El Consejo de Derechos Humanos nace con la ausencia de EE UU
Cuba, Arabia Saudí y China estarán en el nuevo organismo de Naciones Unidas
El recién nacido Consejo de Derechos Humanos de la ONU, inaugurado ayer en Ginebra, ha empezado a reemplazar de manera definitiva a la antigua comisión del mismo nombre, disuelta por su crónica incapacidad para ejercer su función a lo largo de sus 60 años de existencia. El nuevo Consejo, la instancia suprema para la defensa de los derechos y libertades fundamentales en todo el mundo, se reunirá en la citada ciudad suiza al menos tres veces al año.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, fue el impulsor de esta reforma del sistema y el encargado de abrir las sesiones, que se prolongarán hasta el próximo día 30. La inauguración contó igualmente con la presencia de la vicepresidenta primera del Gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega.
Annan expresó sus deseos de que los trabajos del Consejo "se desmarquen claramente" de los de la antigua Comisión. "No debemos permitir al Consejo embarcarse en luchas políticas ni recurrir a bajas maniobras", dijo el secretario general.
En opinión de Kofi Annan, el Consejo puede dar "a la ONU y a la humanidad una nueva oportunidad de retomar la lucha por los derechos fundamentales". "No perdamos esta oportunidad", instó a los representantes y delegaciones de más de 100 países.
Por su parte, el presidente de la Asamblea General, Jan Eliasson, pidió a los 47 Estados miembros del Consejo "estar vigilantes para no repetir los errores del pasado".
Apenas nacido, el Consejo de Derechos Humanos ha recibido ya numerosas críticas. "Comienza mal", en opinión de la organización Reporteros Sin Fronteras. Esta ONG destacó que con países como Argelia, Arabia Saudí, Cuba, Rusia, China, Nigeria o Pakistán entre sus miembros "existen serias dudas sobre su posible eficacia".
Por su parte, EE UU ha visto en la designación de Cuba como miembro del Consejo la mejor justificación para no participar de él "al menos durante su primer año". Esta posición crítica no es compartida por todos. Para el embajador de Francia ante la ONU, Jean-Maurice Ripert, "un Consejo que no incluyera más que democracias europeas no serviría de nada". Similar es la postura del Gobierno suizo, impulsor del proyecto y país anfitrión del nuevo organismo. Según la ministra suiza de Exteriores, Micheline Calmy Rey, "el Consejo consagra a Ginebra como la capital mundial de los Derechos Humanos". Su portavoz, Raphaël Saborit, añadió que "la gran diferencia consiste en que reemplazaremos la acusación permanente por el diálogo", y destacó que "la creación de nuevos instrumentos políticos y una nueva estructura deberían facilitar el trabajo".
Esta primera reunión del Consejo se centrará en los métodos de trabajo del nuevo organismo, aunque espera adoptar una resolución sobre las desapariciones forzadas y sobre los derechos de los pueblos indígenas. Ningún país será examinado en esta primera ronda.
Precisamente, en vísperas de la primera reunión del nuevo Consejo, una coalición de grupos disidentes cubanos moderados, liderados por el Arco Progresista, de tendencia socialdemócrata, pidió a las autoridades cubanas amnistía general para los presos políticos y de conciencia, mejorar las condiciones de las cárceles y una moratoria jurídica en la aplicación de la pena de muerte, informa Mauricio Vicent desde La Habana. La agrupación respalda el ingreso de Cuba como miembro de pleno derecho del Consejo, pero plantea que el Gobierno ha de ser consecuente y respetar las normas internacionales de derechos humanos. Los opositores solicitan el fin de los denominados "actos de repudio".
La presidencia del Consejo de Derechos Humanos ha recaído por un año en el mexicano Luis Alfonso de Alba (Jalisco, 1957), quien anteriormente ha desempeñado el puesto de embajador de su país ante la ONU.
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