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Reportaje:OFERTAS DE EMPLEO

La inspección pide refuerzos

La asociación que une al 85% de los inspectores reclama más de 4.000 efectivos nuevos para luchar contra el fraude

Amaya Iríbar

La campaña de la renta acaba de empezar. La Agencia Tributaria espera recibir 16,69 millones de declaraciones del IRPF. Detectar los posibles fraudes corre a cargo de los inspectores de Hacienda, un cuerpo de poco más de 1.500 funcionarios. Hacen mucho más. Sus representantes llevan años pidiendo un aumento de efectivos para ser eficaces en la lucha contra el gran fraude. En el último recuento de necesidades reclaman más de 4.000 plazas nuevas de inspectores, subinspectores, agentes tributarios y personal administrativo. Cada año se convocan unas 60 plazas de inspectores. Los aspirantes deben superar un duro examen. A cambio, el sueldo de entrada es de 40.000 euros brutos anuales.

La organización reclama 1.800 subinspectores más, unos 1.000 agentes tributarios y otros 1.000 auxiliares administrativos

El pasado jueves, el presidente de los inspectores de Hacienda del Estado, José María Peláez, tuvo su primera reunión con el nuevo secretario de Estado, Carlos Ocaña. Estos funcionarios, adscritos a la Agencia Tributaria, plantearon una larga queja del colectivo: la falta de medios para cumplir con sus tareas en la lucha contra el fraude.

La Operación Malaya contra la corrupción en Marbella puede servir de un ejemplo, según Peláez. Para ayudar a desenmarañar la complejísima trama corrupta en torno al Ayuntamiento andaluz, hay destinados al caso que ha consumido páginas y páginas de periódicos y minutos de radio y televisión un inspector de Hacienda y cuatro subinspectores.

El cuerpo de inspectores está formado por 1.894 funcionarios, de los cuales ejercen 1.517. Es un pequeño colectivo entre los 27.415 profesionales que trabajan para la Agencia Tributaria. Entre los ilustres que pasaron esta oposición están el ex presidente José María Aznar o el diputado socialista Francisco Fernández Marugán.

Según los cálculos de la Organización de Inspectores de Hacienda del Estado, que preside Peláez y agrupa al 85% de los funcionarios en activo, esa plantilla "es insuficiente" y tendría que incrementarse hasta los 1.600 efectivos. Pero sobre todo debería aumentar considerablemente, dicen tras analizar la situación de todo el colectivo profesional, otros funcionarios que les asisten en su trabajo: subinspectores (son 2.272 y deberían sumarse unos 1.800 más); agentes tributarios (son 1.088 y deberían sumar 1.012 más) y auxiliares administrativos (otros mil más).

Para convertirse en inspector de Hacienda hay que pasar una oposición libre o ganar una de las plazas de promoción interna (a las que pueden optar subinspectores con dos años de ejercicio), que se convocan todos los años. La oferta pública de empleo para este año consta de 68 plazas, 34 de libre acceso y 34 de promoción. La convocatoria es similar en número a la de años anteriores y, según Peláez, se limita a reponer aquellas plazas que quedan libres por jubilación o cualquier otra razón.

Todos aquellos interesados en la oposición libre que formalicen su solicitud antes del próximo 30 de junio tendrán que superar cinco exámenes eliminatorios. El primero es una prueba escrita sobre 64 temas de economía general y de la empresa, derecho civil y mercantil. El segundo consiste en una práctica de contabilidad y matemática financiera. Los que superen este examen deben someterse a un caso práctico profesional y a un examen de un idioma extranjero y por último hay dos pruebas orales.

Los candidatos a cubrir algunas de las plazas de promoción interna están exentos de las dos primeras pruebas.

Como casi todas las oposiciones, es un examen duro. Y no sólo por el temario, cuya preparación exige "un mínimo de dos años", según Peláez, sino por la competencia: se presentan alrededor de 900 aspirantes.

Los que superan la prueba tienen un sueldo de entrada considerable: 40.000 euros brutos anuales. Esta cantidad incluye un complemento de productividad -en torno al 15%- que se cobra en función del cumplimiento de determinados objetivos. El presidente de los inspectores reconoce que la gran mayoría de ellos cobra ese complemento, que ha sido cuestionado por una sentencia reciente de la Audiencia Nacional

Un techo de 75.000 euros

El techo de la carrera de los inspectores es convertirse en jefe de equipo de la Oficina Nacional de Inspección (ONI), que supone cobrar unos 75.000 euros brutos al año (también el 15% variable).

El día a día de un inspector depende mucho del destino, reconoce Peláez. La gran mayoría de estos funcionarios están destinados a labores de inspección -otros se dedican a tareas recaudatorias, están en aduanas u ocupan un puesto directivo-, que se dividen en tres grandes bloques: pequeños contribuyentes, grandes empresas -con una facturación superior a los seis millones de euros anuales- y grandes contribuyentes, aquellos que por su volumen exigen una atención especial.

A pesar de lo que pueda parecer, el trabajo de inspector de Hacienda no se desarrolla entre las cuatro paredes de una oficina, siempre pegado a la pantalla de ordenador. "Cada inspector se organiza su trabajo y hay muchas salidas de la oficina", resume Peláez.

Entre los inconvenientes que señala el presidente de los inspectores de Hacienda están algunas situaciones incómodas que se dan al descubrir alguna irregularidad y el estricto régimen de incompatibilidades. Tan estricto que no pueden ni siquiera ser profesores en la Universidad. El otro gran reto es mantenerse siempre actualizado. Los cambios normativos son constantes y los inspectores deben estar siempre al día.

Los inspectores tienen que actualizar sus conocimientos constantemente.
Los inspectores tienen que actualizar sus conocimientos constantemente.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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