"Mi 'tempo' y el de la Administración tienen ritmos distintos"
Los directores de orquesta son maestros del tiempo. Juegan, trabajan, tratan de dominar lo que esa variante encierra en los sonidos. Pero algunos tienen la mala pata de, además, luchar contra él. Ocurre cuando los relojes de uno van a un ritmo y los del resto a otro. Y el resultado es impaciencia. Le ocurre a Josep Pons (Puig-Reig, Barcelona, 1957), director desde hace tres años de la Orquesta Nacional de España (ONE). "Creí que en este tiempo iba a conseguir más cosas de las que he podido", afirma. "Mi tempo y el de la Administración tienen ritmos distintos"
. Si bien la mayoría de logros están en la cuenta, según el juicio mayoritario de la crítica, de las cuestiones artísticas -sobre todo con una programación ambiciosa, que atrae cada vez más a grandes solistas y directores y con actividades paralelas muy interesantes- no ha logrado del todo cuajar el galimatías burocrático y administrativo con un más que necesario proyecto de reforma para el que necesita el apoyo de la Administración y no el silencio con el que se encuentra en algunos despachos. Al llegar al suyo, en la sede de la ONE en el Auditorio Nacional de Madrid, Pons recibe con una maleta en la que, dice, guarda sus logros. "Aquí está lo que hemos hecho", asegura. Pesa bastante.
"Actualmente hay una indefinición jurídico-laboral que se resolverá con la Ley de Agencias"
"Me gustaría ir más rápido (...); la sociedad, el público, se fija en nosotros; hay atención y presión"
"Programo con mucho entusiasmo. Para mí, un auditorio es como un museo"
"Sé qué problemas hay, y creo que tengo las soluciones para mejorar el funcionamiento"
Pregunta. Dentro de esta maleta me encuentro los programas, los ciclos, las actividades paralelas, un buen plantel de solistas. Los otros papeles necesarios para que se lleve a cabo la reforma integral de la orquesta, los estructurales, ¿en qué despacho se encuentran?
Respuesta. Lo artístico está ahí dentro. Hemos consolidado el Septiembre sinfónico, este año con The Swingle Singers, que harán un homenaje a los Beatles y Rodolfo Mederos, el mejor bandeonista que existe, para mí. Las cartas blancas, también se han hecho con George Benjamin y Werner Henze. El año que viene, en junio de 2007, comenzaremos el Festival Europa América. Los ciclos sinfónicos han cuajado con su carácter temático, el de Viena, el Mito y ahora Fausto, con los que el público tiene la gran música... Además, hemos cubierto 27 plazas que estaban vacantes.
P. ¿Qué más quiere, entonces?
R. Faltan cosas para consolidar la grandeza de este proyecto. Creo en él, que es posible y que es único para España. Podemos hacerlo, tenemos la capacidad para ello. El problema es que a veces, a mí, me cuesta entender los tiempos de la Administración. Ellos dirán que soy impaciente y, de hecho, muchas veces, les veo sufrir cuando pido cosas, pero el hecho es que a mí me cruje, me gustaría ir más rápido, entre otras cosas porque yo no tengo un tiempo indefinido, la sociedad, el público, se fija en nosotros, hay atención y presión, yo necesito más madera. Desde el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM) -del que depende la ONE- he recibido apoyo y buenas palabras pero yo necesito más celeridad y compromiso. Demasiadas veces llegamos a un punto en que nos encontramos con la respuesta de que no pueden hacer más de lo que hacen y yo me resisto a admitirlo porque creo que las cosas son como uno quiere que sean. Por el momento, la huelga que los músicos tenían convocada se descon-vocó en diciembre pasado y para ello se esforzaron todas las partes, el INAEM, los demás ministerios implicados, administraciones públicas y Hacienda y el comité de maestros. En teoría, todo se resolverá cuando entre en vigor la Ley de Agencias, por la que pasaremos a tener más independencia.
P. Y eso, ¿cuándo será?
R. A lo largo de 2007, dicen.
P. Pero su contrato acaba ya, lo firmó por tres años.
R. Acaba y vamos a prorrogarlo con algunos matices hasta que entre en vigor la ley.
P. Y después, ¿seguirá?
R. He puesto condiciones porque después de tres años he visto cómo están las cosas, sé qué problemas hay y creo que tengo las soluciones para mejorar el funcionamiento.
P. ¿Por dónde empezaría desde aquí? ¿Qué es lo más urgente para colocar la ONE en el nivel que usted pretende?
R. Actualmente, hay una indefinición jurídico laboral de lo que somos dentro de la Administración que se resolverá con la Ley de Agencias. Así llevamos 20 años y cada vez que se ha intentado solucionar un problema técnico se ha buscado una salida que lo ha enredado más, cuestiones de sueldos, alquiler de instrumentos, horarios, giras, grabaciones... Por eso, lo más urgente es aprobar un reglamento, cuyo borrador ya está hecho y que falta acordar con los músicos y la Administración. Un reglamento que nos permita no perder el tiempo en cosas básicas.
P. ¿Y a qué esperan?
R. Ya está elaborado el borrador desde hace cuatro meses, pero lo están examinando en la Administración a ver de qué manera encaja.
P. ¿A eso es a lo que se refiere, por ejemplo, con los distintos ritmos?
R. Por ejemplo. Seguro que es lo que necesitan, pero es que yo no lo sé y hasta que no esté firmado ese documento yo no voy a hacer un nuevo contrato porque quiero saber de qué puedo morirme en el futuro y necesito garantías para cuatro años más. Hay cuestiones artísticas de las que ahora nadie me puede dar esas garantías, sólo pueden hacerse dentro de la nueva ley, en la que responderemos ante un consejo en el que habrá miembros del Estado y en el que podrán entrar empresas privadas para patrocinar la orquesta.
P. ¿Su experiencia ha sido mejor o peor de lo que usted pensaba?
R. Siempre las cosas son peores de lo que esperas, pero, ojo, repito, hemos hecho mucho y estoy muy satisfecho de la evolución artística.
P. Pero no todo lo que esperaba.
R. Creí que podía haber hecho más. Los grupos de cámara, por ejemplo. Son fundamentales para mí y para los músicos, porque pueden desarrollar mejor así su trabajo. Me duele mucho no haber creado una gran serie de cámara.
P. Sin embargo, sus programaciones temáticas han sido muy celebradas por la crítica y algo contestadas por el sector más conservador del público.
R. Programo con mucho entusiasmo. Para mí, un auditorio es como un museo. Pero el público debe ir más con el ánimo de ver exposiciones temporales que permanentes. No puedes dar siempre lo mismo.
P. Hablando de público, la ministra de Cultura no ha aparecido por ningún concierto de la ONE, ¿se la espera?
R. Me encantaría poder ver a Carmen Calvo en algún concierto. El otro día estuvo Sonsoles Espinosa y le encantó. La ministra me apoyó mucho en la Orquesta Ciudad de Granada
[en la que Pons estuvo 10 años] y me une a ella una amistad, pero a lo mejor no viene por cuestiones de quien le marca la agenda.
P. Le noto un tanto ansioso.
R. Yo he dado todo lo que podía y más, también el equipo de la orquesta, con Félix Palomero como director técnico. Estos son proyectos en los que hay que llegar al fondo con la mayor celeridad posible. Y si es cierto que va lento también lo es que nunca ha dejado de moverse.
P. En resumen, ¿dónde se ha encontrado usted más a gusto, en la ONE o en Granada?
R. Yo procuro sentirme a gusto donde esté. El trabajo condiciona, pero intento que no determine las cosas. Hay problemas en todas partes. En Granada estuve muy a gusto, aquí, a veces, veo la montaña por escalar y pienso: ¡Dios mío! ¡Dónde me he metido! Pero hemos hecho conciertos estupendos.
P. O sea, que es más feliz en el podio que en los despachos, podríamos concluir.
R. Sin duda, ahora, feliz, feliz, en mi masía del Ampurdán.
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