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Reportaje:

La Barraca vuelve a la carretera

Cuatro grupos de teatro universitario recuperan el proyecto itinerante de la República

Andrea Aguilar

Montar el tablado de madera en la plaza del pueblo; establecer las conexiones eléctricas; colocar las cortinas y los decorados; comer en la fonda; vestirse para la actuación y desgañitarse para que "todo el pueblo se enterase bien de la escena", antes de acometer el desmontaje del "tinglado de la antigua farsa" y poner rumbo a la siguiente plaza.

Esta rutina llena de polvo y nervios, descrita por Luis Saénz de la Calzada en su libro La Barraca Teatro Universitario, ha sido retomada este verano por cuatro grupos de teatro universitario que recuperan aquel innovador proyecto que Federico García Lorca emprendió a principios de los años treinta. Tirso, Cervantes y Lope de Vega vuelven así a los escenarios de pequeños pueblos y ciudades españolas de la mano de jóvenes actores aficionados, que hoy, gracias a los micrófonos, se ahorran parte del griterío.

Lorca quiso entonces "poder colaborar con esta hermosa hora de la nueva España"

Las rutas de La Barraca (www.lasrutasdelabarraca.es) integra las aulas de teatro de las universidades de Valencia, Murcia y Santiago, junto al grupo teatral de la Carlos III de Madrid. Las obras representadas -El burlador de Sevilla, Fuenteovejuna, El Caballero de Olmedo y de varios entremeses cervantinos, respectivamente- pertenecen al repertorio original de la compañía lorquiana. Y el homenaje al gran proyecto de difusión cultural republicano, organizado por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), incluye desde la recuperación del atuendo obrero-cultural hasta la representación de las piezas en muchas de las plazas históricas como Aragón, Soria, Burgos, A Coruña, Alicante, Rioja o Valencia, incluidas en las cuatro rutas que hasta finales de julio recorrerán España.

La Barraca histórica peinó durante cuatro temporadas el país en su empeño de "hacer al público en el camino", según explicó entonces su fundador y director: ..."será montable y desmontable, irá por villas y lugares, sobre todos los caminos del mundo, porque el público está en cualquier camino, al final de cualquier jornada de camino".

En el verano de 1932 estrenaron su uniforme de mono azul con el anagrama de la compañía diseñado por Benjamín Palencia: una máscara sobre una rueda de carro. Fue aquel primer año cuando Gonzalo Menéndez Pidal, además de atender la iluminación del escenario desmontable de madera, aún tuvo fuerzas para cargar con un pesado equipo de cine y rodar en 35 milímetros la primera salida. "Trabajábamos con alargadores de 30 y 40 metros y con unos focos enormes que al iluminar el fondo negro de la escena producían un efecto nuevo", recordaba el veterano "barraco" que aún lamenta entre risas no haber sabido dar la luz negra que en una ocasión le pidió el director, Lorca. La proyección de su documental la semana pasada en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde la histórica compañía ensayaba, inauguró la resurrección del proyecto.

La localidad leonesa de Villablino, un enclave minero estrechamente ligado a la Institución Libre de Enseñanza no recibió la visita de la compañía lorquiana, y sin embargo acogió la tarde del pasado jueves el début de los estudiantes del centro madrileño. Despojados ya de los monos azules que lucían la tarde anterior, reivindicaban el Encuentro Universitario Itinerante de Artes Escénicas (Unitínere) en el que se enmarca su propuesta. "Llevamos tres años con este proyecto y La Barraca nos ha permitido ampliar la ruta y representar en más plazas", explicaba su director Domingo Ortega.

Un pasacalles infantil reclutó a un buen número de niños como público para las nuevas versiones de La cueva de Salamanca y La guarda cuidadosa, de Cervantes, que esa tarde ocuparon la escena. Las fuerzas del orden, que antaño protegieron a los barracos en alguna ocasión de la furia reaccionaria, se encargaron esta vez de impedir que los niños jugaran con balones en la plaza.

Lorca declamaba antes de cada actuación que su objetivo era "poder colaborar con esta hermosa hora de la nueva España". El grito de "queremos teatro", entonado por los miembros de la compañía de la Universidad Carlos III, sustituyó las palabras del poeta y dio paso a su representación, que incluyó ritmos de pasadoble y danzas folclóricas de la región.

Un momento de la representación en Santander de <i>El Burlador de Sevilla</i> por el grupo Aula de Teatro de la Universidad de Valencia.
Un momento de la representación en Santander de El Burlador de Sevilla por el grupo Aula de Teatro de la Universidad de Valencia.ALBERTO SAINZ
Federico García Lorca, segundo por la derecha, con Pedro Salinas, en el centro, y miembros de La Barraca.
Federico García Lorca, segundo por la derecha, con Pedro Salinas, en el centro, y miembros de La Barraca.

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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