"No voy a pagar la deuda externa"
El aspirante socialdemócrata a la presidencia de Ecuador, León Roldós (1942), encabeza las encuestas con vistas a los comicios del 15 de octubre. Su candidatura es fruto de la coalición entre el partido de Roldós, Red Ética y Democracia, y el de Izquierda Democrática (ID). Abogado y académico, llegó a ocupar brevemente la vicepresidencia tras la muerte de su hermano, el presidente Jaime Roldós, en un accidente aéreo en 1981. Es la tercera vez que intenta llegar a la presidencia (antes como candidato del Partido Liberal) y, de paso por Madrid, trató de convencer a políticos y empresarios españoles de que ésta es la vencida.
Pregunta. ¿Qué opina de la victoria de Alan García en Perú?
Respuesta. Considero a Alan un amigo y espero que, como él mismo dijo durante la campaña, la mala experiencia de su primer mandato [1985-1990] le lleve a hacer algunas rectificaciones. En los últimos años, tal vez en ningún otro sitio como en Perú, se ha visto la paradoja latinoamericana de una economía boyante frente a una distribución de la riqueza cada vez más desigual. Mientras la inversión en el país aumentaba un 25% y las exportaciones un 44%, al sur de Ecuador llegaban peruanos dispuestos a trabajar por un salario de 46 euros al mes. García puso en marcha varios programas sociales, pero descuidó las grandes cifras, y en menos de dos años de mandato el país se había colapsado. Estoy seguro de que Alan ya sabe que para distribuir riqueza primero hay que crearla y que, una vez obtenida, hay que repartirla bien para continuar creándola.
P. Hay dos polos de influencia en la región, uno encabezado por el presidente venezolano, Hugo Chávez, y otro, por el brasileño Lula... ¿A cuál se apunta?
R. Creo que son bien distintos. Venezuela cuenta con el petróleo y, al precio que está, puede darse el lujo de encabezar un movimiento revolucionario. Por el contrario, Brasil es un mosaico, no depende de una única fuente de ingresos ni de una única fuerza política motora. Los dos presidentes se mueven en escenarios distintos, y, si tengo que decantarme, yo diría que la realidad ecuatoriana es mucho más parecida a la brasileña. Nosotros también tenemos que buscar el equilibrio permanente, tanto económico como político. Dicho esto, añado que yo querría tener pactos con Caracas, estoy en favor de que Ecuador y Venezuela tengan buenas relaciones. A lo que me opongo es a la personalización de las políticas. No creo que para forjar una comunidad latinoamericana tengamos que optar entre Chávez o Bush. Quiero llevarme bien con Chávez y también con la Casa Blanca, aun cuando esté en manos de Bush, con quien discrepo en muchas cosas.
P. ¿La Comunidad Andina [bloque comercial] está condenada tras la salida de Venezuela?
R. La Comunidad Andina agoniza, pero no por culpa de Chávez. Es el modelo en sí mismo el que está al borde del colapso. Hay que salir de esta situación y creo que un camino es acercarse al Mercosur para formar una comunidad regional. Esta unión, sin embargo, no puede condicionarse a que un país tenga buenas relaciones con Cuba o Venezuela y malas con EE UU, o viceversa. No creo en el alineamiento, sí en el interés común.
P. ¿Está a favor de un tratado de libre comercio (TLC) con EE UU?
R. El acuerdo que ya está negociado es malo, jamás lo respaldaré. Un acuerdo comercial, y no hablo necesariamente de un TLC, debe negociarse con la participación de todos los grupos empresariales y sociales. Un pacto comercial tan importante no es de un grupo, es de todos.
P. ¿Escucharía a los indígenas?
R. Por supuesto, pero siempre en el marco del acuerdo... Mire, lo que hay que recuperar en Ecuador es la democracia, bien entendida. Todos los gobernantes, desde 1992 hasta ahora, incluidos los más contestatarios, han acabado en el trapicheo político. Tú me das... A cambio te doy... Todos se divorciaron de los sectores populares y se pusieron a las órdenes de la mafia política. Uno tras otro, los presidentes fueron exprimidos y descartados.
P. ¿Usted no debe nada?
R. No, no vamos a caer en el trapicheo, llevo muchos años peleando contra esa práctica. Las mafias políticas y económicas han buscado con lupa algo que pudiera ponerme en sus manos, un error, un chanchullo, y nada. Yo no tengo acuerdo electorales, sino propuestas.
P. ¿Por ejemplo?
R. No voy a pagar la deuda externa. No en los términos en los que está negociada. Me parece de lo más absurdo que un país viva para pagar la deuda. En Ecuador, el 42% del Presupuesto es deuda externa. Ni la renegociaremos con un nuevo plan de pagos con ajustes que acaben por desangrar al país, ni haremos lo que hizo Alan [García], pagar un 10% y lo demás veremos. Yo seguiré pagando, pero depositaré ese dinero en una especie de hucha. Los acreedores serán los dueños de la hucha, pero no se podrán llevar el dinero, porque si lo hacen no les seguiré pagando. Y si esto me cuesta la presidencia, que así sea. En vez de llevárselo, les propondré que lo inviertan en Ecuador. En energía eléctrica, por ejemplo.
P. ¿Cree que la ruptura del contrato con la petrolera estadounidense Oxy echará para atrás a los inversores?
R. Lo que más reprocho a este Gobierno es que no supiera explicar bien lo que pasó con Oxy. El diario Financial Times llegó a decir más o menos que si en Ecuador uno se salta un semáforo en rojo, le confiscan el coche. No es así. Oxy actuó de mala fe. Cedió derechos de explotación petrolera a otra firma extranjera, pero sin renegociar con el Estado los derechos de participación. La empresa lo hizo para aprovecharse de los altos precios del crudo y, en casi cuatro años en los que no se hizo nada, por cobardía o corrupción, la empresa se embolsó 1.500 millones de euros. Robó ese dinero a Ecuador.
P. ¿También tiene una propuesta sobre inmigración, no?
R. Sí, con España e Italia, los dos países de mayor acogida de inmigrantes ecuatorianos. Sería bueno crear un nuevo concepto de inmigración. Por ejemplo, podemos contemplar la doble nacionalidad para que un ecuatoriano pueda regresar a su país sin perder la posibilidad de volver a Europa. Si tiene opciones, estoy seguro de que se decantaría por la que más le llegue al corazón.
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