Los países ricos confían a Rusia un papel clave en el suministro energético mundial
La cumbre acuerda promover las inversiones para aumentar la producción de gas y petróleo
Rusia, uno de los principales beneficiarios de los altos precios del petróleo, que la renovada crisis amenaza con llevar en las próximas horas por encima de los 80 dólares por barril, obtuvo ayer el respaldo de su plan para convertirse en el garante del suministro energético mundial a medio y largo plazo. El presidente Vladímir Putin ha obtenido su principal objetivo en la primera presidencia rusa del G 8: la promoción de la seguridad de la oferta y demanda a través de una política de medio y largo plazo, mediante "mercados abiertos, transparentes, eficientes y competitivos" y un relanzamiento de las multimillonarias inversiones a escala mundial para aumentar la producción.
El documento aprobado ayer -aparte de la crisis recurrente de Oriente Próximo- ha sido el producto de una transacción. Siete países (Estados Unidos, Alemania, Japón, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá) han aceptado las ideas de Rusia, país que a su vez no ha tenido remilgos en admitir las de sus siete socios.
"Estamos de acuerdo en que el desarrollo de mercados globales de energía transparentes, eficientes y competitivos es el mejor camino para alcanzar nuestros objetivos de la seguridad energética global", dice el amplio comunicado aprobado ayer, reflejando la obsesión occidental por el respeto de los principios de la economía de mercado. Pero, al tiempo, refleja el matiz que ha logrado introducir Rusia. "Reconocemos que los gobiernos y las organizaciones internacionales también juegan un papel importante en hacer frente a los desafíos energéticos globales", añade.
Rusia subrayó este papel de los Estados -empezando, claro está, por el Gobierno ruso- tras asumir la presidencia del G 8, en enero de 2006. Además de recuperarse de la crisis financiera de 1998, Rusia aprovechaba su posición determinante en el mercado internacional de la energía para consolidar su liderazgo en el G 8. La idea de que la volatilidad de los precios del petróleo y del gas puede ahogar el crecimiento económico mundial era lo suficientemente realista como para vencer las resistencias de sus socios.
Y así parece haber ocurrido. Los socios de Rusia, reacios a utilizar la palabra "seguridad" y el concepto de "seguridad de la demanda", por temor al contrabando ideológico -esto es, al papel de la industria energética rusa de propiedad estatal- han acordado impulsar la "seguridad energética global". Rusia admite la necesidad, en este plan, de "mercados libres, competitivos y abiertos", lo que se interpreta por sus socios como un avance importante.
Es más, uno de los temas más debatidos, ha salido en el comunicado final: el de los promover contratos a largo plazo para aumentar la seguridad de la demanda, siempre que dichos contratos sean asumidos libremente por las empresas del sector privado antes que por la iniciativa de los Gobiernos.
"Los más elevados y crecientes compromisos de inversión requieren compartir mejor los riesgos entre los participantes en la cadena del suministro garantizarán flujos solventes y sostenibles de energía. Una sana diversificación económica entre los diferentes tipos de contratos, entre contratos de mercado de largo plazo y contratos día a día puede contribuir a mitigar los citados riesgos, tal como puede conseguirlo una puntual decisión y un respaldo de los acuerdos contractuales", dice uno de los párrafos sujetos a mayor negociación entre los técnicos del G 8.
La presidencia rusa, que ha conseguido finalmente hacer aprobar el término "seguridad", también logró introducir el respaldo al impulso de la producción de gas licuado (G 8). Rusia quiere a medio plazo suministrar al mercado norteamericano (Estados Unidos y Canadá) y a los mercados energéticos globales dicho gas a través de un sistema intercontinental de transporte en sustitución de una parte de las cuantiosas inversiones que requiere la entrega de energía por oleoductos y gasoductos.
"El crecimiento rápido del comercio de gas licuado está complementando gradualmente los sistemas de oleoductos y gasoductos. Para reducir los riesgos de inversión y facilitar un funcionamiento equilibrado del mercado emergente de gas licuado, vamos a crear condiciones de inversión adecuadas", dice el comunicado.
La estrategia aprobada ayer está orientada hacia el medio y largo plazo, con la idea de superar la inexistencia de una planificación, compatible con mercados energéticos libres. El precio actual del petróleo, que la semana pasada rozó los 80 dólares por barril, seguirá recibiendo, en cambio, las influencias de la débil capacidad de producción actual frente a una fuerte demanda consumidora en u n contexto de crisis geopolítica en Oriente Próximo. Los contratos que se suscriben en los mercados de futuros para el plazo diciembre de 2006 a agosto 2007 sitúan el barril por encima de los 80 dólares.
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