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La ley del contrato juvenil entra en vigor en Francia con la condición de no aplicarse

Sarkozy será el encargado de negociar una reforma legal con estudiantes y sindicatos

"La situación es grotesca", resumió ayer el líder sindical del sindicato reformista Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), François Chérèque, al referirse a "una ley que se promulga pero con la condición de que no debe aplicarse". En efecto, ayer el diario oficial comunicaba la entrada en vigor de los 52 artículos de la "ley en favor de la igualdad de oportunidades" y, entre esa cincuentena larga de artículos, los dos que han puesto en pie de guerra el movimiento estudiantil y los sindicatos de asalariados, los que instituyen el Contrato Primer Empleo (CPE).

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Al mismo tiempo, el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, contactaba con los dirigentes estudiantiles y sindicales para invitarles a volver a negociar el texto legal que, desde el pasado viernes por la noche, tras un discurso televisado del presidente Chirac, los franceses saben que ya está vigente pero que no debe aplicarse.

Desde el sindicato radical Fuerza Obrera lo importante es "que nadie se piense que vamos a aceptar de la Unión para un Movimiento Popular (UMP), partido en el poder, lo que no hemos querido del primer ministro Villepin". Porque eso sí lo han comprendido todos: ahora ya no se discute con el Gobierno, sino con el principal grupo parlamentario. Y a la cabeza del mismo, Nicolas Sarkozy, el hombre más detestado por Chirac y Villepin, pero de nuevo imprescindible: "Cuando se es fuerte no hace falta recurrir a la fuerza para conseguir lo que se quiere", dejó caer el ministro del Interior.

Despido sin justificación

Chirac y Villepin quisieran que sólo fueran objeto de negociación dos aspectos del CPE, los relativos al tiempo de prueba sin garantías del contrato para jóvenes de menos de 26 años -que en el texto promulgado se extiende hasta dos años-, y el de poder interrumpir la relación laboral en cualquier momento sin necesidad de que el patrono tenga que dar explicaciones.

Pero las cosas ya no serán como ellos desean. Los sindicatos quieren revisar toda la ley a favor de la igualdad de oportunidades y Sarkozy y la mayoría de diputados de la UMP desean hacer otro tanto; no en vano vivieron como una afrenta el que Villepin hiciera aprobar la ley en la Asamblea Nacional por un procedimiento de urgencia. Villepin, que ayer en el Journal du Dimanche decía "no haber sido desautorizado por el presidente de la República", lo será ahora por la UMP. Villepin dijo que no aceptaría "ni una modificación, ni la suspensión ni la desnaturalización" de la ley, pero no cabe la menor duda de que habrá modificaciones.

Y todo ese embrollo, ¿para qué? De momento, para nada, o mejor dicho, para dividir a la derecha, desacreditar al primer ministro e insuflarle oxígeno a un débil Partido Socialista. Mañana, Francia volverá a vivir una nueva jornada de protesta, con trastornos en el transporte público, paros y manifestaciones.

Sarkozy y la UMP confían en que sean los últimos movimientos de protesta, y que a partir de ahora universidades e institutos abran de nuevo y los sindicatos se avengan a negociar. Lo harían en situación de fuerza, pero Sarkozy y la UMP no pueden hacer demasiadas concesiones si no quieren enfrentarse a los votantes del partido, que prefieren mantener un pulso tenso con los sindicatos.

Para acabar de rematar el sentimiento de que Villepin se ha jugado su carrera política en un combate inútil, Laurence Parisot, la presidente de la patronal (MEDEF), declaraba ayer que la ley a favor de la igualdad de oportunidades le parecía "discriminatoria para los jóvenes".

Grupos de estudiantes se manifiestan entre gases lacrimógenos cerca de la Universidad de la Sorbona, el pasado viernes.
Grupos de estudiantes se manifiestan entre gases lacrimógenos cerca de la Universidad de la Sorbona, el pasado viernes.REUTERS

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