El hombre que contó el bombardeo
Gernika rinde homenaje al periodista George Steer, el primero en narrar su destrucción por la Legión Cóndor
"La tragedia de Guernica, ciudad destruida en ataque aéreo. Relato de un testigo ocular". El 28 de abril de 1937, The Times y The New York Times abrían sus ediciones con ese titular. El autor de la crónica era George Lowther Steer, un joven reportero británico. Su reportaje fue también un borrador de la historia de aquel ataque. Gernika le rindió ayer homenaje en el 69º aniversario del bombardeo de la villa por los aviones de la Legión Cóndor alemana.
Dos días antes, los cinco corresponsales extranjeros que se hallaban en la zona habían visitado el escenario del bombardeo, después de que un alto cargo del Gobierno vasco entrase atropelladamente en la sala del hotel de Bilbao en que se reunían y les sorprendiera con una inesperada frase: "Han destruido Gernika". Los cinco partieron hacia la arrasada localidad y fueron testigos de un horror desconocido hasta entonces.
Steer apuntó ya en su crónica que el ataque contra la villa foral era obra de aviones alemanes
Mientras los demás se apresuraban a relatar sus impresiones, Steer esperó un día. Entrevistó a los supervivientes y regresó al lugar de la tragedia, donde recogió suficientes indicios para construir una hipótesis no apuntada por sus colegas: la implicación de las tropas alemanas en la acción. El bombardeo, escribió "duró exactamente tres horas y cuarto, durante las cuales una poderosa flota de aviones alemanes de tres tipos de bombarderos Junkers y Heinkel no dejaron de descargar sobre la ciudad bombas de a partir de media tonelada". El texto añadía que los cazas ametrallaron a los civiles que huían.
La crónica provocó un enorme impacto internacional. El Gobierno británico comprendió de inmediato el significado de la noticia: sus ciudades podían correr el mismo destino. La ola de indignación dejó mudo a Franco, que reaccionó negando lo ocurrido y echando la culpa del bombardeo a "rojos y separatistas". Steer fue desacreditado y finalmente cayó en desgracia en su propio periódico.
De todos los lectores del texto, hubo dos especialmente relevantes. Uno fue Hitler, quien pocos días después ordenaba el secuestro de todos los ejemplares del Times. El dictador añadió el nombre de Steer a la lista de "indeseables" que debían ser detenidos tras la invasión de Inglaterra.
Pablo Picasso leyó la crónica en París, mientras buscaba inspiración para cumplir el encargo del Gobierno de la República, que le había solicitado un cuadro sobre la guerra para la Exposición Internacional de 1937. Su reacción fue inmediata: el 11 de mayo tenía listo el boceto de su obra más famosa y el 4 de junio el Guernica colgaba en el Pabellón Español de París.
¿Quién era George Steer? Nacido en Sudáfrica en 1909, tenía 27 años cuando fue destinado como corresponsal al frente vasco. Para entonces, ya tenía experiencia como reportero de guerra, pues había dado cuenta, también por encargo del Times, de la invasión de Etiopía por Mussolini. Allí fue testigo del empleo masivo del arma aérea, incluidos los bombardeos químicos, contra la población civil. Clarividente, alertó en sus crónicas del riesgo que esas nuevas prácticas implicaban.
De España, Steer partió a Finlandia, donde informó de la invasión soviética. En 1940, dejó el periodismo y se alistó para integrarse las primeras unidades de propaganda y guerra psicológica del Ejército británico. Tras sortear múltiples peligros, murió en 1944 en un accidente de tráfico en Birmania, a pocos meses del final de la Segunda Guerra Mundial.
Su hijo, George, quien no llegó a conocerle, estuvo ayer en Gernika para inaugurar un busto del periodista que dio a conocer la tragedia, obra del escultor rumano Septimiu Jugrestan. "Mi padre vive aún en su crónica, en el coraje de los vascos, en su sacrificio. Vive en las palabras que escribió y que aún permanecen frescas en nuestra memoria", dijo el hijo del periodista ante decenas de ciudadanos, entre ellos varios supervivientes del ataque.
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