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Reportaje:

2.600 años de calzado

La exposición 'El zapato. Una huella en la historia' presenta en el Museo Vasco más de un centenar de piezas

Han servido para proteger los pies, para engalanarlos y mostrar la posición social de su propietario y, también, para alimentar los sueños de fetichistas. Los zapatos han sido desde la antigüedad algo más que una pieza de la vestimenta, y así lo demuestra la exposición El zapato. Una huella en la historia, que presenta el Museo Vasco (plaza Miguel de Unamuno, 4. Bilbao) hasta el próximo 15 de octubre.

Más de un centenar de piezas componen la exposición, organizada por el Museo del Calzado de Elda. El recorrido cronológico comienza cinco siglos antes de Cristo con sandalias persas de cuero trenzado, y avanza hasta las zapatillas deportivas del siglo XX, pasando por las caligas que calzaban los centuriones romanos, el sencillo calzado de los campesinos medievales y los bufones de la corte, y los suntuosos modelos de altísima plataforma que utilizaban las damas venecianas para protegense del barro y el agua acumulada en las plazas.

La exposición está presentada en orden cronológico. Las formas básicas del calzado (las sandalias, los zapatos y las botas) se gestaron en la antigüedad, cuando calzarse marcaba el estatus social. Sólo el faraón y los dignatarios podían llevar calzado en Egipto; en Grecia, los pies desnudos marcaban a los esclavos. En la Edad Media se extendió el uso de las polainas, mientras que, en el siglo XV, Carlos VIII de Francia puso de moda el zapato de punta cuadrada para disimular sus pies deformes. Dos siglos más tarde los tacones se extendieron en la corte de Luis XVI porque el rey empezó a utilizarlos para ganar unos centímetros de altura.

Las piezas más antiguas de la exposición son réplicas. La primera pieza original de la colección es un zapato de piel de cabritilla blanca de 1700. A su lado se puden ver zapatos con el tacón pintado de rojo, la señal que distinguía al rey y los cortesanos de la escala más alta.

En el siglo XIX se aceleró la evolución del calzado. La muestra recoge la aparición del zapato plano, los botines de la época, con cordones o abotonados, los escarpines estrechos, y el oxford, el modelo de mayor aceptación en la historia contemporánea del calzado masculino. En el siglo XX la entrada de la mujer en la esfera pública hace ganar protagonismo al zapato femenino: en los años 50 triunfa el tacón de aguja y, poco después, los movimiento juveniles renuevan la estética con la entrada de las plataformas y el color.

La última vitrina de la exposición recoge cinco piezas presentadas al concurso Lápiz de oro, organizado por el museo de Elda. La imaginación se lo creadores vuela hasta trasladar al zapato la imagen del Guernica, de Picasso o la silueta de un cisne.

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