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Columna
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Noticia de Andalucía

El pasado lunes una noticia pasaba desapercibida en este periódico, casi escondida entre otras sobre el nuevo Estatuto, la crisis marbellí y el resto de la actualidad. En tres columnas nos contaba Sergio Mellado desde Málaga que el cultivo de caña de azúcar va a desaparecer de Andalucía. Éste será el último año que funcione la planta de molturación de Salobreña. El año que viene desaparecerán las 450 hectáreas de cultivo que todavía quedan entre Málaga y Granada. Se ha pasado de siete azucareras y 200 mil toneladas de finales de los sesenta a la desaparición. Requiescat in pacem.

No seré yo quien derrame ni una lágrima. Podremos culpar a la producción de Brasil, a la OCM del azúcar y al avance de la actividad inmobiliaria de la Costa del Sol. Pero lo cierto es que desaparece de Andalucía uno de los oficios más duros e ingratos que durante siglos tuvo nuestra comunidad. Esta noticia me recordó a otra famosa: el libro de Alfonso Carlos Comín Noticia de Andalucía, que vio la luz hace 35 años, fruto de una serie de trabajos publicados en la revista Triunfo a finales de los sesenta.

Si Ortega y Gasset cifra en 30 años el tiempo de cada generación, en tan sólo una Andalucía ha sufrido una transformación como jamás otra en la historia. Es una pena que Alfonso Carlos Comín muriera en 1980 por lo que no podrá dar testimonio de cómo ha cambiado Andalucía en algo más de tres décadas. Este año se cumple también el 25 aniversario del Estatuto de Autonomía, por lo que no es aventurado pensar qué beneficios ha traído la democracia y el gobierno autónomo a nuestra tierra. Sería bueno que se publicasen extractos del libro de Comín para que se pudiera ver cómo la Andalucía del sufrimiento y la emigración ha dado paso a otra bien diferente, más próspera y desarrollada, en tan sólo una generación.

Alfonso Carlos Comín reproducía una entrevista con varios jornaleros de la zafra granadina, que cobraban la friolera de 600 pesetas al día, en función de la cantidad de caña que fuesen capaces de cortar y acarrear con sus mulos "a peseta la arroba" y encima los empresarios no querían a los obreros casados porque costaban más dinero. Andalucía aportaba la mitad de toda la emigración española al exterior, sobre todo a Francia, Suiza, Holanda y Alemania como aquella petenera "emigrantes andaluces, qué pena que un tren os lleve, quien os pudiera esconder, entre olivaritos verdes". En la Andalucía que retrataba Comín sólo estaban escolarizados el 75% de los niños y el analfabetismo representaba el 33% en el campo y el 19% en las ciudades. Un tercio de las familias vivía en la miseria, con ingresos inferiores a 3.000 pesetas mensuales. Los salarios estaban un 20% por debajo de la media nacional. Los andaluces comían una media de 150 gramos de carne al año. De 1961 a 1964 se calcula que salieron de Andalucía un millón de personas.

Es reiterativo, pero es bueno recordar que el analfabetismo ha desaparecido, que la sanidad es universal, que están escolarizados el 100% de los niños y que ahora ningún andaluz tiene que emigrar, pero vienen a trabajar a nuestra tierra gentes del Magreb, del África subsahariana, de Suramérica y de los países del este de Europa. No por sabido deja de ser necesario recordarlo. Ya nadie tiene que hacer un trabajo "esclavo" como denomina a la zafra el presidente de la cooperativa de Churriana. Aún así en la derecha andaluza subsiste esa gente a la que recordaba Alfonso Carlos Comín con una cita del cardenal Bueno Monreal de 1962: "No faltan en Andalucía quienes dan limosnas generosas pero regatean a los obreros el salario que les corresponde". Extrapolado a la España de las autonomías, todavía hay en Andalucía quienes claman porque dicen que España se rompe pero son incapaces de luchar por una Andalucía que no sea ni más ni menos que ninguna otra comunidad, para acabar con siglos de postración y miseria. La desaparición del cultivo de la caña es, en el fondo, una noticia excelente, la del increíble salto que ha dado Andalucía.

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