Kioto, sí, señor Bush
227 ciudades de EE UU y siete Estados se unen para reducir emisiones de gases nocivos
Greg Nickels es la figura más destacada de EE UU en la lucha contra el cambio climático. El alcalde de Seattle abandera el US Mayors Climate Protection Agreement, un pacto suscrito ya por 227 ciudades en las que viven más de 44 millones de personas. No son los únicos que están adoptando sus propios planes para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y esquivar la negativa de la Casa Blanca a suscribir el protocolo de Kioto. Los estados y las empresas también están actuando por su cuenta.
Al alcalde de Seattle y otras figuras comprometidas con la protección del medio ambiente, como el ex vicepresidente Al Gore, se les conoce ya como los neo-greens, los nuevos verdes. Nickels considera que el cambio climático es "una realidad urgente", por eso anima a las autoridades locales a que alcen las espadas en esta acción global. Y no oculta su rabia al ver que su país no firma Kioto. "Me siento avergonzado", dice, "por eso me he comprometido como alcalde a hacer algo".
Junto a Seattle, hay otras ciudades dispersas por las dos costas del país, grandes y pequeñas, comprometidas en reducir sus contaminantes y que se preocupan por el daño de la política medioambiental que profesa la Administración que preside George Bush. Entre los ayuntamientos que integran el US Mayors Climate Protection Agreement destacan Los Ángeles, San Francisco, Miami, Atlanta, Chicago, Boston, San Luis, Las Vegas, Nueva York, Filadelfia o Washington, entre un total de 227 ciudades.
El acuerdo se suscribió en junio de 2005 y se sustenta sobre tres principios: alcanzar o superar los objetivos de Kioto en sus comunidades; urgir a sus respectivos gobiernos estatales y federales para que adopten políticas para conseguir que se cumpla o rebase el objetivo de reducción del 7% sugerido en Kioto para EE UU; y se pide al Congreso que apruebe una legislación para la reducción de los gases de efecto invernadero.
Michael Oppenheimer, profesor de la Universidad de Princeton, asegura que en EE UU no se está menos preocupado por el calentamiento del planeta que en otros países firmantes de Kioto como Reino Unido, Holanda o Alemania. "Lo que distingue a EE UU de los otros países es la calidad del liderazgo político a nivel nacional", precisa. La Administración Bush prefiere que la lucha contra el cambio climático se haga a través de planes voluntarios y de la tecnología.
La Casa Blanca dice que la aplicación del protocolo de Kioto afectará negativamente al empleo y a la economía. Y es conocida la negación de los estudios científicos que alertan sobre el cambio climático y la intimidación a la que somete a sus propios investigadores en la materia, en parte motivado por la presión del lobby petrolero. Este factor explica, según Oppenheimer, que la acción medioambiental esté más concentrada ahora a nivel local, donde la fuerza de las petroleras se deja sentir con menos fuerza.
En diciembre, los estados de Connecticut, Delaware, Maine, New Hampshire, Nueva Jersey, Nueva York y Vermont firmaban otro pacto para reducir las emisiones de sus plantas de generación eléctrica y fomentar nuevas tecnologías energéticas más eficientes. El acuerdo contempla un sistema de intercambio de emisiones.
En la costa oeste, el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, también se distanció de Bush y presentó en abril una controvertida iniciativa legislativa por la que pretende reducir para 2020 las emisiones de gases de efecto invernadero a los niveles de 1990. La legislación, aún siendo menos ambiciosa que Kioto, obligará a las plantas de generación eléctrica, refinerías y otras industrias a reducir el uso de combustibles fósiles, limitar las emisiones y adoptar energías alternativas. La idea es que la iniciativa se apruebe este verano.
Este movimiento a espaldas de Washington toma forma mientras los legisladores en el Capitolio intentan ponerse de acuerdo para obligar a la industria a que se imponga un límite a las emisiones que provocan el efecto invernadero y promueva la eficiencia, la conservación y el uso de energías renovables, siempre que no dañen significativamente a la economía. Y aunque la industria en general se opone a estas acciones locales a favor de Kioto, algunas empresas están adoptando medidas.
General Electric o la cadena de distribución Wal Mart son algunas de las grandes corporaciones que se declaran abiertamente a favor de que se impongan niveles de emisiones a escala nacional. En el caso de Wal Mart, su director estratégico, Andrew Ruben, dice que no van a esperar a que el Congreso actúe y fija un plazo de dos años para mejorar en un 25% la eficiencia energética de su flota de camiones, una de las más grandes del país.
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