La ciencia de mañana empieza hoy
Ocho alumnos brillantes de bachillerato ponen en marcha proyectos en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares
Un Maldi-Tof es un moderno aparato que sirve para identificar proteínas por espectrometría de masas y que cuesta unos 460.000 euros. El asturiano Pablo Merás, a sus 18 años, ya ha utilizado esta máquina. Es un chico normal, que sale de juerga los fines de semana -"en Gijón, los sábados siempre toca", dice-, practica el fútbol y el yudo. Pero ha sacado en 1º y 2º de bachillerato un 10 de nota media. Por eso ha sido uno de los ocho jóvenes (seis chicas y dos chicos) seleccionados para participar en el programa Acércate. Se trata de una iniciativa organizada por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), que preside el cardiólogo Valentín Fuster, también director del Instituto Cardiovascular Mount Sinai (Nueva York).
Estos jóvenes, que acaban de terminar el instituto, culminaron ayer sus dos semanas de formación
en uno de los centros de investigación biomédica más punteros de Europa: la sede madrileña del CNIC. Allí han conocido de cerca el trabajo científico, han diseñado un proyecto y lo han elaborado con resultados.
El centro mandó la convocatoria en mayo a todas las comunidades autónomas y éstas la publicitaron en los centros docentes, tanto públicos como privados. Cualquier bachiller de la rama de Ciencias de la Salud podía mandar la solicitud y un escrito explicando por qué quería participar. Llegaron 240 solicitudes. Más de 30 candidatos tenían ese 10. El desempate se hizo con una entrevista en inglés. Y el resultado ha sido seis chicas y dos chicos elegidos. Provienen de centros públicos y privados de Madrid (tres), Asturias, Murcia, Andalucía, Castilla-La Mancha y Canarias.
"Estábamos tranquilos trabajando hasta que nos dijeron lo que costaban las cosas", dice Lucía González. Describe su pueblo albaceteño, Yuste, como "pequeño" y cuenta, en mitad de un proceso para "sacar las proteínas de una muestra", que el año que viene estudiará Medicina en Albacete. Los ocho elegidos han trabajado con el más avanzado equipamiento en microscopía, genómica, citometría, imagen cardiovascular, proteómica y bioinformática, y han usado técnicas que probablemente no lleguen a utilizar durante su formación universitaria.
"Se trata de que conozcan la carrera de investigador", afirma Julia Redondo, responsable de los programas de formación del CNIC. Les han explicado el método científico y lo han llevado a la práctica. "Tenemos un ratón normal y uno obeso. Hacemos una comparación de sus proteínas y sus genes para intentar demostrar que la obesidad es un factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares", explica una de las alumnas, la madrileña Ana García (17 años). Ésa es la teoría, pero luego resulta que "hacer las cosas es fácil, lo difícil es sacar conclusiones", señala Pablo Merás, que ya va cogiendo gusto al trabajo de investigador.
Todos los alumnos han pasado estas dos semanas totalmente becados, alojados en un colegio mayor madrileño. Todo incluido, además de 300 euros para sus gastos, y actividades extraacadémicas que les han llevado al teatro, a un parque de ocio y al Museo de Ciencias Naturales, que tuvieron sólo para ellos. "Esto de que cierren un museo para ti... me resulta un poco raro", asegura Blanca Herrero, madrileña de 17 años.
Ning Yu Wu nació en China hace 18 años, pero habla un español perfecto con acento murciano: esta joven vive en Cartagena desde los siete. Junto a todos ellos, la madrileña Juncal Ruiz y los dos únicos alumnos que no van a estudiar Medicina el próximo curso, la almeriense María Sánchez
(Ingeniería) y el canario Adrián Montes (Biología y Química), han sido los afortunados de este año. El próximo verano, asegura la responsable de formación del CNIC, intentarán que sean más de ocho.
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