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Reportaje:

Una osa clandestina

El Gobierno francés, por temor a las protestas, soltó en un lugar desconocido un plantígrado destinado a repoblar los Pirineos

Tuvo que ser con nocturnidad y en un lugar improvisado. Paluma, la osa capturada el lunes en Eslovenia, recuperó su libertad bien entrada la noche del martes, en la localidad de Burgalys, en los Pirineos franceses, fronteriza con el Valle de Arán. Durante toda la jornada, los pastores de la zona -que se oponen radicalmente a la reintroducción de plantígrados- estuvieron jugando al ratón y al gato con la policía y el séquito de la ministra de Ecología, Nelly Olin, en torno al pueblo de Arbas, donde estaba prevista la suelta del animal. Escondidos en el bosque, saltando de un lugar a otro, hicieron sonar campanas y lanzaron petardos para impedir que el animal fuera liberado.

Desbarataron la ceremonia, pero no impidieron que el animal se perdiera en la naturaleza, eso sí, equipado con un collar que permite localizarle en todo momento.

Paluma es el primero de los cinco ejemplares que el Gobierno francés tiene previsto reintroducir este año en los Pirineos. Los osos eslovenos, como los pirenaicos, son de la misma especie: el oso pardo europeo. Los machos pesan entre 120 y 200 kilos, y las hembras entre 80 y 120.

Con Paluma son ya más de una docena los plantígrados que pueblan en estos momentos los valles pirenaicos. Hay seis en la parte más occidental de la vertiente francesa y otros tantos en la zona central. La primera en hacer el viaje entre los Alpes y los Pirineos fue Ziva, en 1996, que tuvo dos oseznos en 1997. Le siguió Melba, muerta por un cazador en 1997, pero que antes dio a luz a tres crías. En 1997 se les unió Pyros, un gran macho de 235 kilos.

La reintroducción del oso ha dividido a las pequeñas sociedades rurales. Los pastores y ganaderos, que denuncian constantemente toda clase de ataques a sus rebaños, han intensificado su campaña contra el programa. Pero otros sectores están a favor, sea por conciencia ecológica o simplemente porque lo ven como un reclamo turístico.

De hecho, el martes por la tarde, todo estaba previsto para que las furtivas imágenes del animal esfumándose en el bosque fueran retransmitidas en directo a la plaza de Arbas, el pueblo que se había ofrecido para albergar a Paluma.

La ceremonia se realizó finalmente en la clandestinidad y no fue retransmitida, pero cuentan quienes estuvieron en Burgalys que en cuanto se abrió la puerta de la furgoneta en la que viajaba, Paluma se dirigió corriendo hacia el bosque y desapareció. La ministra Olin estaba indignada. Calificó las acciones de los pastores como "una manifestación indigna e inaceptable" cuya última causa había que buscarla en "la estupidez humana".

Los pastores estaban exultantes, pero el alcalde de Arbas, el socialista François Arcangeli, se mostró "aliviado" de que el animal hubiera podido ganar los montes.

<i>Paluma,</i> poco antes de iniciar su viaje desde Eslovenia el lunes.
Paluma, poco antes de iniciar su viaje desde Eslovenia el lunes.REUTERS

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