Ayudar a Palestina
Lo peor, que parecía más inminente de lo habitual en Oriente Próximo, ha quedado aplazado. El llamado Cuarteto, que componen Estados Unidos, la UE, Rusia y la ONU, aprobó el martes en Nueva York un procedimiento para impedir la bancarrota de la Autoridad Palestina (AP), y con ello hasta la probable inanición galopante de sus cuatro millones de ciudadanos.
Los presuntos ángeles tutelares del conflicto van a reanudar la ayuda que facilitaban a la AP (sobre todo Europa), interrumpida desde la victoria electoral en enero de Hamás, que ahora constituye el Gobierno palestino. La ayuda, que sólo se autoriza por tres meses, llegará a manos del presidente Mahmud Abbas, de Al Fatah, y no del gobierno de Hamás, el grupo terrorista que se ha juramentado para la destrucción de Israel. Se canalizará a través del Banco Mundial, y no de las instituciones bancarias que operan en la zona, porque éstas se negaban al servicio por temor a represalias de Estados Unidos e Israel. Así, la AP podrá pagar el salario a sus 165.000 funcionarios, y mantener en funcionamiento los servicios asistenciales mínimos.
El jefe del Gobierno, Ismael Haniya, no podía sino aceptar el procedimiento -como ha hecho Israel-, pero acusa al Cuarteto de condicionar la ayuda para que Hamás deba "reconocer la legitimidad de la ocupación israelí". Esos tres meses son para que el Gobierno palestino desarme sus milicias y valide los acuerdos suscritos por la AP, lo que equivaldría al menos al reconocimiento de facto de la entidad sionista. Paralelamente, Al Fatah y Hamás, que anduvieron a tiros los días pasados con el saldo de tres muertos, observan un alto el fuego, al que han llamado, diríase que escépticos, Abbas y Haniya.
La prórroga es un alivio, pero no una solución. Israel, por su parte, ni habla de entregar a la AP los más de cuarenta millones de euros mensuales que percibe en concepto de exportaciones por cuenta palestina. Y en una pirueta de difícil descripción, la empresa israelí que suministra energía a los territorios anunció ayer la interrupción del servicio por impago. Pero no por ello hay que ignorar la responsabilidad de Hamás, puesto que bastaría un anuncio de renuncia a la violencia y de su disposición a negociar el reconocimiento de Israel para poner fin al menos a esta parte de la odisea que sufre de antiguo el pueblo palestino.
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