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Reportaje:

No se olviden del enfermo

Valentín Fuster critica el actual sistema de formación de los cardiólogos, más centrado en los conocimientos tecnológicos que en la atención al paciente

Javier Sampedro

Los avances en el tratamiento del infarto son la principal causa de que la esperanza de vida occidental haya aumentado siete años en tres décadas. Pero se basan en técnicas complicadas y costosas cuyo dominio absorbe casi por entero la formación de un joven especialista. Y esto es un grave error, según el cardiólogo Valentín Fuster, que recordó ayer a sus colegas -y sobre todo a sus futuros colegas- que la tecnología se puede aprender en cualquier momento, y que no es más que un medio al servicio del fundamento real de la medicina, que es entender el problema del paciente.

Fuster compagina la dirección del Instituto Cardiovascular del Mount Sinai, en Nueva York, con la presidencia científica del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). El primero es una referencia de la investigación cardiovascular en EE UU, y el segundo pretende serlo en Europa. Pero la gran preocupación de Fuster no es el rendimiento de los cardiólogos actuales, sino la formación de los futuros.

Cuatro condiciones para el investigador: "Libertad, altruismo, pasión y consistencia"
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"La gente está muy lanzada a la tecnología", opina el científico, "pero el futuro depende de la investigación, y en los próximos diez años veremos cómo la medicina requiere cada vez menos expertos pasivos y más gente creativa. La creatividad se pagará mejor que ahora. Y el sistema de formación deberá centrarse menos en la tecnología y más en el enfermo. Los médicos pasan poco tiempo con el enfermo, y deben adoptar una actitud más cognitiva".

Fuster clausura hoy su maratón cardiológica anual, un curso intensivo que empezó hace 15 años en un cine de su pueblo (Cardona, Barcelona), y que desde hace seis organiza la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), hasta ahora en Santander, pero este año en el nuevo edificio del CNIC en Madrid.

"Si sólo pudiera transmitir un mensaje a los jóvenes que se plantean investigar, sería éste: despeja tu mente y decide qué quieres hacer. La decisión de dedicarse a investigar no se puede tomar por inercia, y sólo vale el que reúne cuatro condiciones: libertad de pensamiento -aceptando los riesgos, claro-, altruismo, pasión y consistencia".

Casi todos los asistentes al curso son cardiólogos o estudiantes de cardiología, pero ayer también asistieron una docena de alumnos de 2º de bachillerato que pasarán este verano entre las paredes (acristaladas) del centro de investigación.

Son la primera remesa del programa Acércate, que brinda a los estudiantes de secundaria la ocasión de conocer el centro de investigación desde dentro, durante cuatro semanas intensivas y con todas las consecuencias (es decir, manchándose las manos). "Además de conocer los laboratorios, tienen que hacer un proyecto", explica el director gerente del CNIC, Francisco de Paula. "Por ejemplo, aislar una proteína. Y también tendrán que escribir los resultados, aunque sean negativos".

Acércate es uno de los cuatro programas de formación para jóvenes investigadores que el centro ha empezado ya a impartir, y a los que Fuster concede la máxima prioridad. Los otros tres son Cicerone, una toma de contacto con los laboratorios de investigación biomédica para orientar a los universitarios; Invesmir, con proyectos específicos de investigación y aprendizaje de nuevas técnicas experimentales para médicos en programa MIR; y Cardiojoven, proyectos de investigación de uno o dos años para cardiólogos jóvenes, que se harán en el Hospital Mount Sinai de Nueva York.

Valentín Fuster, con los jóvenes investigadores en cardiología que asisten a su curso.
Valentín Fuster, con los jóvenes investigadores en cardiología que asisten a su curso.ULY MARTÍN

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