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La Pasarela Barcelona se afianza en la apuesta joven e internacional

El traslado al recinto Fórum posibilita unas condiciones de alta calidad del diseño

La segunda edición de la Pasarela Barcelona abrió ayer su calendario de desfiles de moda femenina para el verano de 2007 con una clara voluntad de internacionalización y afirmando los valores de calidad de la moda catalana, sin desechar la participación de otras firmas españolas de interés.

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Raica Oliveira

La idea inicial de los organizadores de la Pasarela Barcelona de hacerla coincidir con la feria de moda comercial Bread & Butter fue recogida con escepticismo por patrocinadores y observadores del sector de la moda y el mercado textil. Sin embargo, los hechos vienen a dar la razón en cuanto a que la concentración de esfuerzos y medios redunda positivamente sobre la moda, sus mercados y sus figuras. Pero, si se analiza seriamente, Bread & Butter Barcelona (BBB) y Parasela Barcelona (PB) no son competencias de rivalidad concurrentes, sino todo lo contrario.

PB ha encargado a Jay Arcos (un español de éxito afincado desde 1992 en Nueva York y que ha trabajado entre otros con Chanel, Kenneth Cole y Viviente Westwood) la concepción escenográfica y técnica del evento. La que se vio en la primera jornada puede competir con cualquier acto internacional de su índole, háblese de iluminación o de ámbito interior de la pasarela, para lo que los generosos espacios del Fórum se brindan idóneos. La iluminación, potente y contemporánea, ha sido encargada al reconocido Thierry Dreyfus, considerado el mejor iluminador del mundo de la moda y el preferido de Dior y Calvin Klein.

Los desfiles se abrieron ayer con TCN, que, con un estilismo intimista, expuso el traje de baño con rombos ingleses hasta su inveterado uso del concepto lencero y el color del maquillaje a través del raso de seda evanescente y la organza. Toton Comella usa la raya marinera en marrón o en verde otoño con el lurex aportando brillo y lo asocia al punto gris muy ligero serigrafiado en oro en superposiciones amables. La gama, que no perturba una idea de burguesía tranquila, acude al violeta, el marrón, el aguamarina y el gris con un porcentaje muy rebajado en la tintura.

Txell Miras ya está establecida como el estilo mejor asentado de su generación. Para ella el tema del corsé clásico se desmembra, pero permanece y se impone sarcásticamente a otros elementos de la reconstrucción. Su desfile, que puede que no haya gustado a todos, es una especie de instalación-performance o ballet de tinieblas donde no falta el rock duro y potente que lleva al éxtasis y unos muchachos hermosos que más que floreros parecen fantasmas. En negro empolvado y blanco lienzo están sus inveteradas faldas volumétricas acompañadas de camisetas canotier; la pernera es manga y viceversa, el ruedo de falda se vuelve escote y la espalda en frontal: ¿simple juego o filosofía? Se trata de una voluntad estética particular expresada en una ritualización del motivo, que esta vez es la desacralización del corsé desde lo simbólico hasta lo sígnico, y está presente una revisión culterana de la silueta de la mujer dieciochesca.

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A continuación del debutante Juan Vidal, merecido ganador del último concurso FAD, hizo su primer desfile en solitario muy en tendencia y cercano a las nuevas estéticas que imponen los nuevos estilistas de Lanvin y Balenciaga, y con mucho rigor expositivo y manual resuelto con fuerza sobre tejidos difíciles como el tafetán, la seda y la napa en tallados precisos y hasta prietos en sus faldas de tubo, siempre en largo rodillero. Vidal llegará lejos, su seriedad es evidente, sus inspiraciones tan reales como útiles. Por ejemplo, en las rebecas cortas de manga tres cuartos, en el lazo como leitmotiv desde la cabeza al pecho escote o al profundo escote de espalda en uve; sus colores, el blanco, gris perla, plata y un atrevido fresa-fucsia avalan su coherencia y conocimientos.

Ya en la tarde, tras el diseño de Parnasse y su inspiración en el Londres de los años veinte con un cierto humor nada inocente, pasó Joaquim Verdú dando por nombre a su colección Glace, donde los colores fríos en batistas, popelines y ese punto magistral daban líneas amables, redondeadas y siempre muy femeninas; el negro y el crudo hasta el rosa y el terracota establecían una línea que abundaba en el arrugado, la volantería ocasional y la comodidad, sin pensar en una estricta coordinación, sino en una libertad urbana.

La línea Jocomomola de Sybilla ha madurado en un proceso estilístico donde siempre está presente y por detrás el sabio perfume de esta diseñadora emblemática y ya hoy un verdadero clásico: su sentido de lo orgánico, su visión humanista de la línea y el color, su aparente sencillez y sobre todo su poesía, que va de lo ideológico a lo lírico, están recogidos admirablemente en esta colección que se inspira en el descubrimiento de un nuevo ecosistema en Indonesia con especies animales y vegetales hasta ahora desconocidas para el ser moderno. Sybilla, convertida en poeta visionario, busca un paraíso a través de vegetaciones fantásticas, pájaros, tejidos ligeros y naturales en una orgánica consecución sobre las formas gentiles de arropar el cuerpo con la prenda de vestir, nunca forzando siluetas o formas, sino intentando encontrar una armonía que contenga la propia naturaleza que la inspira.

Cerraron la primera jornada los desfiles de Peter Aedo, Hannibal Laguna y el debut barcelonés de la prestigiosa firma francesa Marithé Françoise Girbaud.

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