Temblor en la intimidad
La velada ideada por la bailarina Lola Jiménez se compone de dos piezas, un solo de baile y la proyección de un vídeo, enlazados por una austera óptica de búsqueda interior que puede resumirse en una frase de la obra: "Ya nadie escucha a nadie". La primera sección habla de muerte, soledades y un cierto abandono sobre el amor baldío; unas luces rasantes y dramáticas acentúan el movimiento que va haciéndose catártico y casi espasmódico: es la artista que huye sobre la música, el rumor de voces o el llanto de un niño.
Este trabajo sin concesiones a la galería resulta una verdadera batalla de doméstica crueldad que termina en una dura estampa de martirologio (recuerda en su intensidad un cuadro de Ribera). A pesar de que en el solo se usan acciones trilladas y muy manipuladas con anterioridad como pintar el cuerpo desnudo con una barra de labios o hacer con tiza la silueta del cuerpo abandonado sobre el linóleo del suelo: son lugares comunes pero que en Jiménez se vuelven también vectores de una ansiedad doliente donde habitan el deseo y la desesperanza.
Compañía Lola Jiménez
Qué importa que no sean estos ojos. Solo de danza. Creación e interpretación: Lola Jiménez. Luces: Carlos Marqueríe. Hubo gente antes y habrá gente después. Videocreación. Creación y cámara: Lola Jiménez. Edición: Ruth Moreno y Javier Marqueríe. Teatro El Canto de la Cabra. Madrid, 6 de mayo.
El vídeo discurre a partir de una cámara inquieta que es realmente la que baila y recorre rostros y sombras donde la expresión resume los diálogos; se trata de buscar en la intimidad de la respiración y en el temblor de algunas palabras los significados que impulsan a la costosa danza de esta artista.
Babelia
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