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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Amenaza cumplida

Volkswagen, el productor alemán de automóviles, ha concretado finalmente la amenaza latente de trasladar parte de la producción del modelo Polo que se fabrica en Landaben (Navarra) a plantas de países del Este, principalmente a la de Bratislava (Eslovaquia). La cadena de causas que explican la deslocalización anunciada comienza con las consabidas razones de tipo general, como las ventajas fiscales o laborales de los países del Este; continúa con la proximidad geográfica de los centros de decisión y con la resistencia de la plantilla navarra a firmar un convenio colectivo en las condiciones marcadas por la matriz alemana. Si a eso se añade que VW tiene que negociar y aplicar un plan de reestructuración laboral, que provocará el despido de 20.000 trabajadores del grupo, resulta ya evidente que sus directivos quieren transmitir un mensaje de dureza a los sindicatos españoles y alemanes; y que ese mensaje se dirige en primer lugar a una filial que consideran díscola.

La decisión de VW se anuncia en un momento delicado en las relaciones político-económicas entre España y Alemania, afectadas por el conflicto de la OPA de E.ON sobre Endesa. Sea como fuere, deberían excluirse las crispadas acusaciones mutuas, como la del presidente del Gobierno foral navarro, Miguel Sanz, imputando a los trabajadores la responsabilidad de la fuga parcial de la firma alemana. La única respuesta posible a los movimientos de deslocalización es la negociación sensata de las condiciones salariales y de producción en Landaben y el apoyo de los agentes políticos que pueden ayudar en esa negociación, como es el caso del Ministerio de Industria y el propio Gobierno foral. El futuro depende no sólo de la negociación colectiva -fracasada durante los últimos 15 meses-, sino también de la capacidad de persuasión que desplieguen los responsables políticos españoles.

Landaben y la producción automovilística española de VW están en situación de franca debilidad; las decisiones se toman en Wolfsburg y cambiarlas o moderarlas constituye un esfuerzo ímprobo. Ése es un aspecto a tener en cuenta ante otras operaciones en marcha, aunque sin olvidar que los movimientos empresariales transfronterizos son de doble dirección. No se puede pretender que las empresas españolas amplíen su presencia en otros países y aplicar en el nuestro un proteccionismo rancio.

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