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Entrevista:XABIER AIERDI | Codirector del Observatorio de la Inmigración

"No hay alternativa real a la política de puertas abiertas a los inmigrantes"

Xabier Aierdi (Zeberio, 1957) es profesor de sociología en la Universidad del País Vasco y dirige junto a Cristina Cuesta el Observatorio vasco de la Inmigración.

Pregunta. ¿En qué situación se encuentran los inmigrantes tras el proceso de regularización?

Respuesta. El proceso de regularización ha tenido cosas positivas y otras negativas. Lo positivo, fundamentalmente, ha sido que ha sacado de la situación de irregularidad a miles de personas; el Gobierno dice que 200.000 menos de los que esperaba. En todas las regularizaciones hay un intento enorme de normalización de lo que previamente se negaba.

P. Los inmigrantes siguen llegando. ¿Habrá que volver a plantear otra en breve?

R. Claro, el Gobierno tendrá que plantearse una nueva regularización dentro de muy poco tiempo. Vivimos en una situación que viene de lejos. La gente compara y sabe que detrás de esa inmigración hay una vida más digna y una vida mejor.

"El mayor nacionalismo hoy existente es la ciudadanía como categoría jurídica, que excluye del primer mundo al 80% de la población mundial"
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"Lo que los inmigrantes envían a sus familias supone para sus países, hoy por hoy, mucho más que toda la inversión y el apoyo al desarrollo"

P. Ese siempre ha sido el motor de la emigración, ¿no?

R. Sí, pero esta vez la gente lo ve más cerca, más claro. Históricamente, cuando emigraba, la gente lo hacía en parte a la aventura. Hoy se tiene más conocimiento de adónde se va y qué se van a encontrar allí.

P. Y Europa es el sueño.

R. Una Europa muy normativa, que hace un discurso extraordinario sobre la inmigración, sobre sus derechos, sobre la realidad, y una Europa que te va a helar el corazón, como decía Machado. Cada vez que se juntan los ministros de Interior europeos, lo único que se les ocurre es poner vallas, cámaras de vigilancia y represión.

P. Pero habrá que poner algún filtro

R. ¿Y dónde se pone? Creo que en este momento no existe la posibilidad de filtro. Lo que no es normal es que, si cada año están entrando 700.000 extranjeros en España, según los cálculos de INE, y la gran mayoría lo hace por Barajas y con visado de turista, se quiera mantener la dualidad: por un lado, una frontera simbólica, trágica e inhumana, como son tanto las vallas de Ceuta y Melilla como la patera; por otro lado tienes una inmigración masiva que terminas absorbiendo y asumiendo. No hay, hoy por hoy, alternativa real a la política de puertas abiertas.

P. ¿Invertir en el país de origen?

R. La solución no está tanto en que tengan ellos en sus países un mayor nivel de vida, sino en que nosotros bajemos el nuestro. Y me temo que no estamos por la labor. Porque lo que los inmigrantes envían a sus familias supone mucho más que toda la inversión y el apoyo al desarrollo. Si no enviaran esas remesas, sus países de origen estarían en una situación bastante más penosa en la que están.

P. ¿Cómo es la inmigración en el País Vasco?

R. En estos momentos, anda por las 70.000 u 80.000 personas. Comparada con el resto de España, es una cifra pequeña. Pero se tenderá a una igualación entre las distintas comunidades con el tiempo. Quedarán fuera las grandes metrópolis, como Madrid o Barcelona, y algunas zonas agrícolas. Pero probablemente nos acerquemos a una gama media de un 7% u 8% de población inmigrante en los próximos 4 o 5 años.

P. ¿Cómo es la población vasca a la hora de aceptar o no a los inmigrantes?

R. En la encuesta que hizo el Observatorio se podía entrever una buena imagen de la inmigración. Tanto la población vasca como la española no considera la inmigración como un problema. Hay que pensar que, en unos seis o siete años, a España han llegado alrededor de cuatro millones de inmigrantes y ha sido un proceso de adaptación o de integración modélico.

P. ¿Desean los inmigrantes obtener el derecho a voto?

R. En una primera fase, lo que desean es no tener dificultades de tipo legal. Al final, lo que los inmigrantes quieren es una agenda básica que se llama: papeles, seguridad, trabajo y vivienda. Con el tiempo, evidentemenente querrán el derecho a voto. Según la última encuesta del CIS, hasta un 70% de la población autóctona es partidaria de que los inmigrantes tengan derecho al voto.

P. ¿Se les considera ciudadanos?

R. No. No tienen derecho a voto, no tienen derecho político: no son nacionales. En este momento, el mayor nacionalismo existente es la ciudadanía como categoría jurídica, que excluye del primer mundo al 80% de la población mundial. Hoy la ciudadanía es la relación étnica por exclusión dominante. La ciudadanía nuestra es una ciudadanía aristocrática.

P. ¿Este es un tema que les preocupa a los inmigrantes?

R. Claro, y les va a preocupar cada vez más. Pero yo creo que a nosotros mismos nos tiene que preocupar cada vez más. Es la categoría de ciudadanía la que hay que revisar. En el primer mundo nos sentimos seguros porque el principio de ciudadanía no lo ofertamos, porque el principio de ciudadanía, al final, es un principio aristocrático.

P. ¿Hay un momento en el que se deja de ser inmigrante?

R. El inmigrante deja de ser inmigrante cuando reside en otro lugar y se queda en él para siempre. Deja de ser extranjero cuando lo nacionalizan. Eso, en el ámbito jurídico-político. En el social, desgraciadamente, sobre el inmigrante siempre pende el sambenito de seguir siendo inmigrante. Y eso depende mucho de nuestras circunstancias económicas, políticas y sociales. Cuando los países avanzados estamos en unas circunstancias de mayor confianza, ofrecemos más. Cuando estamos en crisis, volvemos a sacar las categorías que teníamos en el armario. El inmigrante es alguien que está presentando permanentemente en una ventanilla unos papeles, no los legales, sino los que necesitan el sello social.

P. ¿En Euskadi se respeta la diferencia del inmigrante o se tiende a engullirles, a que se conviertan en uno más?

R. El concepto de integración, que es uno de los conceptos fundamentales, en este momento está sujeto a una gran revisión. Donde antes sólo se veía la integración cultural, hoy en día se le da más importancia a la integración social: igualar o asimilar a esa gente en los mismos códigos de protección y jurídicos que los autóctonos. Y mantenemos la diferencia cultural en unos márgenes de intercultural. A mayor integración social, menor importancia de la diferencia cultural.

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