Israel invade el norte de Gaza y rechaza el ultimátum palestino para liberar al soldado
Los milicianos exigen la excarcelación de un millar de prisioneros para soltar al rehén judío
Todo son pasos al frente. Soldados israelíes invadieron en la madrugada de ayer la frontera con vehículos blindados y tomaron varias casas en la localidad de Beit Hanun, en el norte de la franja Gaza. Una medida que pretende añadir presión sobre la ya castigada población civil para lograr la liberación del soldado judío capturado. Poco después, las milicias palestinas que mantienen cautivo al cabo israelí contestaron con un ultimátum de 24 horas al Gobierno de Ehud Olmert para que excarcele a un millar de presos palestinos. Éste lo rechazó tajantemente.
La invasión de los aledaños de Beit Hanun, de 37.000 habitantes, fue recibida con disparos por los activistas palestinos. Al menos dos milicianos murieron bajo el fuego de los helicópteros Apache y de los militares israelíes. Al mediodía, la situación estaba caliente. Se veían palestinos cargados con lanzagranadas corriendo entre los edificios de la ciudad, después de que el Ejército tomara varias viviendas y expulsara a sus residentes.
Shadi, de 20 años y vecino de una de esas casas, comentó a este diario 12 horas después del asalto: "Yo salté desde el segundo piso nada más oír que se acercaban los soldados. No sé nada de mis padres y hermanos".
Los tres grupos que mantienen cautivo al cabo Gilad Shalit -Hamás, los Comités de Resistencia Popular y el Ejército Islámico- emitieron su tercer comunicado en una clara señal de que no piensan ceder pese a que Gaza se encuentra sellada, sin corriente eléctrica y sometida a un asedio que hace la vida imposible. Si a las seis de la mañana de hoy el Ejecutivo israelí no accede a la exigencia de dejar en libertad a un millar de prisioneros, "pagarán las consecuencias". No detallaron las milicias a qué consecuencias aludían, pero sí aseguraron que darían por "cerrado el caso". La víspera ya habían advertido que si las Fuerzas Armadas israelíes continuaban bombardeando infraestructuras civiles, ellos harían lo mismo en el sur de Israel.
El Gobierno de Olmert se mostró tajante en su negativa a aceptar la "extorsión". No obstante, los mediadores egipcios, que habían advertido que abandonarían su labor anoche, proseguían negociando. No sería la primera ocasión -ha sucedido varias veces desde los años ochenta- que Israel acepta un canje de activistas presos por soldados vivos o muertos. Según el diario Haaretz, el estamento militar estaría dispuesto a liberar a prisioneros que no hayan sido condenados por actividades terroristas, aunque pertenecieran a organizaciones calificadas por el Estado judío con ese marchamo.
Pese a la tensión reinante, la artillería hebrea no se empleó ayer a fondo, como en jornadas precedentes, cuando llegaron a disparar hasta 500 proyectiles en 24 horas. Y, por vez primera en seis días, no se oyeron las brutales bombas de sonido desde la madrugada hasta la tarde.
No obstante, se dan las circunstancias para que el estallido de violencia brote en cualquier instante. En el sur de la franja, los militares israelíes ya cuentan con una base en el aeropuerto de Rafah desde un día después de la captura del cabo Shalit por un grupo de milicianos, el 25 de junio. Pocos creen que el Ejército israelí se disponga a reocupar Gaza. Pero sí creen probable que dividan la franja con controles militares, tal como hicieron desde 1994 hasta 2005, cuando abandonaron el territorio tras 39 años de presencia armada y de los colonos judíos.
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