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'CASO RUBIANES'
Columna
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Gallardón, 'el Artista'

El culebrón Rubianes ha permitido la irrupción en el panorama teatral de un monstruo del teatro de autor hasta ahora desenfocado. La sinopsis es la siguiente: se estrena en Barcelona una obra sobre el Poeta, escrita y dirigida por el Artista de izquierdas, con buena acogida de público y crítica. Previamente y sin aparente relación, el Artista hace unas declaraciones a TV-3, en las que manifiesta su amor a España de una manera muy sutil. Al día siguiente, se disculpa y aclara su posición, pero el Locutor y el Periodista ya han tomado nota y no olvidarán.

Pasados unos meses, el Programador, amigo del artista, decide poner la obra en el Teatro Municipal de Madrid. Inmediatamente, el Locutor y el Periodista empiezan a machacar con el bombo a toda pastilla, alentando a la Caverna para que se oponga, también sutilmente, a tal despropósito. ¿Cómo con dinero público va a consentir que un descerebrado que ama a España apasionadamente presente tamaño engendro en "su teatro", el de ellos? Asustado, el Alcalde se ve entre la espada y la pared. No puede prohibir la obra porque estaría muy feo y él es de derechas pero moderno, y tampoco puede dejar que se represente porque el Locutor, el Periodista y el Coro quieren moverle el sillón, y bastante movido lo tiene ya.

Así pues, el Alcalde le indica a la Concejala que haga lo que tenga que hacer, pero, sobre todo, que parezca un accidente. El Programador amenaza con dimitir un poco. La Concejala le llora hábilmente al Artista ante el follón mediático que se ha organizado, y éste le expresa su temor por la integridad física de los actores, y por no comprometer al Programador, retira la obra. La Concejala le toma la palabra, y al minuto el Alcalde anuncia, sin necesidad de censura formal, que la obra no se estrenará en Madrid. Pero en Barcelona se interpreta que el Artista ha sido vetado por el Alcalde, y ello le garantiza automáticamente ser elevado por los nacionalistas a los altares patrios catalanes, aunque tenga origen gallego y se exprese en español; amén de una gira triunfal por Catalunya y un regreso a la capital del Reino, esta vez a un teatro privado con llenos asegurados y el Consistorio en pleno aplaudiendo en la primera fila.

El Programador salva la cara, aunque un tanto desairado puesto que es catalán pero está al servicio de un Alcalde represor, y eso en Catalunya no gusta. La Concejala aguanta el tipo y puede seguir soñando con llegar a ministra de Cultura cuando el Alcalde sea presidente del Gobierno.

Pero la revelación, el triunfador absoluto y mago de la escena, el que debería chupar todo el foco es sin lugar a dudas el Alcalde. Queda bien con los suyos (amigos y enemigos, ya que no se subvencionará al Artista de izquierdas con dinero de los madrileños), con el público en general (él no ha impedido la libertad de expresión) e incluso con la oposición (ha ofrecido su teatro al Poeta de los vencidos). Qué gran función para un protagonista genial. Qué gran descubrimiento para la escena española.

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