"Peor sería si no hubieran detenido a los terroristas"
Más de 30.000 afectados por los retrasos y las cancelaciones en los 787 vuelos programados entre España y Reino Unido
Jemelin Artigas, una venezolana de unos 25 años, tenía que reincorporarse a su puesto de trabajo en Londres ayer a las cuatro de la tarde. A las tres menos cuarto todavía estaba en una cola frente a un mostrador de facturación de Iberia, sin nadie que le diera una explicación. Había salido de Caracas el día anterior y llegó a Barajas a las siete y media de la mañana para coger el enlace a Reino Unido, pero aún pasaron tres horas más hasta que desde Iberia le informaron.
El cierre del aeropuerto de Heathrow, en Londres, provocó la alteración del tráfico aéreo en toda España. Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) informó ayer de que 366 vuelos habían salido hasta las 19.00 de los 571 previstos hasta esa hora. Más de 30.000 personas se vieron afectadas en España teniendo en cuenta que las 205 aeronaves comerciales que sufrieron retrasos o cancelaciones tienen una capacidad aproximada de 150 pasajeros. Iberia canceló 13 vuelos en todo el día y para hoy preveía ampliar su transporte de pasajeros al utilizar el modelo A-340, lo que aumenta en 380 plazas su capacidad. Por su parte, Easyjet informó de que había cancelado todos los vuelos previstos para Londres, pese a que la aerolínea de bajo coste no vuela al aeropuerto afectado, Heathrow.
"No vuelvo a volar, el año pasado me perdieron las maletas y ahora esto", dice Felipe
Los usuarios tenían una cosa clara, no podían llevar sus bolsas a bordo
"Voy de un mostrador a otro como una pelota de pimpón", se queja una viajera
Para los pasajeros en la T-4 del aeropuerto de Barajas lo peor era la falta de información. Nadie les contaba lo que sucedía, incluso trataban de evitar explicar lo que sucedía. "Me mandaron como una pelota de pimpón. Pregunto y me mandan a un mostrador, y de allí a otro. Al final he llegado aquí [una cola frente a los mostradores de facturación entre el 906 y el 909] pero nadie atiende. No sé si me tengo que quedar aquí esta noche o no", contó Jemelin Artigas.
En la T-4 de Barajas, las colas de pasajeros se formaban frente a los mostradores de Iberia y de British Airways. La cola frente al punto de atención al cliente de la compañía británica llegó a alcanzar los 100 metros en algunos momentos de la mañana. Se había formado hacia las ocho y media, según los guardias de seguridad.
Los empleados de la compañía británica atendían a los viajeros exclusivamente. Se negaban a hablar con los periodistas. "No nos lo permiten", aclaraba una empleada. A los pasajeros se le facilitaba un folio donde se informaba de que el Gobierno británico había prohibido llevar equipaje de mano en los aviones. A los aviones sólo se podía subir "documentos esenciales para el viaje". También Iberia repartía hojas donde explicaba que todos los vuelos con origen o destino a Reino Unido sufrirían "demoras y/o cancelaciones".
En la cola de pasajeros de British Airways, a la una de la tarde, esperaba Arrhen Knight, un estudiante británico de 19 años. Había llegado a las 9:20 a Madrid procedente de Sevilla, su viaje terminaba en los Estados Unidos tras hacer escala en Heathrow. Mientras esperaba en la puerta de embarque vio como borraban su vuelo de las pantallas de información. Él compró su billete a British Airways, pero el enlace de Madrid a Londres lo realizaba con la aerolínea española. "Ahora se pasan el problema de unos a otros. Cuando anularon el vuelo el personal de Iberia desapareció y sólo quedaron los de seguridad. Los trabajadores de AENA no querían atendernos porque decían que ellos no hacen esto, pero al final nos han ayudado", explica. Knight cuenta, en la cola de British Airways, que el personal de tierra de esta aerolínea "intenta que la gente que vuela a Inglaterra con destino final llegue allí, pero si lo que tienes es un vuelo de conexión, ellos no intentan solucionarlo". Dos horas más tarde, a las 15.00, Knight habló con los empleados de la aerolínea británica. Al borde del llanto, exclamó: "Me han echado".
Mejor suerte tuvo Ingbritt Roche, diplomática sueca. Su destino era Líbano, trabaja en la embajada sueca. Viajaba hasta Larnaca (Chipre) desde Madrid, con una escala en Londres. British Airways resolvió el contratiempo de la funcionaria escandinava "sin problemas". El nuevo camino hasta la isla del Mediterráneo oriental pasaba por Atenas.
En la nueva Terminal de Barajas había más seguridad de lo habitual. Los policías, algunos de ellos con perros, no dejaban de pasear entre los viajeros que esperaban en las colas. Hacía las 15.45 los pasajeros que esperaban explicaciones de Iberia frente a los mostradores de embarque 906 a 909, algo más de una centena, recibieron una aclaración. Una empleada de la compañía les informó de que la empresa se haría cargo sólo de quienes estaban "en tránsito", es decir en escala en Madrid; el resto tendría que esperar a que la situación volviera a la normalidad.
La irritación entre los pasajeros crecía conforme pasaban las horas. Felipe Espejo, profesor de inglés en educación secundaria y bachiller en El Palmar (Murcia), esperaba pasar sus vacaciones en Edimburgo. Volaba desde Alicante y hacía escala en Madrid y Londres. Su gran ilusión era comprar material escolar, "de mi bolsillo", para sus alumnos y montar una exposición en el instituto en el curso de su jubilación. Todo quedó en nada. A 10 minutos de las cuatro, después de haber escuchado las explicaciones del personal de Iberia, había decidido que volvía a su casa y en los próximos días viajaría al norte de Francia con su mujer. "No vuelvo a volar. El año pasado me perdieron las maletas. Ahora esto...", se lamentó.
Muchos de los pasajeros que ayer entraron en las terminales A y B del aeropuerto de El Prat se llevaron una desagradable sorpresa. Los monitores de información de vuelos coincidían en el mismo diagnóstico: todos los aviones con destino a Londres habían sido cancelados y los que se dirigían a otros aeropuertos de Reino Unido acumulaban serios retrasos. Hasta media tarde de ayer en el aeropuerto de El Prat estaban programados 30 vuelos -65 en todo el día- con destino a las islas Británicas, pero sólo partieron 10. Ninguno de ellos hacia Heathrow.
Desde el resto de aeropuertos catalanes, Girona y Reus, que en época estival incrementan las operaciones con Reino Unido, la situación fue similar. El de Girona sólo efectuó 7 de las 28 operaciones programadas; el de Reus, dos de 10.
Los mostradores de British Airways y de Iberia que debían facturar vuelos a Reino Unido no estaban operativos. En su lugar, se formaron grandes colas en las ventanillas de atención al cliente que ambas compañías disponen en la Terminal B del aeropuerto. Los empleados de las compañías afectadas se aprestaban a dar información a todo aquél que la requería y los usuarios permanecían a la espera, tranquilos. "No tiene sentido ponerse nervioso. Ha sido mala suerte. Peor hubiera sido que no hubiesen detenido a los terroristas", señaló Kevin, un londinense que ayer puso a fin a sus vacaciones en Barcelona.
Los usuarios no sabían cuándo iban a poder volar. Pero tenían una cosa clara: no podrían llevar consigo equipaje de mano: "No me importa facturar todas las maletas. Pero espero que no se aprovechen para cobrarnos sobrepeso", decía Lucía, una joven que tenía previsto viajar a Bristol.
En el aeropuerto Pablo Ruiz Picasso de Málaga ayer estaban previstos 114 vuelos a Reino Unido, 40 de ellos a Londres. Centenares de pasajeros esperaban el momento de embarcar con sus maletas.
Linda, su marido y sus dos hijas tenían previsto ayer a mediodía volar a Stansted, pero no pudo ser. Acurrucada junto a sus cuatro maletas, esta mujer inglesa se lo tomó con tranquilidad. "Nos han cambiado los billetes por otros para Gatwick, pero el nuevo vuelo sale mañana", señaló mientras rebuscaba en sus bolsas una botella de agua. "No creo que presentemos reclamación, la culpa es del terrorismo", añadió.
Hasta las dos de la tarde, sólo habían salido 32 de los 55 vuelos que debían haber despegado a esa hora hacia Inglaterra, según una portavoz de Aena.
Los cuatro vuelos previstos de Málaga a Heathrow salieron con retraso. Mirabel, una niña rubia inglesa de 12 años, no paraba de llorar con media cara cubierta por un gorro azul. Después de una semana de vacaciones, su primer viaje al extranjero sin sus padres no terminó como le hubiera gustado. Su vuelo a Gatwick previsto a las 15.30 sufrió una hora y media de retraso. "Está asustada, lo único que quiere es regresar a casa", explicó Ana, su anfitriona española, de 11 años de edad. Mientras Mirabel se limpiaba los ojos aferrada a su maleta de flores, la madre de Ana intentaba tranquilizarla.
El cierre de los aeropuertos londinenses dejó ayer en tierra a centenares de pasajeros en Baleares, especialmente en Mallorca e Ibiza, lugares de veraneo habituales de muchos jóvenes ingleses. Durante el día estaban programados cerca de 300 vuelos de ida y vuelta entre las islas y diferentes puntos de Reino Unido. En algunos casos, los retrasos superaron las cuatro horas. Todos los trayectos con destino a los tres aeropuertos de Londres fueron cancelados.
Las llamadas y mensajes de los veraneantes a sus familiares fueron la banda sonora de una larga jornada en los pasillos del aeropuerto. Un grupo de veinteañeros de Manchester se quejaba, entre bromas: "Esto sí que es volver de golpe a la realidad, después de 10 días de fiesta". Muchos optaron por pasar la noche al ras, a la espera de ser recolocados en nuevos vuelos.
Frente a los mostradores se formaron largas colas de viajeros que pretendían cambiar su billete o comprar uno nuevo. Los puntos de venta de las líneas aéreas que operan con asiduidad en Baleares, como Thomsonfly y British Midland, no daban abasto. Una pareja mallorquina lamentaba "haber tirado a la basura un fin de semana entero, incluidos los billetes, el hotel y las entradas para el concierto de Madonna, que canta hoy [por ayer] en Wembley".
En el aeropuerto alicantino de L'Altet la jornada transcurrió ayer con casi absoluta normalidad, especialmente en lo que se refiere a los pasajeros ya que en los mostradores había las colas habituales, sin demasiadas demoras en la atención. Las compañías afectadas por el cierre del aeropuerto londinense reaccionaron con rapidez y se informó inmediatamente a los pasajeros de los vuelos cancelados, los retrasados y las alternativas. En total ayer había previstos un total de 94 vuelos en este aeropuerto con destino a Reino Unido, de ellos se efectuaron 25, el resto se retrasaron o se desviaron a otros aeropuertos.
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