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Guerra en Oriente Próximo

Los desplazados invaden Sidón

Los habitantes de la ciudad libanesa se vuelcan en facilitar comida y alojamiento a 115.00 refugiados

Ángeles Espinosa

El patio del Ayuntamiento de Sidón se ha convertido en una verdadera plaza pública. Allí se cruzan familias que buscan alojamiento, voluntarios que ayudan a repartir comida o gente que rastrea el paradero de sus parientes. Es la mayor operación humanitaria de Líbano. La ciudad de Sidón, 150.000 habitantes en tiempos de paz, acoge a 115.000 desplazados del sur. Casi otros tantos han recalado allí en su huida hacia el norte escapando de los bombardeos israelíes. Toda la población está implicada en el esfuerzo que dirige su alcalde, Abdulrahman Bizri. "Nos ha fallado el Gobierno", dice.

Desde el principio, el alcalde se reunió con una plataforma de ONG locales para coordinar el trabajo. Ellas son quienes se ocupan de atender a las 44.628 personas que a 7 de agosto el Ayuntamiento tiene registradas en centros públicos (15.079) y domicilios particulares (29.549). La fundación Hariri, tal vez la más pudiente del país, asiste a otras 72.000 repartidas de forma similar, según indica Ghina Hariri, sobrina del asesinado primer ministro Rafik Hariri y que ahora coordina los equipos de voluntarios de esa sociedad.

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"Teníamos la experiencia de 1993 y 1996", señala Bizri en referencia a las operaciones israelíes Arreglo de cuentas y Uvas de la ira. Pero en esta ocasión el número de desplazados ha sido mayor. Las escuelas y centros públicos se llenaron la primera semana. "Hemos tenido que amueblar a todo correr bloques de apartamentos vacíos", apunta. Aun así, casi dos tercios de los refugiados se alojan en domicilios particulares.

"Es un trabajo inmenso a falta de una estructura estatal, que en esta parte del país no existe", constata Bizri. En su opinión, "el Gobierno ha fallado diplomática y humanitariamente". Para compensar, él ha convertido el Ayuntamiento en un centro de encuentro que permanece abierto desde las siete de la mañana hasta las dos de la madrugada. "Cerramos cinco horas para limpiarlo y regar el jardín", precisa.

Además de organizar un censo de desplazados y una base de datos que permite buscar a los familiares perdidos en la huida, el alcalde ha cedido espacio para que los municipios destruidos del sur tengan una oficina temporal y mantener en contacto a sus habitantes.

"He venido para preguntar por Qabrija", manifiesta Samaa, una refugiada que ha escapado de Tiro con su marido y sus hijos. Cuenta que en ese pueblo cercano a la frontera de Israel por el sureste aún quedan un centenar de familias, incluidos sus padres y hermanas. Samaa Dabah, una voluntaria de Solidaridad Popular, busca en el ordenador algún recién llegado que pueda darle noticias. Hace tres días sus desvelos se vieron premiados cuando reunió a una madre con sus hijos.

"El Ayuntamiento de Sidón funciona por encima de la media nacional", admite Jean-Christophe Saint-Esteben, coordinador para Líbano del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL). Saint-Esteben teme, sin embargo, los efectos a medio y largo plazo de esta situación.

"Me preocupa la promiscuidad. La falta de intimidad en estas condiciones puede causar problemas psicológicos; además, en las escuelas hay pocas duchas para el número de personas que albergan", explica. También en los pisos, donde se apiñan dos y tres familias, es decir, hasta veintitantas personas en tres habitaciones. Aunque la situación no es desesperada, el MPDL ha empezado a tener problemas pare encontrar papel higiénico para los 15.000 paquetes de productos básicos que tenía previsto repartir esta semana.

Al alcalde lo que más le preocupa es la falta de gasolina. "Estamos muy escasos", señala mientras firma los bonos para que varios vehículos municipales puedan circular. "Hasta ahora hemos logrado que los servicios públicos sigan funcionando, pero sin duda estamos al límite de nuestra capacidad", reconoce. A la población habitual y la desplazada, hay que sumar los 50.000 palestinos que viven en Sidón y los 100.000 de los dos campos de refugiados anexos, Mie Mie y Ain Helue.

"Los palestinos también se han visto afectados por la situación", apunta Saint-Esteben. El MPDL, en colaboración con su asociado local, Nabaa, ha extendido su ayuda a sectores vulnerables, incluidas algunas familias de Ain Helue. "Hay que echar una mano", resume Adib Zeidan, representante de una empresa petroquímica en Nigeria. Zeidan había venido de vacaciones a visitar a su familia y ha decidido quedarse "hasta que esto se solucione".

Un miembro  de la Cruz Roja indica la localización de tres cuerpos en un edificio bombardeado en Ghaziye.
Un miembro de la Cruz Roja indica la localización de tres cuerpos en un edificio bombardeado en Ghaziye.REUTERS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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