_
_
_
_
_
La reforma europea del vino

"Queremos competir, no arrancar viñedos"

La propuesta de Bruselas perjudica sobre todo a Castilla-La Mancha, tercer productor europeo

Cristina Galindo

De las bodegas de Baco sale el 10% del vino que se produce en Castilla-La Mancha. Esta asociación de cooperativas, que debe su nombre al desinhibido dios romano, es la mayor de la comunidad manchega, que resultará una de las más afectadas si la propuesta de la Comisión Europea para la reforma del mercado del vino sale adelante tal y como fue presentada esta semana. "Sería un desastre; me niego a asumir que este documento vaya a ser el definitivo", afirma Ángel Villafranca, presidente de Baco. "¡No sé qué haríamos!", se pregunta. El sector calcula que la propuesta actual supondrá el abandono de un tercio de los viñedos manchegos, con la consiguiente pérdida de empleos.

Esa misma estimación puede trasladarse a Baco, que agrupa a 13 cooperativas con 11.000 viticultores y unas 50.000 hectáreas de viñedos. Su sede está en Alcázar de San Juan, una localidad de 28.783 habitantes de Ciudad Real, y que se nutre principalmente de la industria agroalimentaria. "Aquí sabemos mucho de reconversiones", explica Villafranca. "Hace 20 años casi toda la gente vivía de Renfe y su trabajo giraba en torno a la gran estación, pero hubo un parón y ahora prima la industria del queso [el grupo García Baquero está allí] y el vino", dice Villafranca, que también es vicepresidente de la Unión de Cooperativas Agrarias de Castilla-La Mancha.

Más información
Las bodegas de La Rioja, poco afectadas
"Quedamos pocos por abandonar"

"Si la gente arranca viñedos en masa, toda la zona se verá perjudicada", afirma este viticultor.

De los 400.000 viñedos que quiere arrancar Bruselas en cinco años, se estima que la mitad está en esta comunidad. Con 600.000 hectáreas, Castilla-La Mancha acapara la mitad de la superficie destinada al cultivo de viñedos de España, lo que convierte a esta comunidad en la tercera con mayor volumen de producción de la Unión Europea, tras Francia (900.000 hectáreas) e Italia (800.000 hectáreas).

Pero casi todo el vino manchego se vende a granel y una parte acaba como mosto o alcohol. Su producción es menos rentable que la de otras regiones, como La Rioja, porque en los viñedos de las cooperativas manchegas, como Baco, hace mucho más sol, pero casi no llueve. El resultado es que, con más superficie para cultivo, producen menos por hectárea, y además tienen que vender a menor precio y hacer frente a rivales de otros países no europeos, como Chile.

"Tenemos claro que hemos de competir en el mercado, que tenemos que vivir de lo que vendamos, y que una reforma de las subvenciones es necesaria, incluida la eliminación de las subvenciones a los excedentes de vino, pero si se premia sin límites al abandono de los viñedos, muchos viticultores se verán obligados a abandonar", dice. "Queremos un periodo de transición de cinco años para adaptarnos y ayudas directas para mejorar la calidad y buscar nuevas vías de comercialización".

Baco lleva unos años trabajando en un plan para impulsar su negocio, que incluye su primer embotellado y un esfuerzo por aumentar las exportaciones a EE UU, Nueva Zelanda y Rusia. "La UE debería promocionar el vino europeo en mercados emergentes, como el este de Europea, no acabar con él", advierte.

Ángel Villafranca, rodeado de depósitos de vino en la sede de Baco.
Ángel Villafranca, rodeado de depósitos de vino en la sede de Baco.C. G.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_