_
_
_
_
Entrevista:Nuevos madrileños | Ivaylo Obretenov, búlgaro

"Quiero ahorrar para poder irme"

En una cafetería a tiro de piedra del metro de Chueca, trabaja como camarero este búlgaro de alegres ojos verdes. Ivaylo Valentinov Obretenov, o Ivo, como prefiere que le llamen, tiene 37 años y vive en Madrid desde hace tres y siete meses. Su mayor: "Quiero ahorrar para poder irme". Piensa en volver a su país o irse a trabajar a Centroeuropa. Ivo comparte con su madre un piso en el distrito de Tetuán.

Nació en Lom, al norte de Bulgaria. Con sólo unos meses se fue con sus padres a Gabrovo, una ciudad del centro del país. "No echo mucho de menos a los míos porque cuando era joven ya tuve la experiencia de vivir lejos de casa", dice.

Ivo participó en la misión de paz que Naciones Unidas envió a Camboya, en 1992, después de la caída del régimen del Jemer Rojo. "Tenía 22 años y pasé un año y medio allí. Aprendí a hablar y escribir camboyano", cuenta. No guarda buenos recuerdos: "Había muchos frentes y participe en varias batallas. Me vi obligado a disparar y matar a gente. En ese momento ni lo piensas", afirma muy serio. "El objetivo de la misión era organizar las elecciones", explica.

Después de hacer un curso técnico para trabajar con máquinas en la industria del zapato, Obretenov trabajó en este oficio menos de un año en su país. "Antes de venir a España he sido vendedor de productos farmacéuticos durante muchos años", cuenta. "Teníamos muchos clientes pero con la caída del régimen comunista y la apertura a los mercados extranjeros el trabajo empezó a disminuir y por eso decidí irme antes de que me echasen", añade.

Para venir a España, Ivo vendió su coche, un BMW de segunda mano. "En Bulgaria no había industria automovilística. A veces tenías que esperar cinco o seis años para conseguir uno, por eso comprábamos los coches viejos de los turcos que cruzaban el país", dice riéndose.

Ivo eligió España para emigrar porque creía que era más fácil conseguir el permiso de trabajo, que sin embargo no logró hasta hace siete meses. El primer lugar donde vivió fue en un piso con unos ecuatorianos, "trabajábamos colocando carteles de publicidad en la calle". Cuando llegó no sabía español, tenía que hablar en inglés. "Aprendí mucho con mis compañeros y estudié con una asociación de ayuda a inmigrantes". Después de los carteles, todos sus trabajos han sido en la hostelería.

Obretenov imagina su futuro en Alemania o en la República Checa; otra posibilidad es volver a su ciudad. "Me gusta Madrid pero prefiero los países del norte. Las ciudades son más limpias y la gente las cuida más", dice. "Mis sitios preferidos están fuera de la capital, donde hay agua y naturaleza", aclara. "Creo que la situación en mi país empieza a mejorar. Entraremos en la Unión Europea y espero poder volver dentro de dos o tres años".

La madre de Ivo vino hace dos años. "Cuida de una anciana de familia vasca. Todavía no sabe hablar español y por eso le escribo varias respuestas a posibles preguntas. Parece que es muda, pero funciona", explica.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_