_
_
_
_
Despedida a una gran tonadillera
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Rocío del siglo XX

Rocío Jurado, "la más grande", es una de las figuras principales de la música popular española de la segunda mitad del siglo XX. Dominaba muchos palos del flamenco, fue reina de la copla, interpretó baladas románticas que cruzaron el océano, coqueteó con las rancheras e incluso se atrevió en 1993 con adaptaciones de piezas clásicas (Canción de cuna, de Brahms; La bohème, de Puccini; Tango, de Albéniz). Algunos afirman que, en fiestas íntimas, dejaba entrever destellos de soul. Podía cantar casi todo porque el poderío de su garganta era desmesurado. Toda su carrera consistió en someter a control esa desmesura innata. Y lo consiguió.

Hija de un zapatero muy entendido en flamenco, nieta de El Pilila y apadrinada por El Caena, dos cantaores de la época, desde muy niña sintió arrebato por los escenarios. Sus primeras actuaciones tuvieron lugar en el mostrador de la tienda de comestibles de su abuela cada vez que se juntaban dos o tres clientes. Su inicio en el mundo del espectáculo fue en Radio Nacional de Sevilla, donde, a los 13 años, ganó un concurso con un tema de la Piquer, Mañana sale: 200 pesetas, un corte de traje, unas medias de nailon y una botella de gaseosa de la marca patrocinadora. A partir de ese momento, el vértigo que no cesa.

Más información
Chipiona despide a Rocío Jurado en un emotivo y multitudinario funeral

A la muerte de su padre, pidió a su abuelo 8.000 pesetas y llegó a abrirse camino en Madrid. Vivió con su madre en una pensión céntrica de la capital y acudía cada tarde a la academia del maestro Quiroga. Empeñada en conocer personalmente a Concha Piquer, consiguió que una amiga se la presentara en 1961. Rocío, emocionada, cantó ante su ídolo tres o cuatro temas popularizados por doña Concha. El encuentro acabó de forma decepcionante, porque la Piquer, que no tenía pelos en la lengua, le soltó: "Niña, tú lo que tienes es mucha cara". Rocío escapó llorando. Pero no se desanimó. Pasó enseguida a formar parte del coro flamenco del tablao El Duende, propiedad de Pastora Imperio y dirigido por el torero Gitanillo de Triana. Después pasó a Los Canasteros, de Manolo Caracol. Y las grabaciones.

En alguno de sus primeros discos (de cuatro canciones) está acompañada por un joven guitarrista llamado Paco de Lucía. Por aquella época tiene su primer contrato de cine (arte en el que no logró despuntar) y es protagonista, junto con Manolo Escobar, de una película olvidable, Los guerrilleros. Hizo varios filmes de similar calibre, alguno de ellos con Fernán-Gómez. Quizá lo más destacable de Rocío Jurado en el cine es su colaboración fulgurante en la banda sonora de El amor brujo. En 1967 es nombrada Lady España; al año siguiente, Lady Europa.

Entre sus innumerables actuaciones, seguramente la más espectacular fue el espectáculo Azabache en la Exposición Universal de Sevilla (1992), donde actuaba con Imperio Argentina, Juanita Reina, Nati Mistral y María Vidal. Rocío se las "comió" a todas. Así era ella, por derecho y poderío. Una prueba de su "largueza" interpretativa son los autores de muchas de sus canciones, desde Quintero, León y Quiroga hasta Manuel Alejandro, pasando por Juan Solano, Herrero, Armenteros, Juan Pardo, José Luis Perales, Augusto Algueró, Felipe Campuzano o Salvador Távora. Cuando se ponía flamenca, se llevaba lo mejor: Melchor de Marchena, Niño Ricardo, Paco Cepero, Enrique de Melchor, además del Paco de Lucía inicial. En 1982 grabó un doble álbum poco conocido, pero sorprendente, Ven y sígueme, con Manolo Sanlúcar y Juan Peña, El Lebrijano.

Rocío Jurado deja un hueco que nadie podrá ni intentará ocupar, porque es imposible.

Rocío Jurado y Pedro Carrasco el día de su boda, en Chipiona, en 1976.
Rocío Jurado y Pedro Carrasco el día de su boda, en Chipiona, en 1976.
Rocío Jurado con capa y peineta.
Rocío Jurado con capa y peineta.EMI
Rocío Jurado junto a Camarón de la Isla en un programa de televisión.
Rocío Jurado junto a Camarón de la Isla en un programa de televisión.EFE

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_