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Reportaje:El futuro de la inmigración

Sin novedad en aguas de Cabo Verde

Tras 20 días de vigilancia, la corbetadel Frontex que busca cayucos sólo ha visto tiburones y algún pesquero

La corbeta Baptista de Andrade se hizo célebre en Portugal hace años porque el entonces ministro de Defensa, Paulo Portas, envió el buque de 84 metros de eslora a interceptar un barco de la organización pro abortista holandesa Women on Waves fondeado frente a Lisboa. Aquello apenas se parece a la misión actual. La nave -91 marinos lusos, con seis militares guardacostas caboverdianos y cinco agentes portugueses de Aduanas a bordo- lleva ya 20 días patrullando las aguas del archipiélago de Cabo Verde dentro de la misión Hera 2, lanzada por la Agencia Europea de Fronteras (Frontex) para combatir la desesperada y masiva ola de inmigración africana.

En estas tres semanas de patrulla, la corbeta no ha detectado un solo emigrante clandestino. Y según explica el comandante del buque, teniente capitán Baião Monteiro, desde el teléfono de abordo, tampoco espera hacerlo antes de que el día 21 regrese a Lisboa. "Los primeros días hubo muy mala mar y apenas vimos tráfico marítimo. Después el mar mejoró, pero solo detectamos algunos pesqueros sospechosos. Los fiscalizamos y todos eran legales y no llevaban inmigrantes".

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El pasado día 5 llegó a Praia la enviada de Exteriores Teresa Daurella. Llamada en la jerga antena diplomática, su labor es intensificar los contactos con los países donde España no tiene aún embajada. Daurella ha llegado a Cabo Verde procedente de Senegal y Guinea-Bissauy cuenta que el panorama en el continente es mucho peor que en las islas. "Dakar y Bissau están llenas de jóvenes desesperados que no tienen nada que perder. Cabo Verde está bastante mejor y por eso las autoridades están muy preocupadas. Se ve que es un país más próspero, pero es una prosperidad muy frágil".

Con 400.000 habitantes en las islas, 800.000 más en la diáspora y una economía bastante más desarrollada que la del continente (1.900 dólares de renta), Cabo Verde es un destino soñado por muchos africanos continentales. La dispersión de sus 14 islas y la incontrolable extensión de sus aguas han favorecido además, el tránsito de personas y mercancías. Por eso la corbeta portuguesa ha aprovechado para vigilar también el tráfico de drogas y la pesca ilícita.

Barão cuenta que el barco está en permanente contacto por radio con el avión italiano de la misión, que les informa cuando avista embarcaciones sospechosas. "Cuando nos llaman, nuestra misión es acercarnos y fiscalizar. Pero todo estaba en regla. Algunos hacían pesca de palanca, pero eran legales. También hemos visto tiburones, y algunos pesqueros con bandera española. Pero en los últimos días, el avión no ha avistado nada sospechoso".

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Los seis guarda costas caboverdianos, comandados por el capitán Santana, son los responsables del primer contacto con las naves. Echan un bote y reman hacia los pesqueros. Controlan que todo esté en orden. ¿Y si no está? "Si encontráramos emigrantes clandestinos lo tenemos que comunicar al mando en Tenerife y, en principio, devolver el barco a su puerto de origen", afirma el teniente-capitán Baião Monteiro.

Su voz suena cordial por el teléfono satélite. Probablemente sabe que la noticia de que su gigante bélico ha sido reconvertido a la tarea de aduanero sin fronteras ha producido el deseado efecto disuasorio.

La corbeta portuguesa <i>Baptista de Andrade,</i> que patrulla las aguas de Cabo Verde dentro del dispositivo europeo de Frontex.
La corbeta portuguesa Baptista de Andrade, que patrulla las aguas de Cabo Verde dentro del dispositivo europeo de Frontex.

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