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Reportaje:

El cumpleaños de las escuelas bellas

11 centros de Barcelona abrieron días antes de proclamarse la II República

Fue el 29 de marzo de 1931, días antes de la proclamación de la II República, cuando en Barcelona se inauguraron 11 escuelas que el técnico de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Manuel Ainaud, calificó de "bellas". Eran los grupos escolares de titularidad municipal. Este hecho ilustraba una de las prioridades de la fallida II República: la de lograr la universalización de la educación, lo que en la España y la Cataluña de 1931 era algo más que una utopía. Todos estos edificios estaban planeados desde 1923, pero se demoraron a causa de la dictadura de Primo de Rivera.

Entre las escuelas que estos días han festejado sus primeros 75 años se encuentra la Mossèn Cinto Verdaguer, en el barrio del Poble Sec, que este fin de semana ha festejado por todo lo alto su efeméride. Alumnos, maestros, padres y ex alumnos se encontraron ayer. Entre ellos, Pere Rosés, de 81 años. Sus padres fueron, en cierta manera, promotores del centro, ya que recogieron firmas para lograr que el Pabellón Regio, edificio construido con motivo de la Exposición Interncaional de 1929, fuera una escuela.

Carme Balaguer y Dolors Olivé, también ex alumnas de la era republicana, recuerdan que estuvieron tres meses en Berga, "en un centro que luego Franco convirtió en cuartel", explica Dolors. Carme recuerda que en las escuelas municipales todo era gratuito: "Libros, material escolar e incluso la comida y la merienda". "Teníamos clase de lunes a sábado, cinco días en catalán y uno en castellano", detallan Marta Ferrer y Roser Rosés. Ambas se encontraban de colonias en Calafell cuando estalló la guerra.

La victoria de las tropas franquistas trajo consigo la destrucción de la renovación pedagógica y la educación bajo el silencio. "Catecismo, evangelio y rosario", explica Maria Àngels Francia, ex alumna del centro, que también fue maestra y directora del Mossèn Cinto Verdaguer. Pese a todo, el nacionalcatolicismo no logró acabar con las ansias de los movimientos de renovación pedagógica, que de hecho sufrieron una nueva explosión en el tardofranqiusmo y en la transición de la mano de padres, maestros y entidades como la Institución Rosa Sensat.

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