Tropas afganas y de EE UU lanzan una nueva ofensiva contra los talibanes

Un total de 3.000 soldados estadounidenses y 4.000 afganos lanzaron ayer una nueva ofensiva contra las fuerzas talibanes en el este y el centro de Afganistán. La Operación Furia de Montaña intenta frenar las actividades de esa milicia que en los últimos meses ha recobrado intensidad y extendido sus ataques a varias provincias. En el último atentado, una mina camuflada acabó ayer con la vida de tres trabajadores humanitarios afganos a las afueras de Kabul. Y una patrulla danesa de la ISAF mató a 17 talibanes que plantaban bombas similares en Oruzgán.

"Furia de Montaña forma parte de una serie de operaciones coordinadas para ejercer una presión continua sobre los extremistas talibanes en diversas regiones del país", informó un comunicado del mando militar estadounidense. La ofensiva se desarrolla de forma simultánea en las provincias de Paktika, Jost y Paktiya (en el este, junto a la frontera paquistaní) y en las vecinas Ghazni y Logar (en el centro).

Otros 2.000 soldados afganos y de la OTAN llevan dos semanas combatiendo un bastión talibán en la provincia meridional de Kandahar, donde aseguran haber matado a medio millar de insurgentes en la llamada Operación Medusa.

Limpiando la zona

Fuentes militares de la OTAN han calificado de éxito la campaña del sur, que les ha permitido recuperar el control de la comarca de Panjwui. "Estamos limpiando la zona para que los habitantes puedan volver cuanto antes", declaró un portavoz en referencia a las bombas trampa que han podido dejar los talibanes.

Pero los interlocutores reconocen que esta batalla no puede ganarse sólo con medios militares. "Hay que empezar enseguida a facilitar ayuda y seguridad si queremos evitar que siga decreciendo el apoyo popular al Gobierno", confía una fuente. Conscientes de su inferioridad frente a las fuerzas internacionales que respaldan al Gobierno de Hamid Karzai, los talibanes se han cebado en los llamados "objetivos blandos": trabajadores humanitarios, maestros, jueces o activistas de derechos humanos que se oponen a sus designios.