El Summa mantiene que la paciente de Senderowicz estaba muerta cuando llegó
El responsable de la UVI móvil dice que el cirujano les estorbó durante la reanimación
La segunda jornada del juicio contra el cirujano Gerardo Raúl Senderowicz Hendler, acusado de la muerte de la paciente Débora Catalán durante una intervención el 25 de enero de 2002, dio un nuevo giro al caso. El médico responsable de la UVI móvil del Summa que atendió a la paciente, Mohamed Ajjan, declaró que Catalán estaba "clínicamente muerta", cuando llegó el equipo que se dirigía a la clínica Icema, propiedad del acusado. También señaló que el único empeño de Senderowicz era que trasladaran a la víctima a un hospital, pese a que no tenía ni pulso ni respiración.
Mohamed Ajjan deshizo una por una todas las afirmaciones que había efectuado el acusado Senderowicz el primer día del juicio, en el que acusó abiertamente a los responsables de la UVI móvil del Summa de la muerte de Débora Catalán. La declaración de Ajjan duró cerca de dos horas, por las reiterativas preguntas de la fiscal, las acusaciones y las defensas. La titular del Juzgado de lo Penal número 21 tuvo que cortar en ciertos momentos el interrogatorio.
Ajjan hizo un relato pormenorizado de todas las maniobras de reanimación que practicaron a la paciente Débora Catalán. La central del 061 activó el 25 de enero de 2002 la UVI móvil que tiene su sede en Cuatro Caminos a las 18.40. El comunicante había dicho que una mujer estaba sufriendo convulsiones en un piso del número 59 de la calle de Maldonado (distrito de Salamanca). Los sanitarios llegaron a las 18.46 a la puerta de la clínica Icema. Les abrió la puerta la doctora y compañera de trabajo de Senderowicz, María Victoria Bonné. Ésta gritó: "Ya están aquí" y les dirigió a la sala donde estaba la paciente y el propio Senderowicz.
Catalán estaba semisentada en una camilla, según Ajjan. Estaba con los pantalones bajados hasta la mitad de los muslos. En el pie tenía conectado un pulsioxímetro, que daba un nivel de saturación de oxígeno del 94%. "Cuando colocamos nuestro pulsioxímetro en la mano, el nivel era de 0%. Además, es imposible que el aparato de la clínica dé la oxigenación de la sangre sin medir antes el pulso cardiaco. Seguro que estaba estropeado", señaló el médico.
El médico bajó a la paciente al suelo y comprobó que Débora no respiraba ni tenía pulso. Estaba en parada cardiorrespiratoria. Cuando el médico le puso el electrocardiograma, la reacción fue clara: la paciente estaba en asistolia (ausencia de movimiento del corazón). "La paciente presentaba una palidez total y no contraía las pupilas. La situación era de muerte clínica", añadió Ajjan.
Senderowicz le dijo que le había inyectado 10 gramos de Diazepan (nombre genérico del Valium, un ansiolítico anticonvulsivo) y un anestésico (lidocaína) al 2% de concentración. También le dijo que había intentado reanimar a la paciente durante 10 minutos. "Según mi experiencia y las marcas que tenía en el abdomen, la mujer llevaba muerta más de 15 minutos. En ningún momento, Senderowicz me dijo para qué había inyectado anestesia a la paciente", zanjó Ajjan.
Aspirador estropeado
Ajjan empezó a hacerle las maniobras de reanimación y se dio cuenta de que no le llegaba aire al tórax. Tuvo que pedir un aspirador al conductor de la UVI móvil. El que tenía Senderowicz en su clínica estaba estropeado. Las vías respiratorias estaban obstruidas. Mientras, el enfermero intentó coger una vía venosa para inyectar adrenalina a la paciente. Cuando lo había logrado, Senderowicz se metió por medio y le empujó, lo que supuso que perdiera la vía. Igual ocurrió cuando el médico había conseguido una maniobra similar en la arteria subclavia. Senderowicz, según Ajjan, la quitó accidentalmente.
"Hicimos el masaje cardiaco durante 30 minutos, pero resultó inútil para reanimarla. El médico [Senderowicz] estorbó más que otra cosa. No hacía más que decirnos que la lleváramos al hospital. Yo le dije que, hasta que no estuviera estabilizada, no lo iba a hacer", comentó el médico del 061. Éste paró las maniobras de reanimación a las 19.20. En ese momento, certificó la muerte y avisó a la policía y al juez de guardia.
La acusación particular asegura que una testigo ha mentido
La acusación particular, ejercida por la familia de Débora Catalán a través de la abogada María Jesús González, solicitó ayer a la titular del Juzgado de lo Penal número 21 que inicie la acusación por falso testimonio contra la testigo Gema Isidoro Fernández, que trabajaba como recepcionista y secretaria de la clínica de Gerardo Raúl Senderowicz.
La testigo cambió completamente las declaraciones que hizo en el juzgado de instrucción y aseguró que la médica ayudante de Senderowicz, Victoria Bonné, no estuvo presente durante la intervención de Débora Catalán, bisnieta del pensador Ramón Menéndez Pidal. Según la versión de ayer, Bonné estaba estudiando en un despacho de la clínica y la ayudó a preparar unos sueros médicos.
Gema Isidoro se acogió al recurso de que no se acordaba de lo ocurrido para no contestar a las preguntas más comprometidas de la fiscal y de la letrada González. Ésta le llegó a preguntar si tenía algún acuerdo económico con la médica Bonné.
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