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Reportaje:

Turismo sexual en la frontera francesa

Cientos de personas acuden a los prostíbulos de La Jonquera, la mayoría franceses

Jorge L. V. se siente en la cúspide. Aunque sólo tiene 28 años, dirige el mayor prostíbulo de España y uno de los más importantes de Europa: Lady's Dallas. Desde una esquina de la inmensa barra de la sala-discoteca, bajo el estruendo de la música y las luces, supervisa y controla un imperio sexual en el que trabajan entre 100 y 140 mujeres, que prestan sus servicios en 60 habitaciones. A diario pasan por este local alrededor de 500 personas, en su mayoría de nacionalidad francesa, que pueden duplicarse los fines de semana, cuando la gendarmería cierra el paso a los camiones y en la frontera de La Jonquera quedan bloqueados durante 24 horas hasta 3.000 vehículos pesados, algunos con dos conductores.

"Gano dinero para mi familia. ¿Cómo quiere que me queje?", dice una prostituta
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No hay estadísticas fiables. La Consejería del Interior de Cataluña asegura que en La Jonquera y en la zona adyacente hay al menos una quincena de locales de tamaño diverso en los que trabajan unas 500 prostitutas, y unas 100 mujeres más que ejercen su oficio al pie de la carretera.

La presión de la policía autonómica y estatal ha reducido los índices de prostitución en la carretera entre un 30% y un 35%, afirma el intendente para la zona de los Mossos d'Esquadra, Joaquim Berenguer. Se calcula que el 70% de los clientes son franceses, algunos de los cuales llegan a recorrer 500 kilómetros para disfrutar de unos servicios que en el sur de su país se hacen casi clandestinos.

"Esto es un hotel para pasar las vacaciones", dice el encargado de Lady's Dallas. "Las mujeres me llaman de cualquier parte del mundo, alquilan su habitación por 70 euros al día, incluidas las tres comidas. Lo que ellas puedan luego hacer es cosa suya. Yo no me meto. Pago religiosamente mis impuestos a las diferentes administraciones. Tengo todos los papeles en regla; nada que esconder. Doy trabajo a 35 familias", afirma este barcelonés oriundo del barrio de Sants, hijo de un modesto empleado de banca, que, tras sus estudios elementales, se ha especializado en "locales nocturnos".

Jorge L. V. administra el Lady's Dallas por delegación de un empresario albaceteño, R. R., que desde hace un tiempo decidió jubilarse y afincarse en Valencia, después de haberse dedicado durante dos décadas a poner en pie este pequeño emporio. Al principio era poco menos que un chamizo, con el tejado de uralita y sólo 12 habitaciones cochambrosas. Ahora, este prostíbulo es el mascarón de proa de un importante comercio sexual que se extiende por la zona.

"El secreto de mi éxito es la profesionalidad, la calidad, la higiene y la seguridad. He conseguido esto a base de horas, de sacrificio, pero sobre todo gracias a la ayuda de mi esposa; detrás de los grandes hombres hay siempre una gran mujer. Para mí, la familia es lo más importante de la vida", insiste este joven empresario, sin dejar de sorber el primer café de una jornada que empieza a las seis de la tarde y acaba a altas horas de la madrugada.

El Lady's Dallas no es el único. Un par de kilómetros más al sur, en dirección a Barcelona, siempre al pie de la Nacional II, se encuentra un antiguo hotel, balneario y ermita, donde antaño se celebraban bodas y bautizos: Los Baños de la Merce. Desde hace dos años se ha convertido también en el megaprostíbulo Madam's. Patricio, de 41 años, casado, padre de un hijo, oriundo de Buenos Aires, asegura tutelar a sus 100 chicas con mimo; el jueves, psicólogo y médico. Al mes pasan por su prostíbulo entre 10.000 y 15.000 clientes. Dispone de 48 habitaciones.

"En dos años y medio, seis redadas; no tengo nada que esconder. Pago 600 euros anuales al Ayuntamiento de Capmany por cada habitación en concepto de impuestos. Aquí no hay ni horario ni presiones, nada de nada. Las chicas están en completa libertad. Lo único que quieren es ganar dinero", asegura el gerente del Madam's. Pero esto no es todo. Sobre este establecimiento gravitan dos sentencias de los tribunales, que le acusan de incumplir las normas municipales. Algo que parece no alterar el sueño al alcalde Jesús Figa, de Convergència i Unió, que ha convertido la defensa del prostíbulo en una batalla personal y del Consistorio. El alcalde de Capmany, que lleva ya 19 años en el cargo, alega en la defensa del prostíbulo que fue el único destino que pudo encontrar para las antiguas instalaciones hoteleras, después de que tratara sin éxito de convertirlas en un casino o un hospital para enfermos terminales.

Desde Rumanía

Mona no se llama Mona. Es sólo el nombre de guerra que utiliza en el gran salón del Madam's, donde trabaja desde hace unos ocho meses. No entiende ni quiere entender de política; simplemente está aquí para ganarse la vida. Hace dos años salió de una aldea del centro de Rumania, donde trabajaba en una fábrica de bolsos de piel, por poco menos de 100 euros al mes, con los que apenas podía alimentar a su hija de cinco años y a sus cuatro hermanos.

"Mi chulo fue el que me sacó de Rumania. Me estuvo paseando por los burdeles de Valencia, Madrid y Palma. Luego me dejó tirada en la cuneta. Una amiga me ayudó y me trajo aquí. Estoy muy bien y gano dinero suficiente como para enviar cada semana a mi familia 500 euros. ¿Cómo quiere que me queje?", asegura la muchacha en una zona reservada del burdel, lejos de una barra inmensa. En este rincón del local, la música llega con suavidad, como si acompañara las imágenes que se proyectan en una pantalla enorme en la que unas contorsionistas desnudas enseñan cada centímetro de su cuerpo.

Mona habla con fluidez, entre otras razones porque el administrador del prostíbulo le ha dado la orden tajante de atender a la prensa. Tampoco parecen molestarle demasiado las preguntas, y ni siquiera titubea con las respuestas. Nada parece importarle excesivamente, salvo una cosa: su hija. "Hablo con ella por teléfono casi todos los días. Nada me gustaría más que traerla aquí y poder tener nuestra casa. Pero antes tengo que conseguir los papeles", asegura Mona. Da por zanjada la conversación, se pone en pie y, con voz dulce, explica que tiene que arreglarse.

Apenas son las seis de la tarde. El Madam's ha abierto de par en par sus puertas. Las luces de neón están ya encendidas. Coches con matrícula francesa han empezado a aparcar en los alrededores del local. Son los primeros clientes de la noche del prostíbulo de Europa.

Dos mujeres esperan clientes en el club Madam's, cerca de la frontera de La Jonquera.
Dos mujeres esperan clientes en el club Madam's, cerca de la frontera de La Jonquera.PERE DURAN

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