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54º Festival de San Sebastián

El artista de la conversación

Trueba y Alegre muestran otra vertiente genial de Fernán-Gómez en 'La silla de Fernando'

Maribel Marín Yarza

A Fernando Fernán-Gómez (Lima, Perú, 1921) nunca le ha preocupado en exceso preservar su buena imagen. A veces, incluso, ha hecho por alimentar su fama de hombre hosco y de mal carácter. En La silla de Fernando, una película de Luis Alegre y David Trueba, tampoco ejerce de agente de prensa de sí mismo. Durante 85 minutos, este actor que se declara tímido, ateo y maniqueo se muestra con todas sus virtudes y defectos mientras habla sobre su escepticismo vital, sus frustraciones, la vejez o su afición a las mujeres. "Yo creo que puede existir perfectamente una amistad entre un hombre y una mujer, siempre que ese hombre no sea yo".

La silla de Fernando, estrenada en el Festival de Cine de San Sebastián esta semana, "no es un documental sino una película-conversación", explica Trueba. "Fernando necesitaba un género para él solo". El cineasta, autor de Obra maestra y Soldados de Salamina, y Alegre, escritor y periodista, conocieron a Fernán-Gómez en la Nochevieja de 1990. Ya aquel día se quedaron con la sensación de ser unos privilegiados por poder sentarse a charlar con "el mejor de todos los conversadores". Con los años, ratificaron aquella primera impresión: que Fernán-Gómez, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1995, es el contertulio "más arrebatador, excitante, explosivo, lúcido, desprejuiciado" y al mismo tiempo "el menos pedante, previsible y políticamente correcto" de cuantos conocen. Y querían que se descubriera. De esa fascinación nació La silla de Fernando. "Queríamos que la gente llegara a atisbar lo que es una sobremesa con él".

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El pecado nacional

"¿Pero esto ya le va a interesar a alguien?", Fernán-Gómez no puso más peros que ése cuando Trueba y Alegre le plantearon el proyecto. Ni siquiera quiso ver el guión. Tampoco hubiese servido de nada. "Él conducía la conversación por caminos por los que nosotros pensábamos que no iba a discurrir. Con él no puede ser de otra manera...", explica Alegre. Durante 20 horas y en 11 sesiones, el actor, ganador de seis premios Goya, desnudó su pensamiento sentado en una silla en su casa de Algete, en Madrid. Habló de que ya, a sus 85 años, no tiene futuro; de su ateísmo; de su frustración por no haber podido llevar una vida de lujo; de su rinitis crónica; de la dictadura; de la necesidad que ha sentido a veces de cultivar su fama de malencarado para protegerse de quienes "no hacen más que dar la lata". Y de uno de los deportes más extendidos en España: "El pecado nacional no es la envidia, es el desprecio, incluso el desprecio a la excelencia", sentencia.

En esa larga conversación, que ha quedado reducida a 85 minutos, Fernán-Gómez descubre muchos aspectos de su personalidad y confiesa sin complejos cuestiones como su afición a la bebida: "Una vez me preguntaron qué es lo que más satisfacción me producía a mí en esta vida y yo respondí: infaliblemente, sólo el alcohol". Casi de lo único que no habla en La silla de Fernando, que aún no tiene fecha de estreno, es de su vida íntima. Se la reserva para sí. "Es una persona muy púdica. Guarda muy bien sus sentimientos para él y para sus seres queridos", apunta Trueba.

El actor, protagonista de Balarrasa (1950), El viaje a ninguna parte (1986) o Belle époque (1992), aún no ha visto el retrato que ha hecho de sí mismo. Porque puede decirse que la película la ha hecho él con su ingenio, con su arte para conversar. Trueba y Alegre apenas intervienen en esta conversación, sólo interrumpida por algunas fotos de la infancia del actor, imágenes de algunas de sus películas y la música original de Enrique Morente, con Bebo Valdés al piano y Niño Josele a la guitarra.

Dicen sus autores que La silla de Fernando no es un homenaje a Fernán-Gómez, actor que hoy será homenajeado en Madrid tras haber sido galardonado con el VIII Premio Julián Besteiro de las Artes y las Letras por su trayectoria. "Es un homenaje que él nos brinda a todos. Especialmente a todos aquellos admiradores que no han tenido el privilegio de ser sus amigos", aseguran. El público de San Sebastián recibió el filme con muchas risas y la sensación de que Fernán-Gómez es una de las pocas personas capaces de resistir hora y media hablando sin ocultarse en la gran pantalla y salir airoso de la faena.

David Trueba y Luis Alegre, en San Sebastián.
David Trueba y Luis Alegre, en San Sebastián.JESÚS URIARTE
Fernando Fernán-Gómez.
Fernando Fernán-Gómez.
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