EE UU bombardea un pueblo afgano para frenar la ofensiva talibán
Al menos 16 civiles y 60 insurgentes mueren en un ataque en la provincia de Kandahar
Las fuerzas norteamericanas bombardearon ayer un bastión talibán en la provincia afgana de Kandahar, en el sur del país, y mataron a 60 rebeldes y 16 civiles, según declaró el gobernador provincial, Jalid Asadulá. El ataque aéreo se produjo después de varios días de enfrentamientos entre las fuerzas de la coalición internacional y efectivos del antiguo régimen en la oleada de violencia más sangrienta desde el derrocamiento talibán, a finales de 2001.
"La ofensiva aérea de las fuerzas de la coalición, además de causar grandes bajas entre las fuerzas enemigas, lamentablemente provocó también bajas entre los civiles", dijo el portavoz gubernamental Daud Ahmadi, que reconoció que entre los fallecidos hay varios niños. Al parecer, los civiles murieron en Azizi, un pueblo a 40 kilómetros al oeste de la ciudad de Kandahar, debido al bombardeo de sus casas, donde se habían refugiado guerrilleros talibanes. Otros veinte civiles resultaron heridos.
Según un comunicado emitido por el mando norteamericano en Afganistán, está confirmada la muerte de 20 talibanes, pero las bajas entre la insurgencia podrían ascender a 60. Se trata de militantes que habían atacado oficinas gubernamentales y eran expertos en la "utilización y preparación de artefactos explosivos, lo que a menudo causa la muerte o heridas a ciudadanos inocentes". El comunicado añade que cinco talibanes fueron hechos prisioneros y están siendo interrogados.
Más de doscientas personas han muerto desde el miércoles pasado, cuando los rebeldes lanzaron un ataque en la provincia de Helmand, al oeste de Kandahar.
En otro incidente ocurrido el pasado viernes en la provincia de Oruzgan (centro de Afganistán), el Ejército Nacional Afgano capturó a un dirigente talibán de rango medio, el mulá Mohibulá, comandante talibán de la provincia de Helmand. El mando estadounidense en Kabul sostiene que este líder talibán es supuestamente responsable de haber orquestado una emboscada que costó la vida recientemente a un soldado estadounidense y heridas a otros, y también de haber perpetrado numerosos ataques terroristas contra funcionarios del Gobierno afgano y miembros de la coalición internacional.
Mientras, en Kabul, un atentado suicida contra un convoy de la coalición causó, el domingo, la muerte de dos civiles, además del propio atacante. En otro ataque perpetrado el domingo contra un convoy del Ejército afgano en la provincia de Zabul, los militares dieron muerte a cuatro rebeldes.
En una muestra del peligroso deterioro de las relaciones entre Afganistán y la vecina Pakistán, el ministro afgano de Exteriores, Rangeen Dadfar Spanta, acusó al Gobierno paquistaní de coordinar ataques terroristas en Afganistán y de ofrecer su territorio como refugio a los talibanes. El ministro de Exteriores paquistaní, Tasnim Aslam, negó dichas acusaciones.
Además, el jueves, el presidente afgano, Hamid Karzai, criticó abiertamente a los servicios secretos paquistaníes (ISI) por ayudar a los talibanes. "Tenemos constancia de que hay injerencias en nuestro país", aseguró el mandatario.
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