Liturgia estéril
La liturgia se repite cada año cuando llega el mes de septiembre y el Gobierno de la nación envía a las Cortes Generales el proyecto de ley de los Presupuestos Generales del Estado. A partir de ese momento se inicia una batalla de cifras entre las direcciones de todos los partidos políticos de todas las comunidades autónomas. Porque, curiosamente, en cada comunidad autónoma no se debate tanto el presupuesto de la propia comunidad, como los Presupuestos del Estado. Se está instalando en nuestro país la práctica de considerar que un Gobierno de una comunidad autónoma es bueno no por como hace y ejecuta su propio presupuesto, sino por lo que consigue arrancarle al Gobierno de la nación a la hora de hacer los Presupuestos del Estado.
Nunca he alcanzado a entender qué rentabilidad piensan las direcciones de los mencionados partidos que pueden extraer de la batalla de cifras en la que se ensarzan. Es imposible que los ciudadanos puedan formarse una opinión a partir de los mensajes que se les transmite, entre otras cosas, porque los mensajes son tan extraordinariamente parciales que no hay nadie con un mínimo de sentido común que pueda creérselos.
Si uno yuxtapone las declaraciones de los portavoves de CiU, ERC o PSC-PSOE y las de los del PSOE-A, PP-A y PA, por poner solo un ejemplo, la conclusión que se extrae es que no están hablando de los mismos Presupuestos del Estado, sino de Presupuestos distintos. La información que se transmite es tan fragmentaria y está tan sesgada, que no hay nadie que se convenza a menos que esté previamente convencido, es decir, que de por bueno porque sí lo que diga la dirección del partido al que suele votar en las elecciones. Nadie que pretenda mantener un mínimo de objetividad, puede dar por buena la información que se le proporciona.
En consecuencia, no acabo de entender por qué todos los años se repite la guerra de cifras en la forma en que lo hace. Para que una guerra de cifras pueda calar en la opinión pública y pueda acabar teniendo repercusión electoral, tienen que ser algo muy obvio, que se entienda por sí mismo, sin necesidad casi de dar ningún tipo de explicación. Esto es muy raro que ocurra, aunque alguna vez ha ocurrido. El lector sin duda recordará la exclusión de los 450.000 andaluces durante los Gobierno del PP a efecto de la financiación de la comunidad autónoma. La denuncia por parte del Gobierno de la Junta de Andalucía y de todos los partidos andaluces, con la obvia excepción del PP, no necesitaba ser explicada. Era algo que saltaba a la vista y que todos los ciudadanos podían entender de manera inmediata. Era, en consecuencia, una denuncia que tenía una rentabilidad electoral clara para quienes la formulaban. Y un coste para el que tenía que soportarla.
Pero si exceptuamos casos como ese, las guerras de cifras no conducen a ninguna parte. Si pusiéramos juntas todas las guerras de cifras en que se han ensarzado las direcciones regionales de todos los partidos desde comienzo de los noventa, esto es, desde el momento en que se puede considerar plenamente consolidado el Estado autonómico, podríamos comprobar lo estéril de la liturgia. No sirven para nada. Entre otras cosas, porque los ciudadanos han tenido ocasión de comprobar de manera reiterada que el Estado autonómico funciona con un grado de eficiencia y de equidad razonable.
No conozco ningún estudio en el que se haya podido demostrar una parcialidad territorial sostenida en la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado. Si así hubiera sido, el Estado autonómico simplemente estaría en una situación de crisis difícilmente reversible. No hay ningún Gobierno de la nación que pueda mantenerse como Gobierno siendo parcial territorialmente de manera continuada. No hay nadie que haya estudiado lo que ha ocurrido en España desde la entrada en vigor de la Constitución que no sepa que es así. Y por supuesto, las direcciones de los partidos son conscientes de ello. Pero la liturgia se repite y me temo que se seguirá repitiendo. ¿Por qué? La verdad es que no lo se.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.