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"Esta práctica ahorra mucho dinero a largo plazo"

El diagnóstico genético preimplantacional es una práctica médica que pueden financiar todas las comunidades autónomas, según aseguró ayer el Ministerio de Sanidad.

Sin embargo, muchas parejas que desean utilizar este método recurren a la sanidad privada ante las largas listas de espera de algunos hospitales públicos. "Nosotros sabemos de unas 18 parejas que lo querían hacer, pero algunas han ido a la privada para evitar las listas de espera", explica María José González Galindo, de la Asociación para Problemas de Infertilidad Ceres.

El precio de esta práctica en las clínicas privadas oscila entre los 1.800 y los 3.000 euros. A esta cantidad hay que añadir el coste de la fecundación in vitro que suele estar entre los 3.000 y los 6.000 euros, según señala Antonio González Santana, ginécologo y experto en reproducción del Instituto de Medicina Reproductiva (IMER), en la Comunidad Valenciana.

"Lo importante de que la sanidad pública financie la práctica del diagnóstico genético preimplantacional, no es sólo que podamos eliminar una enfermedad en un nacimiento, sino que el sistema se ahorra además todos los tratamientos que conllevan estas enfermedades, que suelen ser muy costosos. Es un ahorro a largo plazo", señala González Santana, que trabaja además en el hospital público Arnau de Vilanova.

El desarrollo de un diagnóstico preimplantacional comienza con la fecundación in vitro. Los médicos extraen los óvulos de la mujer y los inseminan con el esperma de su pareja. La operación se realiza varias veces para obtener varios embriones.

Dos días más tarde se generan los embriones con unas cuatro o seis células. Si se tratara de una fecundación in vitro sin más, el siguiente paso sería implantar uno de ellos en el útero de la madre. En este caso, los médicos esperan un día más para que en el laboratorio se forme un embrión de hasta ocho células. En ese momento se le hace una biopsia al embrión que se ha formado y se extrae una célula.

El siguiente paso es detectar la enfermedad. Los médicos aplican unos colorantes especiales sobre la célula que tiñen la parte del cromosoma que lleva el mal genético. "Ese embrión lo desechamos y escogemos sólo los embriones que no están enfermos. Dos de ellos se implantan en el útero de la mujer para que al menos uno logre convertirse en un niño", explica el ginecólogo.

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