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Tribuna:EL 'CASO TERRA MÍTICA'
Tribuna
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¿Dónde está el dinero? ¡Muera la inteligencia!

Parece que la pregunta con la que Josep Torrent encabezaba su ponderada reflexión sobre Terra Mítica (EL PAÍS, 23 de mayo de 2006) se responde, desgraciadamente, por parte de la clase empresarial (con mis disculpas para los múltiples emprendedores honrados del País Valenciano) con la aseveración que Millán Astray le espetó en Salamanca en 1936, a Miguel de Unamuno.

El catedrático de griego moriría un mes después, pero supo enfrentarse con la palabra (¡y que palabras!) al general golpista. Después ya saben, el franquismo, la ignorancia, el exilio y cuarenta años de hierro.

En mi modesta opinión, aquí deberían estar encendidas todas las alarmas. Los ejemplos que reciben nuestros jóvenes puede dar algunas claves sobre sus comportamientos, más o menos colectivos, en los que valores relacionados con la cultura basada en el esfuerzo, el estudio, la innovación y la legítima recompensa por el trabajo bien hecho, parece que no sean de estos tiempos en esta tierra.

Algo muy preocupante está pasando en el País Valenciano cuando el presidente de la Cámara de Comercio no tiene empacho alguno en descalificar de arriba abajo a la universidad, para arremeter contra un conseller, veterano ex rector, que al parecer (y sé lo que me digo) no le dio una determinada ayuda pública.

No voy a sumarme a ninguna defensa corporativa de lo universitario, donde muchas vergüenzas y reformas tenemos que digerir si queremos sobrevivir a los nuevos tiempos que la globalización nos impone; pero sí hay que llamar la atención sobre el hecho de que son demasiados los que, abusando de una vitola tan legítima como la de empresarios, deben replantearse a que tipo de personajes están poniendo como sus representantes en nuestra sociedad civil y política.

Un ejemplo: Cámara de Valencia, CEV y Fundación Proave deciden crear un Foro sobre la Alta Velocidad y esto es lo que destilan a la altura de mayo de 2006: "analizando los plazos e inversiones realizadas por el Gobierno de España..., encontramos varios puntos críticos:

1º. El escrupuloso seguimiento y exigencia de los plazos de ejecución de las obras ya adjudicadas.

2º. Solapar actuaciones, como son creación de plataformas y colocación de vía y servicios.

3º. Definir las actuaciones que puedan estar operativas en la estación de Valencia antes del verano de 2007 para que esté en funcionamiento en la fecha de 2009.

4º. Acelerar la contratación de vehículos a lo largo del primer semestre de 2007".

Más allá de la forma de redactar el texto, es difícil ser más pretencioso y vacuo. Tanto en Fomento como en Renfe se preguntan qué quieren decirles los empresarios valencianos con un comunicado como éste. Algunos universitarios ya dijimos lo que pensábamos hace lustros sobre materias como éstas y desde luego, equivocados o no, no fuimos tan banales y esto que trabajamos a coste cero.

Situaciones como la que estamos viviendo hacen que el respeto hacia lo valenciano no crezca en absoluto. Desgraciadamente, hay elementos que dejan un regusto de franquismo: mientras nadie quiere contestar a Torrent acerca de dónde está el dinero, Virosque, en su papel de presidente de la Cámara de Comercio, quema a toda la universidad y en paralelo crea foros con aportaciones de esta pobreza intelectual.

No creo, en absoluto, que Camps sea un franquista, ni que el PP valenciano tenga el nivel intelectual de Virosque, pero entenderán que así no podemos seguir y si lo hacemos, los modelos mafiosos empezarán a aparecer en una tierra donde la laboriosidad ha marcado su historia.

Gregorio Martín Quetglas es catedrático de Ciencias de la Computación de la Universidad de Valencia.

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