Rocío del siglo XX
Rocío Jurado, "la más grande", es una de las figuras principales de la música popular española de la segunda mitad del siglo XX. Dominaba muchos palos del flamenco, fue reina de la copla, interpretó baladas románticas que cruzaron el océano, coqueteó con las rancheras e incluso se atrevió en 1993 con adaptaciones de piezas clásicas (Canción de cuna, de Brahms; La bohème, de Puccini; Tango, de Albéniz). Algunos afirman que, en fiestas íntimas, dejaba entrever destellos de soul. Podía cantar casi todo porque el poderío de su garganta era desmesurado. Toda su carrera consistió en someter a control esa desmesura innata. Y lo consiguió.
Hija de un zapatero muy entendido en flamenco, nieta de El Pilila y apadrinada por El Caena, dos cantaores de la época, desde muy niña sintió arrebato por los escenarios. Sus primeras actuaciones tuvieron lugar en el mostrador de la tienda de comestibles de su abuela cada vez que se juntaban dos o tres clientes. Su inicio en el mundo del espectáculo fue en Radio Nacional de Sevilla, donde, a los 13 años, ganó un concurso con un tema de la Piquer, Mañana sale: 200 pesetas, un corte de traje, unas medias de nailon y una botella de gaseosa de la marca patrocinadora. A partir de ese momento, el vértigo que no cesa.
A la muerte de su padre, pidió a su abuelo 8.000 pesetas y llegó a abrirse camino en Madrid. Vivió con su madre en una pensión céntrica de la capital y acudía cada tarde a la academia del maestro Quiroga. Empeñada en conocer personalmente a Concha Piquer, consiguió que una amiga se la presentara en 1961. Rocío, emocionada, cantó ante su ídolo tres o cuatro temas popularizados por doña Concha. El encuentro acabó de forma decepcionante, porque la Piquer, que no tenía pelos en la lengua, le soltó: "Niña, tú lo que tienes es mucha cara". Rocío escapó llorando. Pero no se desanimó. Pasó enseguida a formar parte del coro flamenco del tablao El Duende, propiedad de Pastora Imperio y dirigido por el torero Gitanillo de Triana. Después pasó a Los Canasteros, de Manolo Caracol. Y las grabaciones.
En alguno de sus primeros discos (de cuatro canciones) está acompañada por un joven guitarrista llamado Paco de Lucía. Por aquella época tiene su primer contrato de cine (arte en el que no logró despuntar) y es protagonista, junto con Manolo Escobar, de una película olvidable, Los guerrilleros. Hizo varios filmes de similar calibre, alguno de ellos con Fernán-Gómez. Quizá lo más destacable de Rocío Jurado en el cine es su colaboración fulgurante en la banda sonora de El amor brujo. En 1967 es nombrada Lady España; al año siguiente, Lady Europa.
Entre sus innumerables actuaciones, seguramente la más espectacular fue el espectáculo Azabache en la Exposición Universal de Sevilla (1992), donde actuaba con Imperio Argentina, Juanita Reina, Nati Mistral y María Vidal. Rocío se las "comió" a todas. Así era ella, por derecho y poderío. Una prueba de su "largueza" interpretativa son los autores de muchas de sus canciones, desde Quintero, León y Quiroga hasta Manuel Alejandro, pasando por Juan Solano, Herrero, Armenteros, Juan Pardo, José Luis Perales, Augusto Algueró, Felipe Campuzano o Salvador Távora. Cuando se ponía flamenca, se llevaba lo mejor: Melchor de Marchena, Niño Ricardo, Paco Cepero, Enrique de Melchor, además del Paco de Lucía inicial. En 1982 grabó un doble álbum poco conocido, pero sorprendente, Ven y sígueme, con Manolo Sanlúcar y Juan Peña, El Lebrijano.
Rocío Jurado deja un hueco que nadie podrá ni intentará ocupar, porque es imposible.
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