immediate family, de Sally Man. Los ataques del monstruo han tenido como fuente de inspiración imágenes documentales de los sanfermines. Sé que para ustedes eso es una fiesta, pero a mí me da miedo. Me parece algo terrible, muy surrealista. Por eso la primera escena del monstruo sucede a pleno sol".

También destacó en la sección oficial Taxidermia, del húngaro György Pálfi, adaptación de dos relatos del escritor Parti Nagy Lajos rematados por una historia cruel de cosecha propia: el tríptico articula una crónica transversal de la historia de Hungría a través de los grotescos retratos de tres personajes con relación dinástica. El primero es un soldado perdido en fantasías masturbatorias; el segundo, un obeso campeón en competiciones de comida, y el tercero, un taxidermista que trabaja con su propio cuerpo y con el de su padre. El resultado podría situarse en una longitud de onda parecida a la del Leólo del malogrado Jean-Claude Lauzon, otra película donde lo estomagante y lo poético dialogaban en igualdad de condiciones. En la sección Premiere se vio A scanner darkly, de Richard Linklater, adaptación de la novela Una mirada a la oscuridad, de Philip K. Dick. Denso viaje al fondo de una mente escindida, la película encuentra el mejor lenguaje visual para llevar el universo de Dick a la pantalla.

El director de cine coreano Joon-Ho Bong, ayer en Sitges.
El director de cine coreano Joon-Ho Bong, ayer en Sitges.SUSANNA SÁEZ

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Big Bang Love Juvenile A, de Takasehi Miike.Uno de los últimos trabajos del gran kamikaze del nuevo cine japonés.

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