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Entrevista:MARÍA LUISA PERNALETE | Educadora popular en Venezuela

"El maestro antes tiene que ser ciudadano; si no, nuestro discurso estará vacío"

J. A. Aunión

María Luisa Pernalete (52 años) lleva más de tres décadas luchando para la educación de los sectores más pobres y desfavorecidos de Venezuela. Ha trabajado para Fe y Alegría -organización fundada por el jesuita José María Vélaz hace medio siglo que cuenta con casi 2.000 escuelas en 16 países latinoamericanos- en diferentes puntos de su país, donde estas escuelas son concertadas (están subvencionadas por el Gobierno).

Desde hace algunos años se encarga de 33 escuelas en el Estado de Bolívar (la Guayana venezolana), el más grande del país, que llega hasta la frontera con Brasil. En esta zona del mundo los problemas no tienen que ver mucho con los que ocupan a los políticos en Occidente. Allí, 7 de las 33 escuelas de Fe y Alegría están en comunidades indígenas, a alguna de las cuales sólo se puede acceder en avioneta y los índices de violencia son altos en algunas ciudades. Sin embargo, como en otros países más acomodados, Pernalete también insiste en hablar de la calidad de la educación, mucho "más necesaria" todavía cuando se trata de los sectores más "desfavorecidos".

"Nuestros mayores problemas son el embarazo precoz, la violencia familiar e infantil, la desnutrición y los niños en situación de riesgo"
"Nos gustaría que el Gobierno dialogara más y aprovechara la experiencia de generaciones que llevan muchos más años haciendo este trabajo"

Esta profesora de vocación ha estado en varias ciudades españolas presentando la mochila del educador popular (en la foto), con la que muestra -hablando, cantando, recitando- lo que hace falta para ser profesor en las condiciones que ella lo es.

Pregunta. ¿Cuáles son los problemas más graves de la educación en su región?

Respuesta. El embarazo precoz, la violencia familiar e infantil, la desnutrición y los niños en situación de riesgo, que trabajan y viven en la calle.

P. ¿Cómo se enfrentan a esos problemas?

R. Creo que es muy importante asumir el tiempo de ocio sano como un derecho. Para niños y jóvenes es también parte de su formación. Según un estudio hecho en mi país, el maltrato en familia crece durante los fines de semana y las vacaciones. Tenemos alumnos que viven en chabolas de tres por tres metros con sus padres y hermanos. Por eso trabajamos con las madres también, les enseñamos a llevarse bien con su hijo, a que abandonen los malos tratos. Les explicamos que el maltrato no corrige, sino que genera una cadena interminable de violencia.

P. Llevan la educación más allá de las aulas.

R. No se puede quedar el maestro sólo con la parte de pedagogía, de aula, se necesita trascender. En el asunto del ocio sano -recreación sana-, hemos empezado un programa de líderes juveniles. El año pasado ensayamos algunos planes vacacionales y este año se están multiplicando. Estos jóvenes, en sus centros, organizan una o dos semanas de plan vacacional en las que haya deportes, juegos cooperativos, refuerzo escolar, excursiones. Es una manera de decir que la recreación no tiene porqué ser sólo para los que van a Miami.

P. ¿Cómo tiene que ser el educador popular?

R. El maestro antes tiene que ser ciudadano y después maestro, si no nuestro discurso estará vacío.

P. ¿Y qué tiene que llevar en la mochila?

R. Lo primero que tiene que tener es una sonrisa muy amplia. Porque el sentido del humor es como el limpiaparabrisas en el coche. No puedes evitar que llueva, pero si lo hace y usas el limpiaparabrisas, más o menos puedes conducir.

P. ¿Cuál es la situación general de la educación venezolana?

R. Hay programas nuevos del Gobierno bolivariano [de Hugo Chávez] que es pronto para juzgar. Los de educación de adultos son buenas oportunidades, aunque un poco desordenadas. Y creemos que la exclusión escolar sigue estando en la educación preescolar y entre los adolescentes. Nos gustaría que el Gobierno dialogara más y aprovechara la experiencia de generaciones que llevan muchos más años haciendo este trabajo.

P. ¿Y en Latinoamérica?

R. La calidad sigue siendo nuestra deuda. No basta con que haya una escuela, tiene que ser buena y de calidad, y mucho más para los sectores más empobrecidos. Por ejemplo, nosotros tenemos alumnos que ni siquiera tienen en su casa una mesa para hacer la tarea. Esto significa que la biblioteca tiene que estar abierta mañana, tarde y noche para él. Además, aunque se ha invertido mucho en educación en los últimos años, eso es verdad, la exclusión escolar sigue siendo un problema.

María Luisa Pernalete con los objetos del educador popular.
María Luisa Pernalete con los objetos del educador popular.CRISTÓBAL MANUEL

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Sobre la firma

J. A. Aunión
Reportero de El País Semanal. Especializado en información educativa durante más de una década, también ha trabajado para las secciones de Local-Madrid, Reportajes, Cultura y EL PAÍS_LAB, el equipo del diario dedicado a experimentar con nuevos formatos.

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