Puntualizaciones
En relación con el artículo de Soledad Gallego Díaz del 16 de junio pasado titulado ¿Dónde denunciar a los médicos fanáticos?, y dado que citaba expresamente "a las enfermeras que se niegan a subir el gotero de morfina de un hombre con una enfermedad terminal porque el doctor sólo ha dejado escrito que se incremente la dosis cuando precise", quisiera hacer dos escuetas puntualizaciones como profesor de enfermería médico-quirúrgica de la Escuela Universitaria de Enfermería del único hospital citado en el artículo: el Severo Ochoa de Leganés:
1. La actuación de los profesionales de enfermería, en lo que a la administración de fármacos se refiere, se realiza siempre en consonancia, y de acuerdo, con lo escrito en las órdenes de tratamiento de cada paciente. Donde además, aun cuando así lo considere el facultativo correspondiente, nunca figura una orden tan imprecisa como "que se incremente la dosis cuando precise", sino en qué cantidad debe incrementarse dicha dosis, si es que eso fuese necesario.
2. Que, a fin de cuentas, lo que se cuece en el caso de este hospital no es un problema de deontología profesional, sino de política sanitaria, aunque la periodista parezca querer salvar a todas las autoridades políticas (tanto a las que ahora están en el poder como a las que antes lo ejercieron y ahora se encuentran en la oposición) de la falta de recursos asistenciales en relación a la atención sanitaria que reciben en su domicilio los enfermos terminales en nuestro área de salud, para acabar por dar de bofetadas al personal sanitario, tanto de medicina como de enfermería, que sufre esas graves deficiencias tanto como la población.
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