Pinceladas sin orden
Hasta las desconocidas tierras de Bhután, en el Himalaya Oriental, se ha trasladado el realizador vasco Jon Garaño para filmar The dragon house, uno de esos documentales que no se sabe bien si vienen o si van; si pretenden ser pedagógicos o simplemente curiosos; si aspiran a abrazar la mayor cantidad de información posible sobre el país o se conforman con unas cuantas pinceladas de color.
En principio, dos son los principales personajes de la película: un joven monje budista, heredero de la tradición de un país que comienza a dar la bienvenida al progreso tras permanecer durante siglos anclado en el medievalismo; y, en segundo lugar, el autoproclamado "primer pinchadiscos de Bhután", fanático de la música house (nada menos), convencido de que algún día formará parte de la Historia (con mayúsculas) de su país y, según se cuenta, exponente de la rebosante modernidad de parte de las nuevas generaciones. Sin embargo, el presumible contraste entre uno y otro nunca se hace patente. El documento va dando bandazos constantes sin que se adivine una metodología formal clara. Se mezclan los datos curiosos con otros innecesarios o poco representativos. Las entrevistas con los protagonistas van acompañadas de testimonios de antropólogos, directores de periódicos, empresarios, religiosos... Pero el problema siempre es el orden, o más bien la ausencia de él. Nunca se advierte que el documental fluya y que la información vaya pareja con las preguntas que le surgen al espectador. Como si Garaño pretendiera ser muy exhaustivo y acabara resultando demasiado superficial.
THE DRAGON HOUSE
Dirección: Jon Garaño. Producción: Xavier Atance, Jose Mari Goenaga, Fernando Larrondo. Género: documental. España, 2005. Duración: 80 minutos.
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