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Más de un año de espera para entrar a quirófano

Sanidad retrasa de 2 a más de 12 meses la operación de 4.800 pacientes de los hospitales públicos

Oriol Güell

"Ningún madrileño espera más de 30 días para ser operado en la sanidad pública". La frase -repetida en los últimos meses por el consejero de Sanidad, Manuel Lamela, y la presidenta regional, Esperanza Aguirre, que prometió dimitir si no lograba este objetivo- es corta y fácil de entender. Un brillante mensaje para hacer llegar a los electores. Para ser perfecto sólo haría falta que fuera verdad.

Un total de 35.523 pacientes esperaban el pasado 31 de marzo una llamada para entrar a quirófano, en un hospital público o en una clínica privada a cuenta de la Consejería de Sanidad. Casi ninguno de ellos, sin embargo, será operado en menos de un mes. La mayoría está entrando en quirófano estas semanas, entre 30 y 60 días después de que su médico les comunicara que debían operarse.

Otros 4.733 llevan esperando entre dos y seis meses; 82 más esperan desde hace un mínimo de seis meses y los últimos siete aguardan su cita desde la primavera de 2005, es decir, hace más de un año.Estos datos son oficiales y la Consejería de Sanidad los ofrece en una página web (www.listadeesperamadrid.com).

El origen de esta aparente contradicción entre las afirmaciones de Aguirre y Lamela y la realidad está en la larga lista de matizaciones que requiere la frase "ningún madrileño..." y que los dos cargos políticos no han explicado nunca.

La primera matización es que en esos 30 días sólo cuentan los laborables, no los festivos. Esto hace que en lugar de 30 la espera máxima sea de 34 o 35 días, según los festivos de cada mes.

La segunda matización tiene que ver con el momento en el que se pone en marcha el reloj de la lista de espera. Según la normativa nacional, ese momento -que puede ser denominado día 0- es el día en que el médico comunica al paciente que debe operarse.

El Gobierno regional, sin embargo, ha retrasado la puesta en marcha del reloj hasta que el paciente sea visitado por el anestesista. Durante ese tiempo, que puede durar 30 días, el paciente no está incluido en la lista de espera oficial y, por tanto, estos días no cuentan para Aguirre y Lamela.

Estos pacientes eran el pasado 31 de marzo 13.231 (un 37,2% del total) y Lamela los ha llamado transitoriamente no programables. Al Ministerio de Sanidad esto le ha parecido un truco contable y ha expulsado a Madrid del cómputo nacional de listas de espera. Es la única comunidad en esta situación. Madrid se ha defendido con varios argumentos jurídicos. Pero esto no cambia el hecho de que cuando un paciente llega al día 30, en teoría el límite para ser operado según Aguirre y Lamela, en realidad sólo ha conseguido que se ponga en marcha el reloj de la lista de espera.

Si Madrid no opera a sus enfermos entre los días 0 y 30, es de suponer que los enfermos deberían ser operados entre el día 31 y el 60. Tampoco. Sólo 13.594 (el 38,3%) de los pacientes lo son.

¿Qué ocurre con el resto, con 8.698 enfermos el 31 de marzo de este año? Son aquellos que no han aceptado ser derivados a una clínica privada y que prefieren ser operados por su médico de la sanidad pública, en su hospital público. Sanidad dice que a estos pacientes también los intenta operar lo antes posible, pero que con ellos no está obligada a cumplir el plazo de 30 días (en realidad 60, con la visita al anestesista). De alguna forma, los pone a la cola, hasta que quede un quirófano libre.

Los datos de Sanidad dicen que la media de espera de estos 8.698 pacientes es de 44 días (a los que habría que sumar los 30 del anestesista). Pero en 4.716 casos la espera se prolonga entre dos y seis meses; en 82 enfermos, entre seis y doce meses; y siete más llevan más de un año esperando.

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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