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Reportaje:

Otros 'viajes'

La metadona se consolida frente a la heroína, mientras se debate la lucha contra los nuevos consumos

El programa de mantenimiento con metadona se ha consolidado en Euskadi tras más de una década de funcionamiento y ha logrado que la gran mayoría de los heroinómanos se estabilicen como enfermos crónicos, tengan una mayor calidad de vida y estén integrados social y familiarmente, según resumió ayer la directora de Drogodependencias del Gobierno vasco, Belén Bilbao. Ahora, el gran desafío se sitúa en el tratamiento de las nuevas drogodependencias, ligadas a sustancias como la cocaína o el cannabis, para las que "no existe un medicamento equivalente a la metadona", advirtió el responsable de Asistencia Psiquiátrica y Salud Mental de Osakidetza, Álvaro Iruin.

Bilbao e Iruin participaron en San Sebastián en la jornada profesional Farmacia y drogodependencias, celebrada en el marco de los Cursos de Verano de la UPV. Poco antes de tomar parte en el debate, recordaron ante los medios de comunicación que el Servicio Vasco de Salud puso en marcha los programas de dispensación controlada de metadona, un producto sintético sustitutivo de la heroína, en 1992. Cuatro años después comenzó la colaboración de forma voluntaria de las farmacias vascas. Fueron las primeras de España. Los pacientes, por tanto, pueden tomar su dosis, vía oral y siempre prescrita previamente por un médico, en centros de salud mental de Osakidetza o en alguna de las 330 boticas acreditadas para ello.

La cifra total de personas tratadas anualmente se mantiene en algo más de 2.000 -el pasado año fueron 2.273 y más o menos la mitad acudió a farmacias-, aunque el número de nuevos pacientes desciende cada año debido a los cambios en las pautas de drogadicción: el consumo de heroína ha disminuido frente al de otras sustancias. El pico más alto se registró en 1999, con 611 nuevos casos, mientras que en 2005 la cifra bajó a 194, según los últimos datos de Osakidetza.

"El programa de metadona marca un antes y un después en el tratamiento de drogodependencias", subrayó Bilbao. Y es que la dispensación controlada de este producto no sólo ha mejorado las condiciones de salud de los heroinómanos, sino que además ha hecho que desciendan la inseguridad y el índice de delitos. Hace quince años, cuando la heroína todavía se situaba a la cabeza de los consumos, "los toxicómanos eran habituales de los juzgados por pequeños delitos", afirmó Bilbao. "Hoy en día esto es residual" y, si acaso, se da en personas "que han fracasado en el programa", añadió.

La coordinadora del programa de metadona en las farmacias guipuzcoanas, Begoña Ortega, confirmó que los comienzos de esta experiencia fueron difíciles, ya que algunos pacientes eran los mismos que antes habían protagonizado situaciones conflictivas o incluso atracos en los establecimientos. Esta realidad ha dado la vuelta. Si en los años ochenta las boticas de la provincia sufrían más de cien atracos al año, en la actualidad, y tras diez años de la puesta en marcha del plan en las farmacias, prácticamente han desaparecido, según aseguró Ortega, quien hizo un balance "positivo" del servicio.

Ni Osakidetza ni la dirección de Drogodependencias manejan datos sobre qué porcentaje representan los pacientes del programa respecto al número total de heroinómanos, pero ambos coinciden en que hoy por hoy las personas no atendidas son pocas. También es difícil cuantificar el éxito del plan, pero hay algunos datos que dan cuenta de su eficacia. El 90% de los pacientes se mantiene en el tratamiento. Y si en un principio la metadona se suministraba sólo por las mañanas, ahora el servicio se extiende a las tardes, porque los beneficiarios han ido normalizando sus vidas e incorporándose al mercado laboral y les viene mejor el horario vespertino, según detalló Iruin.

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Los retos del futuro se centran en el tratamiento de las nuevas adicciones, que se presentan en muchas ocasiones en forma de policonsumos, a edades cada vez más tempranas y vinculadas con la diversión de los fines de semana. No existe de momento un producto para estas drogas como la metadona es para la heroína. El responsable de Salud Mental de Osakidetza resaltó la necesidad de incidir en el mensaje de que "el uso de tóxicos conlleva un riesgo". "La percepción de riesgo ha disminuido en la misma medida en que ha subido el consumo", constató.

Los nuevos consumos están provocando importantes síntomas psiquiátricos. Iruin se mostró preocupado ante la incertidumbre de cómo van a configurar en el futuro estas enfermedades el sistema de salud mental.

Heroína en la cárcel

El servicio de dispensación controlada de metadona se ofrece en las tres cárceles vascas con resultados positivos, según apuntó ayer la directora de Drogodependencias, Belén Bilbao. Pero todavía hay presos que fracasan en este programa. Por eso, el Departamento de Vivienda y Asuntos Sociales anunció en febrero del pasado año su intención de llevar a cabo un ensayo en la cárcel alavesa de Nanclares de la Oca, donde la mitad de los ingresados son drogodependientes. Su intención era suministrar heroína de manera controlada a 60 presos.

Siete meses después, el Ministerio de Interior vetó el proyecto del Ejecutivo autonómico, aunque la directora de Drogodependencias no renuncia a la idea. "Existe la infraestructura y un trabajo previo que permite implementar un programa de este tipo. Lo planteamos para gente que está en una situación de enfermedad adictiva mental y física muy importante y que ha fracasado en otros programas; como una alternativa más, como en cualquier otra enfermedad", insistió Bilbao.

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