El pandemónium eléctrico
Desde que Gas Natural lanzara la OPA hostil sobre Endesa hace ya más de un año, el sector energético español -y el eléctrico, en particular- se ha convertido en un verdadero pandemónium. El ruido y la confusión reinan en ese entorno, en el que se mezclan los legítimos intereses empresariales por ganar tamaño y dinero con los políticos, en los que prima la obsesión de que un sector que se considera estratégico para el país no caiga en manos extranjeras. En el caso de Endesa, el Gobierno dio poderes a la Comisión de la Energía para que pusiese muchas trabas a la oferta de la alemana E.ON sobre Endesa. Sin embargo, Bruselas las ha declarado ilegales.
Pero más allá del alboroto que originaron, la oferta de la empresa gasista y la contraoferta anunciada por el gigante alemán pusieron en el escaparate al resto de empresas del sector. En España se han adelantado las constructoras (ACS entró en Unión Fenosa y ahora en Iberdrola; Acciona, en Endesa; FCC ha reconocido que cuenta con fondos para participar en alguna operación), que encuentran en el sector eléctrico el mejor camino para diversificarse (y, si falla, obtener plusvalías).
Blindaje
La hipotética integración de Iberdrola y Unión Fenosa responde, precisamente, a un blindaje ante los intereses extranjeros por desembarcar en el sector español. Desde hace tiempo, antes incluso de la citada OPA, están afilando sus armas para entrar y crecer en España. De hecho, durante las legislaturas del PP, la portuguesa EDP se hizo con el control de la asturiana Hidrocantábrico (tras rechazar el Gobierno a la francesa EdF) y la italiana Enel de la cántabra Viesgo. Pero ambas son dos empresas pequeñas, que cumplen el objetivo de ser una plataforma para dar un siguiente salto. Y sus responsables están esperando la oportunidad para darlo.
En el caso de EDP se da la circunstancia de que Iberdrola posee el 9,5%. Ante eso, ayer el presidente de la compañía, Antonio Mexía, manifestó en Oviedo que el acuerdo con Fenosa "obliga a revisar" la participación. Mexía reconoció el interés de crecer en España, pero se limitó a anunciar unas inversiones de 3.300 millones hasta 2008, informa Efe.
Enel, por su parte, ha salido al paso de rumores; aunque no descarta nada. De momento, bastante tiene con digerir el fracaso de su intento de entrar en Gaz de France, de la que ayer se aprobó la fusión con Suez, igualmente pública, como medida para frenar a Enel. Precisamente, el potente grupo que nace de esta fusión también mira al mercado español.
Y mientras la pelea se aviva, la Bolsa es una fiesta y los inversores se frotan las manos.
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