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Las acusaciones de corrupción arrinconan al 'superministro' de Economía brasileño

Los dos grandes partidos de la oposición solicitan un proceso de destitución parlamentario

Juan Arias

El futuro del superministro brasileño de Economía, Antonio Palocci, uno de los baluartes políticos del presidente Lula, podría tener los días contados si sigue adelante el proceso de destitución solicitado ayer en la Cámara de Diputados por los dos grandes partidos de la oposición. Las acusaciones de corrupción sobre Palocci datan de su etapa como alcalde de Roberão Preto, en el Estado de São Paulo. En ese ambiente de crispación, el real, la moneda brasileña, bajó ayer por segundo día consecutivo, en un mensaje de preocupación enviado por los mercados.

Ayer, Palocci rompió por sorpresa el prolongado silencio que mantenía, y en un encuentro con un grupo de empresarios en São Paulo dijo que el país "vive una crisis política grave", pero tranquilizó a sus interlocutores, al afirmar que la economía del país es sólida y no le va a afectar esta crisis política. "La economía de Brasil está en el cielo y mi vida en el infierno", dijo el ministro en tono desenfadado. "Todos hemos cometido errores, pero Brasil no merece esto", añadió.

El futuro político del superministro brasileño, el más influyente del Gobierno de Lula y el artífice de su exitosa política económica, entró ayer en una nueva fase, al retirarle el apoyo los dos partidos más importantes de la oposición. El Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB) y el Partido Frente Liberal (PFL) pidieron un proceso parlamentario que acabe destituyendo a Palocci si se confirman las denuncias de corrupción que pesan sobré el, y que datan de su etapa de alcalde Riberão Preto, en el Estado de São Paulo, entre los años 1994-2001. Durante esos años, según las acusaciones de presunta corrupción que pesan sobre Palocci, habría estado recibiendo 50.000 reales mensuales de las empresas de limpieza de la ciudad y cuyo destino era el Partido de los Trabajadores (PT), con el que Lula ganó las elecciones presidenciales de 2002.

Prostíbulo de lujo

Palocci, que fue el asesor y jefe de la campaña electoral de Lula, siempre rechazó aquellas acusaciones de corrupción, pero se negó a denunciar en los tribunales al autor de las calumnias, uno de sus asesores en la alcaldía, y actualmente en la cárcel por otros motivos.

La petición de destitución parlamentaria de Palocci es el último peldaño del escándalo que vive Brasil en los últimos días, al revelarse nuevas denuncias y pruebas contra el superministro por su condición de visitante asiduo de un prostíbulo de lujo en Brasilia. Palocci había negado en varias ocasiones haber estado en la ya famosa casa de los negocios, conocida también como casa de los placeres, que tres asesores de cuando Palocci era alcalde habían alquilado siendo Palocci ya ministro, y donde se organizaban fiestas con prostitutas los fines de semana.

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Al morbo del escándalo se sumó el testimonio del portero del prostíbulo, Francenildo Costa, de 24 años, convertido estos días en famoso nacional, al contar que había visto al ministro no una, sino varias veces, en el local, y que incluso había hablado con él. Costa fue llamado a testificar en una Comisión del Senado, pero mientras declaraba el pasado 16 de marzo llegó una orden judicial impidiéndole seguir hablando, creando un conflicto de poderes en la Comisión.

Al día siguiente, el escándalo subio de tono al conocerse el estado de la cuenta bancaria del portero del prostíbulo, en la Caixa Económica. Costa había acumulado 30.000 reales (unos 12.000 euros) desde enero y las especulaciones dieron pábulo a diversas versiones que mantiene vivo este culebrón político.

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