"Se conserva el carácter liberal del eibarrés"
De aquel 1931, Eibar mantiene dos vinculaciones profundas: su vinculación con la industria siderúrgica, con el sector armero como referente simbólico, y el peso que mantiene el socialismo entre sus ciudadanos, que la convierten en el referente del PSE en Guipúzcoa. Iñaki Arriola (Eibar, 1959), alcalde desde 1993 ha vivido la recuperación de una ciudad industrial que perdió miles de habitantes por la crisis industrial, pero también el azote del terrorismo de ETA contra los ediles del PSE y del PP. El 75 aniversario de la proclamación de la República le coge en el mejor de los momentos.
Pregunta. ¿Qué queda de aquel Eibar de 1931?
Respuesta. Es una ciudad muy distinta. El componente republicano que tenía entonces era significativamente mayor al actual. La composición social tampoco es la misma; el desarrollismo trajo una mezcolanza significativa: no sólo de aquellos que llegaron de otros lugares de España a trabajar, también hemos recibido mucha gente procedente de lugares donde triunfó el carlismo y su entorno. Hoy es un pueblo más mestizo, pero se mantiene la idiosincrasia de los eibarreses: el talante liberal.
"Si jugamos todos con la misma baraja veo posible la reconciliación"
P. ¿Se pueden establecer paralelismos entre aquel momento y el actual?
R. La República fue un periodo que, desgraciadamente, duró muy poco. No fueron más de cinco años con tres gobiernos, en los que España vivió una experiencia de democracia plena: sólo basta recordar que antes de 1931 las mujeres no podían votar. Y se desarrolló con el peso de la crisis económica que siguió al crash de 1929. Algo parecido ocurrió tras la muerte de Franco: el logro de las libertades democráticas con una economía rota. Afortunadamente, nosotros hemos superado los inconvenientes de esos comienzos duros, siempre desde el principio de que los tiempos no son iguales.
P. En estos momentos, se habla de la recuperación de los valores republicanos. ¿Cómo le suena al alcalde de Eibar?
R. Los valores de la República son valores de ciudadanía, de libertad, de derechos cívicos de la gente. En la medida que la democracia en España está consolidada, se vislumbra el reconocimiento de la realidad social: llevar al Boletín Oficial del Estado lo que es normal en la calle. No hay que confundir la legalidad con la moralidad.
P. ¿En cuanto a la cuestión territorial, porque el Ayuntamiento de Eibar, que no era nacionalista, pidió el Estatuto el 18 de abril?
R. Está claro que ahora se vive una segunda descentralización (descentralización que, por cierto, esperamos que llegue lo antes posible a la administración local). Entiendo que se busca un acomodo de todos en España. La primera experiencia de los estatutos ha servido para constatar que la cercanía del poder a la ciudadanía ha servido para comprobar la eficacia y la eficiencia en los servicios.
P. A propósito del aniversario de un cambio, ¿vienen nuevos tiempos para el País Vasco?
R. Hay un sentimiento generalizado de ilusión moderada, no vaya a ser que nos demos un trompazo. Lo mejor que le puede pasar a este país viene por la recuperación de las oportunidades perdidas: la violencia ha provocado que se retiren inversiones, que demasiada gente se haya marchado.
P. Como alcalde de una ciudad en la que convive el anonimato con el conocimiento del vecindario, ¿ve posible la reconciliación?
R. Creo que sí, siempre que juguemos todos con la misma baraja que es la de la democracia, el empleo de la palabra y del poder de los votos. Eso es fundamental. Si eso es así, se llegará a una reconciliación, aunque las cosas no son de hoy para mañana. Hay muchos años de violencia que han generado situaciones de desconfianza y desencuentros históricos. No tanto en Eibar, pero sí en los pequeños pueblos dominados por la izquierda abertzale, en los que tenemos uno o dos concejales, sin el reconocimiento público y con toda la presión. Ahí está el futuro.
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