Bruselas y Washington denuncian a Pekín por los aranceles a piezas de coches
China obliga a la compra del 40% de los componentes o duplica la carga fiscal
La Unión Europea y Estados Unidos produjeron ayer la rara imagen de acudir juntos a la Organización Mundial de Comercio (OMC) para protestar contra las exigencias de China sobre las piezas de vehículos de motor que las empresas occidentales fabrican en el país asiático. Bruselas y Washington alegan que Pekín obliga a adquirir en el mercado nacional 40% o más de los componentes de los vehículos, so pena de doblar la carga fiscal, lo que ambas capitales consideran un impuesto interno a bienes importados.
China se ha ido convirtiendo progresivamente en un lugar de destino para los fabricantes de coches americanos y europeos, tanto por el vigor del mercado local y regional como por el ahorro en los costes de producción. La Unión Europea, con empresas como DaimlerChrysler (Mercedes) y Volkswagen, produce ya entre el 20% y el 25% de sus vehículos en China.
El Gobierno chino impone a estos fabricantes derechos aduaneros como si fuesen vehículos importados (28%) a todas la piezas traídas del exterior que superen el 60% de valor total del vehículo, frente al 14% regular. Bruselas y Washington interpretan este umbral como una obligación de adquirir al menos el 40% de las piezas en el mercado local lo que contraviene el compromiso chino ante la OMC de no imponer a los componentes de los automóviles los aranceles que se aplican a todo el vehículo.
La Comisión ya planteó el asunto a Pekín en 2004 y en sucesivas oportunidades no ha conseguido una respuesta satisfactoria por lo que optó ayer, junto a EE UU, por buscar el amparo de la OMC. Se abre ahora un periodo de consultas de hasta 60 días para llegar a un acuerdo amistoso en Ginebra. Si transcurridos los dos meses no hay pacto, los occidentales pedirán formalmente la apertura de una investigación a la OMC.
El recurso al arbitraje de Ginebra (es la segunda vez que, desde su ingreso en 2001, China es examinada ante la OMC, algo que Pekín siempre trata de evitar en su afán de demostrar que es un socio fiable) se produce a la semana de que Bruselas comenzara a aplicar sanciones por dumping (venta por debajo del coste) en el sector del calzado, medida muy criticada en Pekín. Peter Mandelson, el comisario de Comercio, reiteró ayer que no desea el conflicto.
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