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Entrevista:Andrew Graham-Yooll | 30º ANIVERSARIO DEL GOLPE MILITAR EN ARGENTINA

"Mi libro es útil para saber cómo se reacciona en una dictadura"

Jorge Marirrodriga

Argentina es un país de paradojas. Ello explica -o sirve de excusa para no buscar más explicaciones- por qué los recuerdos personales de un argentino, hijo de escocés e irlandesa, escritos para la prensa inglesa hace casi treinta años siguen despertando interés en todo el mundo y constituyen una visión fresca y de primera mano sobre la dictadura argentina (1976-1983). Andrew Graham-Yooll (Buenos Aires, 1944), director del Buenos Aires Herald y con 40 años de profesión en la prensa británica y argentina a sus espaldas, acoge entre la sorpresa y la satisfacción la publicación en España de Memoria del miedo (Libros del Asteroide). Según el veterano periodista, el terror de algunas situaciones supera cualquier barrera a la hora de llegar al lector de todo lugar y época.

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PREGUNTA. ¿Qué le parece que una serie de artículos escritos en 1978 y 1979 para un periódico -una de las cosas más efímeras que existen- sigan generando interés?

RESPUESTA. A mí me sorprende. Quizá es porque escribí con el beneficio de la distancia física. Estaba bien tranquilo en Inglaterra y escribí mucho antes que muchos otros. Algunos escritores estuvieron detenidos y tardaron muchos años en volver a escribir. Yo tengo doble nacionalidad [británica y argentina] y Francia me dio asilo, por una negociación de Amnistía Internacional (AI). Salí en 1976 de Argentina. El Buenos Aires Herald había sido allanado y yo estaba siendo procesado por entrevistar a la plana mayor del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Pero la gota que colmó el vaso fue que una mañana me llamaron desde Londres y me dijeron que me fuera, que el juez no me iba a sobreseer y eso era equivalente a una sentencia de muerte. Yo tenía tres hijos y AI negoció toda nuestra salida.

P. ¿Su libro humaniza a las víctimas y a los torturadores?

R. Son todos seres humanos. Todos tuvieron padres que les acariciaban la cabeza. Creo que cito a los psicólogos que tuvieron que contratar para ayudar a esta gente. Yo vivía en el sur de la provincia de Buenos Aires, donde hay barrios poco elegantes, y mucha de la gente que yo conocía entró en Montoneros, pero también en la Guardia de Hierro (y tenían títulos ridículos como Brigadas de Estrangulación, era algo nefasto). Es mi generación, negarla sería una cobardía. Hay gente que ha cruzado la calle para no saludarme y también personas como una señora de la alta sociedad quien, después de no saludarme, un día me dijo, "me puedes saludar Andrew aunque seas comunista". Tampoco he intentado una definición de la maldad, yo no escribo novelas.

P. Muchos lectores de las nuevas ediciones, por edad, no han vivido las cosas que usted describe. ¿Cree que hay que explicar más lo que se cuenta?

R. No, la primera vez que se escribió esto fue en Londres, en una revista, en 1978 o 1979, y se explicaban algunas cosas, pero para un público inglés...

P. Pero ahora se va a vender en España en 2006...

R. En esa época y hasta la guerra de las Malvinas [1982], en el Reino Unido se sabía muy poco del lo que pasaba en Argentina, había tres o cuatro chilenos, brasileños y argentinos en el exilio. Tuve la suerte de que lo que aparece en este libro, había aparecido en revistas importantes en Inglaterra y Escocia. Entonces había que procesar lo que se contaba y no simplemente vomitar información. Un inglés, con su frialdad natural, me dijo una vez que no era tan importante lo que contaba, simplemente me había asustado, pero que no sucedió nada. Había que explicar para esa misma gente que estas cosas fueron importantes para mí.

P. Después de todo lo escrito y publicado durante tres décadas sobre la dictadura argentina, ¿qué aporta Memoria del miedo a un lector español?

R. Hay gente ahí fuera a la que interesan este tipo de cosas, no sé muy bien por qué. Mi visión personal y egoísta es que a mí me sirvió como terapia o catarsis. Hay pasajes útiles, no sobre política, sino de cómo uno reacciona, de la supervivencia. Pasajes que son universales, que pueden ser aplicables o revivibles fuera del contexto político. España ha vivido muchas guerras. Son vivencias que son compartidas, nadie tiene un copyright sobre esas vivencias. Graham Greene me dio un gran espaldarazo cuando salió el libro porque dijo que era el libro del año, que nunca había vivido tanto miedo como al leer algunos de los pasajes. Luego me escribió y me dijo que mientras lo leía por primera vez cerró el pestillo del baño, algo que uno nunca hace viviendo solo.

P. ¿Le parece que la sociedad occidental está perdiendo un poco la memoria producto de la inmediatez que genera la sociedad de la información?

R. Sí, pero por suerte siempre hay gente que nos recuerda todo lo horrible que vino antes. Creo que hay un deseo personal frente a un programa corporativo de ir anulando la memoria.

P. No es lo mismo el olvido terapéutico que la desmemoria. ¿Piensa viendo a gente de 20 o 25 años que no hay conciencia del pasado, ni de lo bueno ni de lo malo?

R. En algunos casos sí, y en Europa quizá por la sociedad de consumo que ha habido tal vez sí puede ser. Pero creo que en esa gente sus propias circunstancias los obligan a recordar. Por ejemplo en el Reino Unido, con el conflicto de las Malvinas. No en todos los sectores obviamente, pero en muchos, se recordó lo que había sido vivir en la guerra con una cierta solidaridad, con una sensación de respeto para el combatiente mientras está combatiendo, ni se critica al Gobierno mientras se está combatiendo. Hay una conciencia que mueve la memoria. Francia y el Reino Unido están escribiendo al día de hoy documentos sobre la Primera Guerra Mundial. Documentos familiares de una riqueza tremenda.

P. Usted dirige un periódico y tiene más de 20 libros publicados. ¿La avalancha de periodistas que se dedican actualmente a sacar libros al mercado responde a una cuestión técnica -es más fácil publicar ahora que antes- o algo está sucediendo en la profesión?

R. Puede ser una posición o puede ser que no están demasiado dedicados al oficio de la redacción. Y también es mucho más fácil publicar un libro ahora que cuando yo empecé. Creo que hay muchísima información y el periodista está constantemente recibiendo, asimilando y guardando mucha más información de la que puede trasladar al diario. No le veo contradicción al periodista que escribe libros.

El periodista británico-argentino Andrew Graham-Yooll.
El periodista británico-argentino Andrew Graham-Yooll.DARÍO BERMAN

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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