EE UU da una pausa a la guerra en Beirut
Condoleezza Rice visita por sorpresa la capital libanesa para expresar su apoyo al Gobierno
La secretaria de Estado de EE UU, Condoleezza Rice, mostró ayer su preocupación por la situación humanitaria en Líbano durante una breve escala en Beirut de camino a Israel. Su visita fue un gesto de apoyo al Gobierno de Fuad Siniora, el primero que no está apadrinado por Siria desde el fin de la guerra civil en 1990. No obstante, su insistencia en que se cumplan ciertas condiciones antes del alto el fuego sólo puede exasperar más a los libaneses después de 13 días de bombardeos israelíes que han desplazado a cientos de miles de personas de sus casas y destruido las infraestructuras. La propia Rice tuvo que aterrizar en Chipre y volar a Beirut en helicóptero porque el aeropuerto ha quedado inutilizado.
Condoleezza Rice afirmó que quiere "una tregua urgente, pero sostenible"
La ciudad estaba tranquila cuando su aparato se posó en el patio de la Embajada de Estados Unidos, pero el Ejército israelí seguía castigando el sur de Líbano. "Estoy profundamente preocupada por la situación de los libaneses y lo que están sufriendo. Y evidentemente, me preocupa la situación humanitaria", declaró Rice tras entrevistarse con el primer ministro libanés, Fuad Siniora, durante más dos horas. La secretaria de Estado alabó el "coraje y firmeza" de Siniora, que la recibió con los tres besos en la mejilla habituales en Líbano.
Pero la cordialidad de la cita no pudo ocultar la gravedad de la situación en la que se producía. Con más de medio millón de desplazados internos y medio país destruido por las bombas, los libaneses ven en Estados Unidos el único poder capaz de parar la ofensiva israelí. Y sin duda, el primer ministro debió transmitirle su deseo de un alto el fuego inmediato. Durante el viaje desde Washington, Rice había manifestado sin embargo a los periodistas que la acompañan que quiere un "alto el fuego urgente, pero sostenible". "Es importante que se den las condiciones para que
sea viable", declaró.
La Administración norteamericana -que ayer anunció una ayuda humanitaria de 30 millones de dólares (24 millones de euros) para Líbano- defiende que el cese de las hostilidades no durará si no se abordan las causas profundas del conflicto. Eso, para Rice significa acabar con la presencia de la milicia de Hezbolá en el sur de Líbano tal como exige la resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU. El Gobierno de George W. Bush ve al movimiento chií exclusivamente como un grupo terrorista, un enfoque que limita su capacidad de contribuir una solución que no sea puramente militar.
"Cualquiera que osa oponerse a la política israelí de ocupación y anexión es inmediatamente calificado de terrorista y desacreditado", lamentó el embajador sirio en Washington en declaraciones a una cadena de televisión.
Esta perspectiva impide a Estados Unidos percibir los objetivos nacionalistas de Hezbolá (al igual que los del grupo palestino Hamás), y cierra la puerta a la cooperación con Siria. Washington ha desestimado una oferta del Gobierno de Damasco en ese sentido porque no ve ningún beneficio, y le exige pura y llanamente que deje de apoyar al grupo chií libanés. Sin embargo, la mayoría de los analistas en la zona estiman que, "guste o no, Siria es clave para garantizar la paz regional".
Las diferencias quedaron claras cuando la secretaria de Estado se reunió con el presidente del Parlamento, el chií Nabih Berri. Aunque Berri lidera Amal, un grupo político distinto de Hezbolá, y hasta hace pocos años rival, ahora es aliado de esa formación que está en el objetivo de la ofensiva israelí y en los últimos días parece haber actuado como enlace entre éste y el Gobierno libanés.
Aunque no se informó del contenido de la entrevista, una fuente libanesa comentó a los medios locales que Rice había dicho a Berri que "la situación en la frontera no puede volver a como estaba antes del 12 de julio", en referencia a la fecha en la que Hezbolá capturó a los dos soldados israelíes. Rice dijo, según la misma fuente, que no habrá alto el fuego hasta que la milicia chií no libere a ambos de forma incondicional y se retire a 20 kilómetros de la frontera.
El tono tenso de la cita se percibió también en la calle, donde medio centenar de manifestantes recibió la llegada de Rice al domicilio de Berri con pancartas en las que podía leerse: "Acabe con el bloqueo" o "Cuatro millones de libaneses rehenes". La mayoría de los libaneses se han sentido abandonados por la comunidad internacional porque no se ha exigido un alto el fuego incondicional.
De Beirut, Rice viajó hacia Jerusalén, donde hoy se entrevistará con el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y mañana tiene previsto trasladarse a Roma para asistir a la conferencia internacional convocada para tratar de poner fin al conflicto.
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